“21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” Romanos 3:21-23
Palabra poderosa e impresionante cuando en la Biblia podemos ver que todos estamos incluidos en el mismo problema, y que para todos está la misma solución. Es de las pocas cosas, o la única, que todos podemos decir, sin importar país, educación, raza; todos estamos en el mismo bote, en el mismo problema: todos pecamos, todos fuimos destituidos de la gracia de Dios. Pero también probablemente sea lo único en el mundo que la solución es la misma para todo el mundo, y más que la misma, la única; que nuestro Padre celestial nos reciba en su regazo con amor, cuando nosotros entendamos que envió a su Hijo para que muriera por nosotros en la cruz del Calvario.
Esa es la solución para la humanidad. Cuando entendamos eso, solucionaremos muchos problemas. Hoy no podemos solucionar los problemas del mundo, pero quizás sí el tuyo, si por fe recibes esta palabra.
La pregunta es cómo es eso de que pecamos, en qué momento, cómo, dónde. Hay quienes están conscientes de que están haciendo las cosas mal, pero hay otros que no. Cuando tú entiendes que, en tu naturaleza humana, por causa de generaciones pasadas, por causa del pecado de Adán, de la humanidad, por causa de cómo nacemos y cómo esta carne se comporta y cosas a las que esta carne está acostumbrada y desea, automáticamente, el ser humano, lamentablemente, se dirige a las cosas que no son correctas. Es curioso que nuestros niños, a veces, se rebelan, son rebeldes. Tú no les enseñas a ser rebeldes, pero en ellos está esa rebeldía, esa dirección que demuestra la condición de la naturaleza humana, demuestra nuestra vulnerabilidad a las tentaciones, a las dificultades, a las situaciones, que demuestra que realmente necesitamos de un Salvador, que el Señor intervenga en nuestras vidas para nosotros poder experimentar el poder de Dios y esa transformación.
Cuando miras las leyes morales de la palabra del Señor, y miras nuestros deseos, nuestras pasiones, hay cosas dentro de ti que, quizás, son aprendidas, que fueron tus decisiones, pero hay otras que tú ni sabías que estaban en ti, y que por alguna razón hay una inclinación a ciertos problemas, dificultades, situaciones en tu vida, y te preguntas de dónde salió todo eso. Pues precisamente ese es el problema de la humanidad. En nosotros está esa naturaleza pecaminosa que nos aparta de Dios, que se rebela en contra de Dios, y que por eso es que todos necesitamos siempre de la única solución, la única respuesta, que es nuestro Señor Jesucristo. Por eso es que necesitamos el remedio por excelencia, el único remedio: una relación con nuestro Padre celestial, a través de la persona de Cristo.
Por supuesto, de ahí en adelante, tenemos que comenzar a someter nuestros pensamientos, transformar nuestra mente, comenzar a entrar en disciplina de nuestros cuerpos, de nuestros hábitos, comenzar a estudiar la palabra, sabiendo que vamos a tener una lucha constante, que ninguno de nosotros es perfecto, que tenemos inclinación hacia el pecado, lo negativo. Nos pasa a todos, y es por eso que necesitamos mantenernos siempre conectados a nuestro Padre celestial. Si tú necesitas ese remedio, ese cambio, ve ahora a unnuevocorazon.com y llena la forma entregando tu vida al Señor, y comienza a dar esos primeros pasos de fe.