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El Propósito Trascendental. La Encarnación de Cristo como la Esencia de la Gloria Divina

La gloria de Dios sugiere Su grandeza, Su poder, majestad, esplendor, santidad y mucho más. (1 Cr. 29:11). En este estudio veremos un punto de mucha importancia para todo ser humano, no importa que ya tenga a Cristo en su corazón, o para aquel que todavía no tiene el privilegio, pero que hoy tendrá la oportunidad de conocerlo.

Realmente ¿qué es la gloria de Dios
Salmos 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos”.

I. Cierto los cielos cuentan la Gloria de Dios, pero ¿Realmente cual es la Gloria de Dios?
Juan 11:4 “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Ah, entonces para que Dios sea glorificado tiene que ser glorificado el Hijo.

Oyéndolo Jesús, dijo:

Esta enfermedad no es para muerte—a resultar en la muerte—mas por la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella—es decir, por esta gloria de Dios. (Véase el griego).

¡Lenguaje notable! el cual de labios de una criatura habría sido intolerable. Quiere decir que la gloria de Dios manifestada en la resurrección de Lázaro, vendría a manifestarse como la gloria, personal e inmediatamente, del Hijo.

Jesús mismo está diciendo que la gloria del Padre es la gloria personal e inmediata del Hijo.

II. Entonces ¿Qué o Quién es la gloria de Dios?
2 Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”

RESPUESTA: LA GLORIA DE DIOS ES JESÚS.

Dice: “Para iluminar del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

Juan 1:9-13 “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

El mensaje central de toda Biblia es Jesucristo, este día oí a un pastor decir que el propósito de la venida de Cristo al mundo, no fue para morir por nuestros pecados, para morir como el cordero perfecto que expió el pecado del mundo, sino para mostrar la gloria de Dios. Hermanos es un poco difícil entender este punto de vista porque todo el tiempo hemos estudiado y leído que el propósito del sacrificio de Cristo en la Cruz fue traernos la Salvación eterna, pero si tiene razón este pastor, porque con la encarnación de Cristo en la tierra mostró la gloria de Dios, que es Él mismo. Lo dice claramente:

Juan 14:7-11 “7 Si me conocieseis, también a mi Padre conocierais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”.

Él es la Resurrección y la Vida. Todo el que ve a Cristo por fe, ve al Padre en Él. A la luz de la doctrina de Cristo vieron a Dios como Padre de las luces y, en los milagros de Cristo vieron a Dios como el Dios del poder. La santidad de Dios brilló en la pureza inmaculada de la vida de Cristo. Tenemos que creer en la revelación de Dios al hombre en Cristo; porque las obras del Redentor muestran su gloria, y a Dios en Él.

III. Jesús hace una declaración muy enfática.
En su humanidad Jesús sintió las cosas al igual que nosotros:

Mat 26:38 “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.

Pero en su divinidad:

Marcos 15:2 “Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.

Juan 18:33-36 “33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

Jesús lo dice enfáticamente:

«Para eso he nacido, y para esto he venido al mundo«

Si para revelar al Padre por medio de Él mismo, por su poder, sus milagros, por su magnificencia, por su amor eterno, para salvarnos, para darnos vida eterna, para establecer su reino aquí en la tierra. Su primera venida, no vino con poder, sino como cordero perfecto, pero nos promete su regreso, su segunda venida con poder, para reinar con vara de hierro.

El propósito de la encarnación de Cristo es lo más grande en toda la historia de la tierra, y debemos sentirnos felices de su venida, pero especialmente del propósito especial por el que vino. DEBEMOS SER SENSIBLES A ESTE MENSAJE Y RECIBIRLO COMO NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR PERSONAL, PUES ÉL ES EL RESPLANDOR DE LA GLORIA DE DIOS, Y TIENE EL PODER DE PERDONAR NUESTROS PECADOS Y DE DARNOS VIDA, Y VIDA EN ABUNDANCIA.

Y cerramos con broche de oro en el libro de Apocalipsis:
Apocalipsis 21:23 “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

El Cordero, nuestro amado Señor Jesucristo es su lumbrera, la gloria de Dios que no necesita de sol ni de luna que brillen en ella.

Si usted todavía no ha recibido a nuestro Señor Jesucristo como su Señor y Salvador personal, lo invito a que tome la decisión en este día, solo tiene que arrepentirse de sus pecados e invitarlo a que entre a morar en su corazón.

Que la paz del Señor esté con todos.

 

Fuente:
José Alberto Vega

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