“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;” Hechos 9:1-3
Pablo iba un día, creyendo que estaba haciendo lo correcto, pensando que tenía las cosas claras; no perseguía a los cristianos por perseguirlos; él tenía permiso, estaba deslumbrado. Lo que él quería era ser un hombre bueno, ser el mejor de los fariseos; si eso significaba matar a unos cuantos, él lo haría, y lo haría con permiso. Pensando que veía bien, era cuando más ciego estaba. Pero un día, yendo en ese camino, llegó un reflejo de luz, un resplandor que lo marcó, que lo detuvo y le hizo cuestionar y le mostró lo ciego que estaba.
Tú vas a tener un resplandor de la verdadera luz que te debe alumbrar, para que te des cuenta cuán ciego estás en alguna área de tu vida. Vas caminando, pensando que lo estás haciendo bien; te has dejado deslumbrar por la familia, por las finanzas, por la sociedad, y piensas que estás haciendo lo correcto, y puede que sea el momento en que más errado estás. Y cuando no te encuentras con la verdadera luz, sigues por el camino incorrecto.
“4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.” Hechos 9:4-7
Esta gente estaba ciega, pero por primera vez veía correctamente, sus ojos serían abiertos. La Biblia dice que el apóstol Pablo fue llevado donde el sumo sacerdote, estuvo tres días; Dios tuvo que hablarle al sumo sacerdote para que lo recibiera. Este cuestionó cómo iba a recibir a aquel que les perseguía. Pero Dios se lo llevaría ciego, aunque sería cuando mejor iba a ver. Dice la Biblia que después de tres días, se le cayeron las escamas de los ojos a Saulo y por primera vez podía ver.
Hay un día que el verdadero resplandor de Cristo tiene que alumbrar tus ojos para que entonces puedas ver por primera vez lo que Dios quiere para tu familia, para tu vida, para tus finanzas. Un día tienes que encontrarte con ese reflejo de luz que te haga ver lo ciego que tú estabas, y pueda encaminarte en el camino correcto. Saulo tuvo esa experiencia, y pedimos a Dios que haya un momento de oscuridad en tu vida para que puedas encontrarte con el reflejo correcto, y puedas cambiar el rumbo de tu familia, de tus finanzas, de tu empresa, de tus hijos, de tu sociedad.
Pero mientras pienses que estás en el camino correcto, y te dejes llevar por los destellos, no piensas, no oras, no analizas, no pides revelación a Dios, te dejas llevar por las cosas incorrectas, te deslumbras por cosas que no tienen valor ni sentido, por cosas que no están en el tiempo de Dios para ti. Dice la Biblia que Dios hizo todo hermoso en su tiempo. Si algo en tu vida hoy no es hermoso, no es porque no sea hermoso, es porque está fuera de tiempo; porque si fuera tu tiempo, sería hermoso.
El problema es que nos deslumbramos; pero tenemos que decidir. El apóstol Pablo tomó una decisión un día.
“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. 2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. 3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. 4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.” Filipenses 3:1-7
Cuando tú miras fijamente una bombilla, una luz artificial, y luego miras a tu alrededor, pierdes lo más importante, que es la gente a tu alrededor. Cuando te deslumbras con la luz incorrecta, dejas de ver las cosas que son importantes. Nunca una estrella tendrá el efecto de una luz artificial. Tú puedes mirar una estrella toda la noche, y no va a dañar tu vista, no va a afectar tu manera de ver las cosas; por el contrario, vas a ver con claridad. Cuando tú ves el reflejo de Cristo en tu vida, es cuando más claro tú puedes ver.
Hay cosas que tienes que dejar a un lado; títulos, por ejemplo, al igual que Pablo. Más adelante, el apóstol sigue diciendo: Una sola cosa hago: Olvido lo que queda atrás, y me extiendo hacia delante, hacia la meta del supremo llamamiento. En el siguiente capítulo, el apóstol dice: Sé estar en abundancia; sé tener mucho, y sé tener poco; de todo aprendo y en todo estoy contento. Y termina diciendo: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Pablo no se dejaba deslumbrar por los lujos; él decía: Si tengo dinero, lo puedo, pero no por el dinero, sino en Cristo; y si no tengo, comoquiera puedo, porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Tiene que haber un día donde tú te deslumbres por las cosas correctas, que te deslumbres por la luz de Cristo, que sepas el valor de lo que importa realmente. Que en tus momentos de oscuridad, dejes de ver la luz artificial. ¿De qué te sirve que te den un título de una posición a la que Dios no te llamó? De nada te sirve. Mejor que no te den el título, y te dejen hacer aquello a lo que Dios te llamó. Deja de deslumbrarte por las cosas incorrectas. Persigue la luz correcta.