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En la Crisis, una Nueva Empresa

Durante esta temporada, estamos creyéndole a Dios por un avivamiento personal.  Cuando hablamos de avivamiento, hablamos de esa pasión en el espíritu, eso que enciende el corazón, esa llama que calienta tu vida, que te mantiene encendido, con una pasión.  Los emprendedores necesitan una pasión, la pasión de avanzar, de crecer.  Una de las cosas más tristes que apaga la pasión, el fuego de una persona en cuanto al área de las finanzas son las deudas, el tener que trabajar para pagar algo que ya nos comimos o algo que ya tenemos.

Cuando tienes un sueño, una visión, tienes pasión en tu interior.  Quizás, por alguna razón, en tu vida se ha perdido esa llama, se ha ido apagando ese fuego de emprender, de avanzar, de conquistar, de progresar porque las experiencias que has estado teniendo te han llevado a pensar de esa manera en tu mente, en tus ideas.  Es muy triste y lamentable que estés pensando de esta forma y que estés tan atareado, tan ajetreado, ajorado en tu vida, que no puedas ver el progreso divino, el avance de Dios, y tener esa experiencia y decir: quiero volver a emprender, quiero avanzar en las cosas de Dios, pero quiero mi emprendimiento porque esta vez le va a dar gloria a Dios.

Hemos estado hablando de un avivamiento personal porque mucha gente está esperando un cambio en la sociedad, en la economía, que se vea entonces reflejado en ellos.  En otras palabras, hay gente que piensa que si el gobierno cambia y cambia la situación económica del país, entonces, estarán mejor.  Definitivamente, en el mundo ideal, mientras la comunidad prospera, tenemos ganancia, mejoramos, vivimos un mejor momento; pero a veces eso toma tiempo.  Por lo tanto, tú no puedes depender de esperar a que eso suceda para creerle a Dios por tu vida y mucho menos -como emprendedor – para creerle por tu vida económica, por tu empresa.  En medio de crisis y dificultad económica en tu nación, Dios te puede prosperar a ti, puede darte un negocio a ti, Dios puede encender en ti la llama de emprender.

En Lucas 4, Jesús lee el libro del profeta Isaías donde dice: el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.  Entonces, les dice que aquella escritura se acababa de cumplir delante de ellos.  Ellos no le creyeron.  Y Jesús continúa diciendo, que en el tiempo del profeta Elías había muchas viudas, pero a una le fue enviado el profeta.  En Sarepta había muchas viudas, pero una viuda, en medio de una mala economía, comió, disfrutaron ella y su hijo de provisión porque el profeta dio una palabra y ella la recibió.  Tardó tres años y medio que la economía cambiara.  Probablemente, el milagro le duró a ella durante el tiempo de la sequía porque por lo menos ella tenía un hijo que luego podía prosperar y su hijo podía avanzar y sostenerla; pero durante el tiempo de sequía, Dios no tuvo que hacer que lloviera para que la mujer comiera.  En medio de la sequía, ella comió.  Tristemente, otras viudas no recibieron el milagro, pero esa lo recibió.  Hay gente esperando que llueva para entonces ellos creer, pero ¿qué tal si podemos creer que en tu casa habrá provisión, aunque no llueva por un tiempo sobre tu ciudad?

2 Reyes 4 nos habla de aquella viuda que era esposa de un profeta, y tenía la situación de que su esposo se había endeudado antes de fallecer.  Ella queda viuda, llegan las deudas a su casa, y vienen a llevarse a sus hijos para que paguen la deuda.  La Biblia usa a las viudas de forma particular para hablar de la provisión divina.  En aquellos tiempos, culturalmente hablando, y dentro del pueblo de Dios, las viudas tenían un lugar de respeto, de prominencia; era muy importante el cuidado de las viudas dentro de la nación de Israel.  No se nos habla de viudos, sino de viudas.  La importancia de una viuda es que, en aquellos tiempos, culturalmente hablando, la mujer dependía económicamente del hombre.  En aquel tiempo no había los avances que tenemos hoy; hoy la mujer puede trabajar hasta desde su hogar, pero aquel era un contexto muy complicado.  Cuando una mujer quedaba viuda, quedaba básicamente sin sustento, sin aquel que le iba a proveer.  Y tenemos este caso en que los hijos tenían que pagar el error de sus padres.  Dios usa como ejemplo estas viudas porque quiere demostrar cómo Él tiene cuidado de aquellas que fueron desamparadas.  Este es un contexto económico diferente al de la otra viuda que atravesaba la sequía.  A la que querían llevarle sus hijos, el profeta le pregunta qué tiene en su casa, para ver qué podían hacer con lo que tuviera ella allí.  Y aquella mujer le dice que tiene un poco de aceite, a lo cual el profeta le instruye que busque vasijas vacías en toda la ciudad, y que luego se encerrara con su hijo y fuera llenando las vasijas.  Y ella siguió aquella instrucción, hasta que todas estuvieron llenas; se acabaron las vasijas vacías.  Luego, el profeta le dijo que vendiera el aceite, pagara lo que debía, y que luego ella y sus hijos vivieran de lo que quedara.

En medio de la situación personal difícil, Dios le da a aquella viuda una empresa, les enseña a ella y a sus hijos a multiplicar lo poco que tienen y convertirlo en mucho, en suficiente para pagar, vivir y luego seguir haciendo aún más.  Es un ejemplo espectacular de lo que Dios puede hacer en la vida de una persona.  Aquel fue el inicio de un proceso de aprendizaje para aquellos muchachos.  Básicamente, Dios tomó la necesidad de una viuda y les mostró a sus hijos cómo sostener a su mamá y cómo, milagrosamente, de poco, se podía hacer mucho.  Aquel fue el comienzo de una gran empresa de venta de aceite para aquel hogar.

Hoy, este mensaje no es tan solo para las viudas, sino también para todo aquel que esté teniendo una experiencia de viudez.  Puede que seas como la primera viuda, la de Sarepta, que las circunstancias económicas de tu país han creado un gran problema en tu casa.  Pues no tienes que esperar a que la economía de tu país, de tu nación, cambie para que Dios haga un milagro.  Puede que seas como esta segunda viuda, la de 2 Reyes 4, que malas decisiones del pasado en tu hogar, en tu familia, han provocado que las deudas, los problemas económicos te aturdan, te mantengan despierto y que haya ansiedad por el futuro que aparentemente no tienes y que no puedes ver hoy.  Pero ¿qué tal si le puedes creer a Dios por que te dé la oportunidad de emprender un nuevo negocio en los próximos meses?  Que se encienda una llama dentro de ti y que una vez más digas: voy a emprender.  En el pasado, por las deudas, cometiste grandes errores, dramáticos y drásticos, y lamentablemente te han hecho caer en dificultad, en la situación en la que te encuentras hoy; estás complicado en tu vida en este momento, pero eso no va a hacer que pierdas la pasión.  Hoy oramos por ti y creemos contigo por que Dios te dé una nueva empresa, que te dé esa pasión para avanzar económicamente.  Que se enciendan tus finanzas durante esta temporada y que puedas creerle a Dios por ese tiempo familiar lleno de poder, esa empresa que siempre habías soñado, y que desde hoy comience a arder dentro de ti esa pasión.  Un pequeño fuego hace que cambie toda la atmósfera, todo el ambiente de un hogar, de una casa, y hoy vamos a creerle a Dios que se enciende esa llama empresarial en ti.  Regístrate en otonielfont.com/enciende.  Conéctate con nosotros en estos 60 días y vamos a creerle a Dios que se va a iniciar una temporada especial en tu vida como emprendedor y empresario.

Fuente:
Pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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