«Si se pudiera pesar mi sufrimiento y poner mis problemas en la balanza, pesarían más que toda la arena del mar. Por eso hablé impulsivamente.» Job 6:2-3 (NTV)
Job nos dice cuál fue el motivo de sus palabras y forma de expresarse, ¡su gran dolor! ¿Cuántas veces no nos hemos arrepentido de palabras dichas en momento de gran enojo, tristeza y aún en medio de mucha alegría? ¿Y peor aún, tomamos decisiones o hacemos compromisos para luego arrepentirnos?
Las emociones extremas pueden hacernos decir cosas que no sentimos en realidad, o a tomar decisiones precipitadas, o a actuar impulsivamente para luego sentirnos avergonzados por no pensarlo mejor. Dios nos deja estos detalles para enseñarnos. Si queremos tomar decisiones sabias, hablar y actuar con sabiduría, no debemos hacerlo bajo estado de emociones fuertes. Primero debemos meternos en oración, para rendir esas emociones y sujetarlas al Espíritu Santo.
Oración
Señor, solo quiero confiar en ti, cualquieras que sean las circunstancias. No me dejes desesperar, necesito Tu paz para esperar pacientemente Tu respuesta… Te necesito a Ti en todo momento. ¡Amén!