En Crónicas, David hace un censo, y esa decisión le trae malas consecuencias, trae juicio de Dios para su vida. Lo interesante es que en 2 Samuel dice que Dios le dijo que censara el pueblo. Pero si Dios le dijo, ¿por qué le salió mal? En 1 Crónicas 21, dice que fue el diablo quien le dijo que censara al pueblo. Esto parece contradictorio, pero no es el caso; cada libro fue escrito con un propósito y público diferente. Pero este podemos verlo como un ejemplo clásico porque muchas de nuestras decisiones no sabemos si fue Dios o el diablo, hasta que pasa. Y si fue Dios, ¿por qué entonces salió mal? Eso es lo que tenemos que ver; por que lo que salió mal no fue porque Dios le haya dicho que lo hiciera, sino por la actitud de David cuando lo hizo. Pero si fue el diablo, pide perdón y misericordia porque si te dejas llevar por el diablo, es lo único que puedes hacer. Si una mala decisión o una actitud incorrecta te pueden llevar a cometer un error, una buena actitud en el momento preciso, te puede ayudar a levantarte y restaurarte. Esta es una batalla constante. Tú has hecho pensando que fue Dios; y quizás así fue, pero lo hiciste con la actitud incorrecta, y los resultados fueron desfavorables. El problema que tienes hoy es porque no oíste la voz correcta. Pero tenemos que tomar acción, y si nos sale mal, hacer lo que hizo David. Porque el único que sabe trabajar con tu humanidad, es Dios.
Estudiosos dicen que hubo cuatro errores en la decisión de David. Su error no fue hacerlo, sino cómo y por qué lo hizo. En primer lugar, aquel fue un problema de orgullo. Lo hizo por ego, para llenarse los ojos. David había salido de la nada, y en ese momento trataba de decir: Mira todo lo que tengo, lo que he logrado. Pero él llegó allí por la gracia de Dios, porque Dios cuidó de él, lo levantó. Cuando tú dejas que tus éxitos te nublen, no importa que Dios te pida que hagas algo, si lo haces con orgullo, terminas mal. Que nunca se te suba a la cabeza. Tú eres lo que eres por la gracia de Dios. Nada de lo que tienes, por más que trabajes, te lo mereces. Todo lo que tienes, es porque has trabajado, has luchado, y la gracia de Dios ha estado contigo. Otros han hecho lo mismo, y no están donde tú estás.
En segundo lugar, el problema de David fue uno de fe, de confianza, fue tratar de contar con cuánta gente contaba, cuando él nunca contó con nadie para llegar a donde Dios lo llevó. El problema es cuando tú pones la fe en los hombres, y no en Aquel que te llevó a donde estás. David nunca contó con su papá ni con sus hermanos ni con su jefe. Cuando se casó, la mujer lo dejó. En problemas, la gente lo abandonaba, y Dios lo seguía levantando. ¿Por qué te pones tú hoy a mirar con quién cuentas para levantar ese negocio, si lo que tienes hoy te lo dio Dios sin que contaras ni dependieras de nadie? Si Dios dice que la batalla es tuya, con pocos o con muchos, Él te va a dar la victoria.
En tercer lugar, el problema de David fue falta de enfoque, y no era la primera vez. Una vez terminó acostándose con la mujer incorrecta. Debía salir a pelear, pero por desenfocarse, vio lo incorrecto y terminó mal. Nunca permitas que el enemigo te cambie tu enfoque.
Por último, el problema de David fue desobediencia. Para todo lo que él fuese a hacer con su ejército, tenía que contar con Dios; tenía que presentarse ante Dios, presentar ofrenda y lo que quería hacer; porque aquel no era el ejército de David, sino el ejército de Dios. Pero David toma el ejército para sí, y el resultado fue devastador. Es difícil concluir si fue Dios o el diablo; pero si fue Dios, la actitud de David fue la incorrecta, y si fue el diablo, estuvo mal dejarse llevar. Pero la pregunta realmente no es cómo comienza, sino cómo lo terminas.
“11 Y viniendo Gad a David, le dijo: Así ha dicho Jehová: 12 Escoge para ti: o tres años de hambre, o por tres meses ser derrotado delante de tus enemigos con la espada de tus adversarios, o por tres días la espada de Jehová, esto es, la peste en la tierra, y que el ángel de Jehová haga destrucción en todos los términos de Israel. Mira, pues, qué responderé al que me ha enviado. 13 Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres.” 1 Crónicas 21:11-13
El profeta le dijo a David que escogiera su castigo; hambruna por 3 años, pelear por 3 meses, o peste por 3 días. En tus peores problemas, haz como David: Señor, me pongo en tus manos porque tus misericordias son grandes en extremo. Dios ha sido misericordioso contigo. Has cometido errores, has hecho cosas con la actitud incorrecta y has tenido malos resultados, pero la misericordia de Dios no se agota; vuelve sobre tu vida. Nunca te pongas en manos de los hombres; ponte en manos del Dios Todopoderoso; que sea Él quien extienda su misericordia sobre tu vida y te levante. Acepta tu humanidad, sabiendo quién es el que sabe, desde el principio, trabajar con ella. Dios nunca ha tenido problema en enlodarse las manos contigo. Para crear al hombre, Él metió su mano en el fango; de algo sucio, sacó algo hermoso. Si hay alguien que sabe trabajar con tu reguero, que mete su mano en tu momento más difícil, es el Dios que te creó. Deja de ponerte en manos de los hombres, y ponte en manos de Aquel que no tiene problema en ensuciarse las manos por ti.
David podía escoger, y no lo hizo; dejó que Dios escogiera, y Dios escogió la peste. Ponerse en manos de Dios requirió gran humildad. Si escogía pelear, David sería defendido; así que habría puesto a su gente a pelear para defenderlo a él. Si escogía el hambre, en su casa no la habría porque él era el rey. David escoge la peste porque esa nos toca a todos por igual. No hay rico ni pobre cuando llega la peste; todos nos tenemos que poner en manos de Dios.
“15 Y envió Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando él estaba destruyendo, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía: Basta ya; detén tu mano. El ángel de Jehová estaba junto a la era de Ornán jebuseo.” 1 Crónicas 21:15 Cuando llegó la peste, acabó con setenta mil hombres, pero cuando llegó a Jerusalén, dice la Biblia que el ángel de Jehová se detuvo; Dios le dice: Detén tu mano; debemos acabar con todo esto, pero acorta. Esa es la misericordia de Dios, la que acorta tus procesos difíciles. Pasarás problemas; David sufrió muchísimo; pero la misericordia de Dios detuvo aquello. Cuando tú te entregas en manos de Dios, los tiempos de dificultad se acortan; misericordia llega a tu vida rápidamente. Así que entrégate a Dios; entiende tu humanidad.