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El Señor es nuestro pastor

Queridos hermanos, recuerdan, esa imagen de un pastor guiando y cuidando su rebaño de ovejas en una tranquila y soleada pradera?

Hoy quiero que recuerden que “El Señor es nuestro pastor”. Él nos guía, nos llama, y es quien nos salva cuando estamos en peligro, Él es quien nos cuida y protege donde quiera que estemos o como estemos. Él puede ir hasta el fin del mundo por todos nosotros. Su amor por sus ovejas es tan especial y profundo que haría cualquier cosa por ellas.

Recuerden que fue, Él mismo quien nos eligió para ser parte en su hermoso rebaño. No le importó nuestro pasado ni nuestro pecado, sino que escogió amarnos tal como somos.

¿Por qué se nos llama oveja?
Jesús mismo nos llama ovejas. La razón de llamarnos ovejas es porque somos muy parecidos a ellas. Vivimos junto a los nuestros, sintiéndonos iguales y teniendo el mismo pastor que nos ama y nos cuida.

Como ovejas de Jesús, somos muy diferentes a los demás, porque tenemos características que nos distinguen de los demás, y nos hacen parte de un rebaño único e irrepetible. Las ovejas de Jesús:

Tenemos un solo pastor
Como ovejas, tenemos un solo pastor, y sabemos quién es porque lo conocemos y hemos caminado con Él y escuchado sus palabras. Por lo tanto, simplemente lo seguimos (Juan 10:5).

Muchos quieren engañarnos y desviarnos, por lo que debemos estar seguros de a quién seguimos. Muchos engañadores quieren hacernos daño. Quieren que nos desviemos de los caminos de Dios, y quieren hacer que nos mudemos de nuestros hogares para que nos perdamos para siempre. Por lo tanto, debemos estar atentos a nuestro pastor y escuchar lo que tiene que decir.

Cada uno de nosotros tiene derecho a elegir a quién quiere seguir, Jesús no obliga a nadie a hacerlo (Él nos da libre albedrío). Pero así también, nos deja elegirlo como nuestro único Pastor y seguirlo hasta el final de nuestra vida.Reconociendo la voz de nuestro pastor

Igual que las ovejas conocen la voz de su pastor, así mismo debemos aprender a distinguir la voz de nuestro pastor.

Debemos reconocer la voz De Dios para que no seamos distraídos o engañados por otros que solo quieren destruirnos y hacernos quedar mal. Hay voces en nuestras vidas que nos hacen tomar malas decisiones y nos llevan por el camino de la destrucción si las obedecemos.

Uno de ellos es la voz del diablo, que siempre nos desea el mal, y quiere hacernos mucho mal. Cuando tenemos a Jesus como nuestro sacerdote para protegernos, nos sentimos protegidos y seguros. La voz de Jesús siempre trae paz y tranquilidad.

Aunque la voz del diablo nos vuelve inseguros, impacientes y generalmente nos llena de cosas malas, debemos tener fe y pedirle al Espíritu Santo que nos dé discernimiento para saber cuál es la voz de nuestro Señor y cuál es la voz del engañador.

Permanecer en la manada
Una cosa que el Señor quiere que hagamos es vivir como hermanos y amarnos como tales (Hebreos 10:27-28).

El Señor quiere que seamos una familia llena de amor y unidad. Él quiere que nos unamos para que aprendamos a ser comunidad y rebaño llenos del Espíritu Santo. Cuando hablamos de estar en el rebaño, estamos hablando de reunirnos en la casa de Dios, ósea que seamos parte de una congregación.

Una casa o congregación que este llena del amor de Dios, donde podamos levantarnos, apoyarnos y aconsejarnos unos a otros. También es muy importante estar en un lugar que cuando oremos, sintamos la presencia de Dios en nuestra vida y podamos disfrutar juntos como hermanos de la gran bendición que el Señor nos ha dado.

Tenemos mansedumbre
Dios no solo nos ha elegido para ser parte de su rebaño, sino que quiere que ayudemos a otras ovejas perdidas. Él quiere que demos en respuesta por el amor que nos ha dado. Debemos tener un buen testimonio para que la oveja perdida vea el cambio que Jesús hizo en nosotros, cuando vino a nuestro corazón. No solo debemos reconocer lo bueno, sino también ser misericordiosos con los demás como lo fue Jesús (2 Timoteo 2:24-25).

Debemos aprender a perdonar y evitar estar en conflicto con nadie, para que nuestro testimonio no sea contaminado. Dios quiere que seamos ovejas que ayuden a los demás, quiere que aprendamos a ser obedientes y pacíficos, para que la paz reine en nuestro corazón y la transmitamos a los demás.

El Señor quiere que sea él quien con su dulce voz nos guíe por el camino que nos ha trazado. Que lleve a la oveja descarriada a encontrar un hogar en medio del camino. Él nos ama tal como somos.

Muchos de nosotros, o la mayoría de nosotros, hemos sido personas que hemos hecho mal o hemos hecho mal a los demás. Talvez, no tengamos el mejor testimonio. Quizás, cuando llegemos a los pies de Cristo, pensamos que éramos indignos y que nuestro pecado era tan grande que Él no nos perdonaría. Tal vez pensamos que somos tan malos que no podemos arreglarlo, o que nuestras vidas no tienen sentido.

Pero para Jesús es al revés, para Él somos las ovejas perdidas que necesitaban ser salvadas. Para Dios, nuestro pecado es lo que nos hace humanos, Él sabe que nos equivocamos porque no somos perfectos, y por eso nos perdona con amor, nos perdona con misericordia y nos perdona de todo corazón. Él conoce todas nuestras debilidades, Él conoce todos nuestros lados buenos y malos y eso no le impide amarnos.

Ya no pienses en el pasado, piensa en nuestro presente y futuro. Siempre lo fue, mucho antes de que lo conociéramos, porque primero Él nos conoció y nos amó (1 Juan 4:19).

El buen pastor daría cualquier cosa por nosotros
Posiblemente, algún día fuimos esas ovejas perdidas. Una vez estuvimos (o estamos) perdidos en el mundo, y tal vez asustados, enojados o fuera de control de nuestras vidas; tal vez éramos parte del rebaño del Señor, pero por diferentes situaciones de la vida, decidimos irnos.

Y si es así, les digo que Jesús los está buscando, los está llamando, y solo a ustedes y a mí nos corresponde oír el llamado de su voz. La Biblia dice que si alguien tiene 100 ovejas y una de ellas se pierde, el pastor va en busca de su oveja hasta que la encuentra. Ese pastor es Jesús, y nosotros somos las ovejas que una vez se perdieron (Mateo 18:12).

Él no dejará de buscarte, si es necesario, Jesús sacrificaría el mundo entero para encontrarte y llevarte a casa, porque para él no eres una oveja, eres muy especial, eres su tesoro especial y eres su amado. Nosotros somos sus valiosas creaciones. Dios muestra su amor por nosotros en una forma especial, aunque éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).

El amor de Jesús es tan grande y desinteresado que Él mismo decidió venir a este mundo, Él sabia todo lo que le iba a suceder, Él sabia que sería humillado y tratado injustamente, y sabia que este mundo lo juzgaría en el peor de los casos. Pero este hombre maravilloso y poderoso aún eligió venir y morir para que tú y yo no nos perdiéramos. Él eligió derramar cada gota de sangre para quitar nuestros pecados.

Su amor por ti y por mí es tan grande que sufrió el dolor de las torturas infligidas a su cuerpo. Él soportó un dolor que solo nosotros los pecadores merecíamos. Aun así, sabiendo esto, Jesús eligió hacer la voluntad de nuestro Padre y darnos la oportunidad de ser salvos.

¿Qué podemos concluir?
Nada nos puede separar del amor de Dios (Romanos 8:38-39).

Dondequiera que vayamos, Él está allí, llamándonos, cuidándonos y encontrándonos cuando estamos perdidos.

Igualmente a la escena que mencionamos al principio, de un pastor guiando sus ovejas en un tranquila y soleada pradera, así mismo Nosotros somos parte de su rebaño. Nosotros, somos parte de la familia y somos amados.

Nunca lo olvides. Jesús nos da cada día la oportunidad de seguirlo y escuchar su voz; cada día es una prueba del amor de Jesús, para que sepáis que no murió en la cruz en vano.

Murió para que pudieras ser libre y vivir una vida bendecida, para que pudieras encontrar una nueva dirección, y murió en la cruz para mostrar lo importante que eres para Él.

 

Fuente:
Juan C. Planterio

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