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El valor espiritual de la sangre de Cristo

LA SANGRE: líquido vital que circula por el cuerpo humano en cantidad de 5 litros, tan indispensables para su existencia que se puede decir: “porque la vida de la carne en la sangre está” (Lv. 17:11 y 14), o “la sangre es la vida (Dt. 12:23). Este hecho no impide que el salmista atribuya igualmente al soplo de Yaweh la vida de los animales (Sal. 104:30). La sangre representa la vida, tan sagrada para Dios que, la sangre del Abel asesinado, es descrita como clamando venganza desde la tierra (Gn. 4:10). Después del diluvio, el Señor dio permiso para comer la carne de los animales; sin embargo, se prohibió comer su sangre (Gn. 9:3-4 y Hch. 15:20 y 29).  Esta ley dada a Noé rige por tanto no solo para el judaísmo, sino para toda la raza humana.

También, se dio la siguiente orden “el que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada” (Gn. 9:6). Según la ley, la muerte es la paga del pecado. Para obtener el perdón era indispensable sacrificar la vida de un sustituto, prefigurando el sacrificio del Cordero de Dios en el calvario (He. 9:22). La sangre de los animales sacrificados sirvió para hacer la expiación sobre el altar (Lv. 17:1-14 y Dt. 12:15-16), o en el interior del santuario, sobre el propiciatorio (Lv. 8:23 y 30, Ex. 24:8 y He. 9:18-22). Mediante este símbolo, el sacerdote venía a decir al Señor: el hombre o el pueblo que yo represento debe morir por causa de su pecado. Pero la sangre aquí presentada demuestra que una victima inocente ha sido ofrecida en su lugar. “Tu ley queda satisfecha, otorga tu perdón según tu promesa”. En el Nuevo Testamento, las expresiones: sangre de Jesús, sangre de Cristo, sangre del Cordero, sangre del Pacto, sangre Rociada, son metáforas que representan la muerte expiatoria del Señor Jesús; fue por el derramamiento de su sangre que pudo realizarse la salvación (1Co. 10:16; Ef. 2:13; Heb. 9:14; 10:19; 1P. 1:2 y 19; 1Jn. 1:7, Ap. 7:14, 12:11; Mt. 26:28 y Hch. 12:24).

LA SANGRE CUANDO ES DERRAMADA ES SÍMBOLO DE: Crueldad (Hab. 2:12); Abominaciones (Is. 66:3); Pecado (Is. 59:3); Culpa (2 Sam. 1:16 y Mt. 27:25);  Culpa heredada (Mt. 23:35); Venganza (Ex. 35:6); Retribución (Is. 49:25-26); Matanza (Is. 34:6-8);  Juicio (Ap. 16:6); Victoria (Sal. 58:10).

LA SANGRE ES USADA PARA DESIGNAR: Unidad de la humanidad (Hch. 17:26); Naturaleza humana (Jn. 1:13); Degradación humana (Ez. 16:6 y 22); El alma individual (Ex. 33:8); La esencia de la vida (Gn. 9:4 y Lv. 17:11 y 14); La santidad de la vida (Gn. 9:56); Medios de expiación (Lv. 17:10-14); Regeneración (Is. 4:4 y Ez. 16:9); Nuevo pacto (Mt. 26:28); La vida nueva (Jn. 6:53-56); Expiación de Cristo (Heb. 9:14); Redención (Zac. 9:11); Remisión de pecados (Heb. 9:22).

EL PECADO Y LOS SACRIFICIOS ANTIGUOS. Pecado viene del término Griego Hamartia: literalmente un errar el blanco; se usa del pecado como productor de acciones. En Romanos 6:6, es usado como un poder organizado, actuando por medio de los miembros del cuerpo. Aunque el asiento del pecado esta en la voluntad, el cuerpo es el instrumento orgánico, el asiento físico (Ro. 5:21; He. 3:13 y 11:25).

Pecador: Hamartolos, palabra griega que significa literalmente, uno que yerra el blanco, es el término más usual para describir la condición caída del hombre (Ro. 5:8 y 19).

LA SANGRE EN LOS SACRIFICIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO. En el Antiguo Testamento: es el acto de cubrir el pecado de los culpables por la ofrenda de sacrificio de un animal sin defecto, por el cual el culpable era declarado limpio, con mira a la sangre del inmaculado Cordero de Dios que llevaría el pecado de la humanidad en la cruz. (Lv. 17:1-14 y Dt. 12:15-16).

En el Nuevo Testamento. Expiación: es la anulación del pecado mediante el sacrificio vicario de Cristo, que manifiesta la misericordia al pecador que cree en él. Libre de la justa ira de Dios e introducido por Cristo al pacto de gracia. (Jn. 1:29; 1P. 1:18-20).

¿POR QUÉ LA SANGRE DE CRISTO HABLA MEJOR QUE LA DE ABEL? A Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada, que habla mejor que la de Abel (He. 12:24).

Abel: alcanzó testimonio de justicia delante de Dios y aún habla por su ofrenda (He. 11:4; tuvo la visión de la sangre: testimonio del medio de expiación. La sangre de Abel demanda venganza. Desata maldición al homicida en la tierra que habite. La tierra se le negará a producir. Errante y extranjero serás. (Gn. 4:9-12).

La Sangre de Jesús: Es sangre de paz, otorga, no reclama. Desata bendición al pecador al aceptar al plan de salvación. Por su sangre el don de la vida eterna. Vida de triunfo en este mundo. Poder y autoridad sobre fuerzas de las tinieblas a todo el que cree.

PARTICULARIDADES DE LA SANGRE DE CRISTO Los pactos divinos y humanos se celebraban con un banquete. En el caso de los pactos que Dios hizo con su pueblo, llamó a los ungidos del pueblo a comer en su presencia (Ex. 24:9-10), y en los banquetes estuvo siempre presente el vino, que es símbolo de la sangre que Cristo derramaría en el Gólgota por nuestros pecados, para salvación de todos cuantos crean en él.

El nuevo pacto fue sellado con la sangre purísima del Hijo de Dios, a fin de favorecer a todos aquellos que han hecho su pacto de fe con el Dios de Israel en Cristo, con los beneficios de la salvación, que es la gracia mayor, las promesas, los dones, la perseverancia de los santos, sanidad, liberación, revelación de la palabra, prosperidad, etc.

La sangre está presente junto al pan en la cena del Señor (1Co.11:23-26). Habla de la comunión intima con él, al tomar el vino, Jesús dijo:” el que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él.” (Jn. 6:56). Al ser tomado el vino, el Espíritu Santo obra en sobrenaturalidad, purificando, santificando y ministrado restauración, sanidad interior y física en la vida interna del creyente.

En la sangre de Cristo se encuentra la vida de Dios, representada por la palabra griega mas noble para vida, Zoe, que alude a la vida espiritual, la vida resucitada de Cristo, la cual el Espíritu Santo ministra al creyente fiel, lo que trae: un flujo de libertad, sobrenaturalidad y experiencia de sublimidad y espiritualidad; Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad (He. 13:20-21).

VALOR DE LA SANGRE DE CRISTO EN LA REDENCIÓN “Según la ley, casi todo es purificado con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados.” (He. 9:22). “Por cuanto todos pecaron y están destinados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.” (Ro. 3:23-25).

“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por él más amplio y mas perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los impuros, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (He. 9:11-14).

“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Ef. 2:13). “Pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros padres),  no con cosas corruptible como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” (1P. 1:18:19). “El me dijo: estos son los que han salido de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero.” (Ap. 7:14). “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del cordero y de la palabra del testimonio de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” (Ap. 12:11).

REFLEXIÓN FINAL El líquido que expía el pecado no es el agua, ni el chocolate, ni el café, ni el jugo de frutas, sino la sangre, que es la vida de la carne (Lv. 17:11 y 14). En la antigüedad, Dios demandó sangre de animales para cubrir el pecado humano, hasta que viniera Cristo a derramar su sangre pura y verdadera, para limpiar nuestros pecados. La obra de la redención fue completa al Cristo morir por nuestros pecados en la cruz, ser sepultado, resucitar al tercer día, ascender a los cielos, y sentarse a la diestra de la majestad en las alturas, con promesa de regresar por su iglesia (1Co. 15:3-4; He. 1:1-3; 1Ts. 4:16-17).

En cualquier lugar bajo el cielo, ahora anunciamos el evangelio de salvación llamando a los hombres al arrepentimiento y a la conversión, a fin de que laven sus pecados en la sangre purísima de Jesucristo, para recibir la herencia incomparable de la vida eterna, que él ha prometido a los que le obedecen. ¡Recíbele hoy!

Fuente:
Pastor Luis Reyes

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