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El Señor llama a su pueblo a recibirlo como Señor y Salvador de nuestras vidas.

Al comenzar un nuevo año tenemos que seguir confiando en la fortaleza de Dios, mirando al futuro con sueños renovados, precisamente olvidando el pasado, con la esperanza, la certeza y la seguridad de que es mucho mejor lo que nuestro Señor nos tiene preparado para este comienzo del 2016.

La Biblia dice: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filipenses 3:13-14.

Preparémonos para comenzar y seguir el curso del nuevo año con fe renovada, dejando lo que queda atrás, enfocándonos en la meta que debemos alcanzar en la vida cristiana, el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Dios nos ha llamado, no para que sigamos haciendo lo acostumbrados del pasado, sino que en este año necesitamos una renovación total, y no conformarnos con lo que ya hicimos.

“No acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosas nuevas; pronto saldrá a luz; ¿No la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, ríos en la soledad”, Isaías 43:18-19.

Tenemos que dejar atrás los pensamientos y acciones negativas que intentan desanimarnos, tales como la descomposición social, política, económica, religiosa, la soledad, la injusticia, los vacíos emocionales, el temor, la soledad, el desamor, y es ahí donde debemos levantarnos y confiar en que Dios ha tenido siempre el control de nuestras vidas.

Este año debemos tener como meta realizar acciones y trabajar arduamente en el crecimiento de la iglesia de Jesucristo, para que sea fortalecida en lo socio espiritual, demandando en su formación una mayor integridad de sus líderes y miembros con capacidad para suministrarle los alimentos espirituales al pueblo de Dios, para una formación conforme a la verdad de Cristo.

Todo eso ayudará a evitar un posible deterioro en la conducta de los feligreses. Son pocos los que se detienen a valorizar la visión que Dios nos ha dado, porque nos estamos saliendo de la voluntad de Dios.

Es de todos sabido, que la visión de Dios para la iglesia es cambiar las naciones con el poderoso evangelio de Jesucristo, por lo que la iglesia no debe ni puede perder su identidad bíblica, porque nuestra identidad ha sido diseñada por Dios. Tenemos que morir al viejo hombre para que surja la vida de Cristo en cada creyente y poder experimentar el gozo y la gracia del perdón divino.

Las iglesias han dado una palabra profética para el pueblo de Dios, para que se produzca un gran avivamiento, y para que eso ocurra y permanezca, tenemos que hacer reformas radicales en las mentes y en nuestros corazones con los principios de la verdad, es decir, con la palabra de Dios, escrita en la Biblia para que seamos bendecidos.

Esa palabra profética y apostólica que está viviendo la iglesia de Cristo, nos lleva a una nueva dimensión de poder de gloria y de autoridad. Dios manifestará su poder, su autoridad, su gracia y sus maravillas a través de sus siervos que se mantengan fieles a sus ordenanzas.

En este año 2016, es tiempo de buscar su presencia, acercarnos más a Dios, enamorarnos de su palabra, apasionarnos con la gracia de su amor, fe, prudencia, sabiduría, paz, y de muchas bendiciones.

Dios nos ha mandado a decir que nos arrepintamos, que busquemos su rostro, que vayamos a la calle a evangelizar, que seamos un pueblo que vele por su venida, con una vida pura, limpia y sin mancha. Es el tiempo y la hora que debemos mirar a Dios como nunca antes. Debemos reconocer los días en que vivimos, ver que las profecías se cumplen a cada momento, que la tierra está gimiendo por la proclamación del evangelio a cargo de los hijos de Dios.
Este es el año en que cada creyente debe mostrar con su vida la imagen misma de Jesucristo, tomar el espejo y mirarse a cara descubierta, si verdaderamente es un portador de su gloria, porque la iglesia de costumbres y leyes se acabó; la iglesia llena de infantilismo, hipocresía y sensacionalismo llegó a su final para que una iglesia gloriosa se levante en el poder del Señor.

Este es el año de venir al altar del Señor y gemir con un corazón contrito y humillado, pedirle a nuestro Dios que nos transforme, nos santifique, cree dentro de nosotros un nuevo corazón y que el viejo odre sea quitado de nuestras vidas para que vuelva a nacer un nuevo hombre.

Todo lo que nos ha alejado de Dios debemos dejarlo, tales como el pasado, la religión, el pecado y cualquier otra cosa que nos ha impedido obedecer su clamor profético para la hora final. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron ya, he aquí todas son hechas nuevas”, 2 Corintios 5:17.

Tabernáculo Prensa de Dios asume un compromiso delante de Dios, y es remover profundamente a las iglesias para encontrar personas que estén dispuestas a clamar a Dios, un remanente en el cuerpo de Cristo que esté diciendo a viva voz: “Yo necesito más de Dios”. Que tu meta principal para este año sea amar a Dios por encima de todas las cosas, entonces, te aseguro que este será el mejor año de tu vida.

 

Fuente:
Margarita García

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