
Ser hijo o hija de Dios es un llamado que trasciende cualquier reconocimiento humano. No depende de títulos, logros o aplausos de la sociedad; nuestra verdadera identidad se encuentra en Él. Como nos recuerda el pastor Ezequiel Molina hijo, “Ese es el valor agregado a mi vida”: saber que, dondequiera que vayamos, pertenecemos al corazón de Dios.
El pastor Ezequiel Molina hijo nos llama a recordar que este reconocimiento transforma nuestra vida. El día que nos convertimos, dejamos de ser definidos por lo que otros piensan de nosotros y empezamos a vivir según el llamado más grande: ser parte de la familia de Dios. Cada experiencia, cada dificultad y cada logro encuentra sentido en esta verdad, porque nuestra dignidad y propósito ya no dependen de factores externos, sino de nuestra relación con el Creador.
Hoy, siguiendo el llamado del pastor Ezequiel Molina hijo, podemos afirmar con confianza: “Yo soy hijo de Dios”. Esa verdad será siempre nuestro referente y fortaleza, iluminando cada paso de nuestro camino.



