En la época de los años veinte, un musico muy reconocido a nivel mundial falleció y cada uno de sus hijos recibió su herencia, pero todos en mutuo acuerdo vendieron la casa de su padre para repartir a cada uno su parte y poco después de la publicación, una familia muy adinerada compró aquella residencia. Cuando fue el día de la mudanza, al recorrer la casa para poder limpiarla, uno de los pequeños hijos de aquella pareja, se encontró un sucio violín, algo maltrecho, sin ponerle mayor importancia, aquel violín resultó siendo el juguete de aquel infante. Tiempo después, este se aburrió de aquel objeto, por lo que lo tomó y lo echó en la basura.
Un chico que caminaba por aquellas calles, encontró el violín, se sintió ilusionado y fue a su casa con su hallazgo, sus padres al verlo se alegraron, pues pensaron en un futuro para su hijo a través de la música, ya que desde muy pequeño había dado a conocer que tenía gusto por ella, por lo que comenzaron a trabajar muy duro para poder pagar las clases de su hijo. Cuando llegó el inicio de clases, el adolescente llegó muy contento al instituto para comenzar sus estudios y al principio, para sus compañeros fue la burla del salón, ya que era de escasos recursos y su instrumento parecía sacado del basurero, con el paso de los días y los meses, uno de sus maestros se acercó al joven para dar mantenimiento al violín, pues debido a la inexperiencia del alumno, el violín estaba en malas condiciones, al tomarlo y darle el mantenimiento adecuado, el maestro quedó en gran manera asombrado, ya que encontró una marca que no era desconocida para él, decía: Antonius Stradivarius Cremonenfis Faciebat Anno I, resultó que era un Stradivarius, que hoy en día estaría valuado en 6 millones de dólares aproximadamente, esto conmocionó a todos en aquel lugar, el niño menospreciado, ahora era el orgulloso dueño de este hermoso ejemplar; con el tiempo aquel jovencito llegó a desarrollarse en las artes musicales y llegó a ser reconocido por su talento con el violín.
Tiempo después la historia de aquel instrumento llegó a los oídos de los hijos del músico fallecido, los cuales habían dado por inexistente aquel violín, ya que jamás lo tuvieron a la vista y su padre nunca les habló de él mientras estuvo vivo, aunque en su testamento se mencionaba aquella pieza; por esto decidieron llegar a uno de los conciertos del joven para hablar con él. Al llegar a aquel concierto y estando en medio de la sonata, los hijos del músico lloraron al escuchar sonar las notas emitidas por aquel joven y su violín, por lo que decidieron nunca mostrarse al chico, pues el violín estaba en buenas manos y jamás el joven supo de estas personas.
Después de leer esta historia, me gustaría tomarla como referencia y como una parábola a la manera del Señor Jesucristo.
El violín lo pondremos en figura del Evangelio de las Buenas Nuevas de Salvación, la Biblia dice: Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24); la familia que compró la mansión del músico que falleció, tipifica a las personas que teniéndolo todo, hacen de menos la salvación, tomándola como un mero accesorio y no dándole el valor adecuado, es más, como el niño rico que encontró el violín, muchos toman la salvación del Señor y su Evangelio por juguete. Estos son los que se encontraron con Jesús y lo vieron, pero lo despreciaron, porque no había en Él, según ellos, aspecto hermoso para que le desearan y lo valoraran, como dice la Biblia: Creció delante de Él como renuevo tierno, como raíz de tierra seca; no tiene aspecto hermoso ni majestad para que le miremos, ni apariencia para que le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado y no le estimamos (Isaías 53:2-3);
Muchos son los neófitos espirituales que andan de iglesia en iglesia pisoteando el sacrificio del Señor Jesucristo y culpando, señalando, dividiendo y destrozando el cuerpo de Cristo, por que para ellos, la iglesia se convirtió en el juguete de moda, en el accesorio para alcanzar algún lugar de reconocimiento, en el trampolín que los lanzaría a la fama, en el escenario en que reciben los aplausos; sin embargo, todo bien terrenal se termina destruyendo y cuando la iglesia ya no los divierte o los satisface, entonces se buscan otro juguete nuevo con el cual divertirse.
Esta generación, la llamada post covidiana, como el niño rico, a enviado a la basura la iglesia, pues las redes sociales trajeron un nuevo ciclo, los influencers una nueva moda, el enemigo un nuevo molde, que les ha enseñado a no congregarse, pues basta con “dar un like para ser salvo”, olvidando que la Escritura dice: Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros y mucho más al ver que el día se acerca (Hebreos 10:22-25).
Pero no todo esta perdido amigos y hermanos, pues como aquel chico que recogió de la basura aquel instrumento, hay algunos que, a pesar de las situaciones adversas, de las críticas destructivas, de los burladores, problemas diarios, entre muchas cosas más, se parecen a esta parábola: El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo (Mateo 13:44). El Señor Jesús nos pidió, que dejáramos a madre, padre, hermanos, hijos y demás, con el fin de seguirle a Él para ser sus discípulos, esto no quiere decir que vamos a olvidarnos de toda la familia y que cada quien salga como pueda, no, más bien el Señor nos ordena dejar la vana manera de vivir de todos nuestros familiares y el molde que el mundo nos ha impuesto, para que le demos el verdadero valor que merece la Sangre de Cristo, su obra redentora y las riquezas celestiales que hemos recibido juntamente con Él, por esto la Biblia nos aconseja: Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria (Colosenses 3:1-4).
La Biblia dice: Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios. Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios y justificación y santificación y redención, para que, tal como está escrito: El que se gloria, que se gloríe en el señor (1 Corintios 1:26-31).
El violín que fue tomado de la basura somos nosotros, maltrechos, golpeados y despreciados, pero en las manos correctas, en este caso de nuestro Señor Jesucristo, seremos usados y daremos las notas más hermosas delante de nuestro Padre Celestial, muy a la manera de Saulo de tarso de quien el Señor dijo a su siervo Ananías: Pero el Señor le dijo: Ve, porque él me es un instrumento escogido, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre (Hechos 9:15-16). El apóstol Pablo aconseja: Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? (1 Corintios 14:8).
Como instrumentos de Dios, busquemos estar entonces en las manos de Jesucristo nuestro Señor y no en las del niño rico, figura de nuestro enemigo el Diablo, que como dice la Escritura: El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas (Juan 10:10-11).