Debe ser motivo de preocupación, y al mismo tiempo de estudio en nuestros espacios de educación formal e informal, la figura histórica de Jesús. Hoy la continuidad entre el Jesús del Kerigma (proclamación) y el de la historia, deben ser aspectos fundamentales a tomar en consideración, y ponernos a pensar de manera seria sobre la importancia de su humanidad, el ambiente social, su aspecto físico, el carácter, cualidades morales, actitud humana, emotividad, obediencia al Padre del maestro de Galilea, el cual fue hecho hombre y que en su condición de judío, mantuvo relación con los grupos de su tiempo y la gente común de la calle, estableciendo el amor unos con otros.
Sin embargo, los cristianos o seguidores de Jesús estamos acostumbrados a enfatizar, con razón o no, al Jesucristo como Hijo de Dios, que al Cristo de carne y hueso. Una prueba de esto, es que en ocasiones se pone más energía en los púlpitos en hablar de la divinidad de Jesús, que del Hombre-siervo, claro, que no se puede malinterpretar y negar la divinidad de Cristo, ¡nunca jamás!
En su humanidad, de “Verbo hecho carne”, se acercó a los hombres, amándolos hasta el fin (Juan 13,1), enseñándoles a hacer lo mismo. Su religiosidad le posibilitó una profunda disponibilidad al sacrificio. Su relación con Dios es asidua, una muestra de esto fue el ejemplo de la oración, la cual ocupó un puesto central en su vida, con el propósito de mostrar ejemplo a los que hoy le siguen.
Concuerda con lo expuesto arriba, la pregunta que Jesús hace en Marcos 8:27-29, sobre: Y ustedes, ¿quién decís que soy yo?, al mismo tiempo da paso a la reflexión sobre la persona de Jesús y mueve a expresar lo que sentimos y pensamos; y si es posible con esta interrogante se puede hacer una contextualización a la luz de la experiencia histórica, eclesiástica de cientos de pastores y ministerios que hacen vida en República Dominicana, y América Latina.
La interrogante estuvo presente siempre a lo largo de la historia de la iglesia y de la teología cristiana. Pero realmente la pregunta revela lo que nos interesa resaltar, que es su humanidad, el Jesús modelo y ejemplo para sus seguidores.
Hablar de la humanidad, es hablar de su identidad. Y entender que la opción fundamental de Jesús es revelada en su práctica mesiánica, tiene que ver con la manera en que Jesús vivió su misión, a partir de lo que hace y enseña. Nos habla de las tentaciones, pruebas, del enfrentamiento de Satanás, de los momentos de frustración, dolor, hambre, sed, cansancio, sufrimiento y tribulaciones en todos los órdenes de la vida.
En el desarrollo histórico, Jesús rechazó seguir el camino de la fuerza y el poderío económico, político, religioso y el camino de éxito que muchos creyentes profesan, el éxito por lo maravilloso, por lo del momento, lo que llama la atención de la multitud. En definitiva, lo milagroso, que moviliza a las personas, lo extraordinario, espectacular, lo fácil, aquello que produce placer, exaltación del “yo”, del hombre que tiene su mente en el cielo de manera permanente, y nunca en la tierra de los mortales. Son como especie de gentes que viven en las nubes, sin enfrentar la realidad en todo el sentido de la palabra.
El Jesús histórico muestra un camino duro, de entrega cada día, un andar de servicio y no se ser “servido’, de confrontaciones con el adversario del proyecto de Dios, camino de sufrimiento, entrega de la vida por su causa, de un reino del cual muchos hablan. Por ejemplo, se escuchan en las esferas de poder expresiones como: “gente del reino”, “ministro del reino”, pero de un reino que se queda simplemente en los “balcones de la gloria”, en la mente y la práctica religiosa de un grupo que han sacado ventajas del poder económico, fama social, reconocimiento de la gente, convirtiéndose en un “capitalismo con disfraz de religión”.
Como expresa el teólogo Alain Marchadour, al enfatizar sobre “las tentaciones en el desierto”.
El autor, citando a Marcos 8. 27-29, expone un drama en tres actos, a partir de dos protagonistas: Jesús y el tentador, define las tentaciones en los órdenes mencionados más arriba; es decir tentación económica, tentación política, tentación religiosa. Estas tentaciones están muy presentes en los círculos cristianos del momento, en los contextos, incluyendo el nuestro, con agentes o líderes de renombre y otros de “poca monta”, que nadan en las aguas de los terrenos de tentaciones y ofertas, que venden sus cabezas por un “plato de lentejas”.
Personajes que abusan del poder del balcón, sin misericordia, faltos de toda sensibilidad humana, y sin interés por las ovejas, que en ocasiones sólo son buenas, cuando producen leche y lana, que después de ser trasquiladas, sólo sirven para ser echadas a lobos para morir de descredito y mala fama.
La pregunta de quién es el Jesús histórico, sigue en el tapete, esperando respuesta. Jesús es aquel, que desde su humanidad, manifestó su divinidad. Todo lo que dice y hace, nos indica que perdemos el camino hacia lo divino, cuando miramos exclusivamente al cielo y no bajamos nuestros ojos hacia los niños, los enfermos, los pobres.
Ser cristiano, es amar la tierra y el ser humano (hombre-mujer) hasta las últimas consecuencias, tal como Dios en Jesús. Sólo cuando miramos y amamos como Jesús, podemos decir que tenemos comunión con él y su Padre. Servir a Dios y servir al vecino se pueden equiparar, tal como Jesús lo hizo al enseñarnos el gran mandamiento, de amar a Dios y amar al prójimo, sólo así encontraremos al Jesús hecho carne.