Cuando hablamos del don de milagros, hablamos de una intervención sobrenatural en el curso normal de las cosas. Es una pausa a unas leyes naturales, para cumplir un propósito divino. Un milagro no es romper una ley; Dios no rompe sus propias leyes, sino que sujeta ciertas leyes a otras más grandes. Cuando hablamos de leyes, nos referimos a los principios que gobiernan este mundo; Las de la ciencia, de la física, de la naturaleza, aquellas que permiten que todo funcione sistemáticamente. Dios no viola esas leyes; Él las interrumpe o les pone una pausa para alcanzar algo en particular.
La ley de la aeronáutica, por ejemplo, no rompe la ley de la gravedad, lo que hace es que la interrumpe o sujeta ese avión a una ley más grande, una que va a trabajar bajo unas funciones en particular, pero aún ese avión necesita la ley de la gravedad; De lo contrario, irías dentro del avión flotando. Y eso es lo que pasa cuando hablamos de un milagro. Un milagro no rompe una ley, sino que por un momento te sujeta a una ley mayor, a algo sobrenatural, pone una pausa en el curso de lo que se supone que ocurra, con el propósito de cumplir algo en particular en tu vida y lograr algo para el reino de Dios.
Hay quienes piensan que la época de los milagros ya terminó. Nosotros no creemos esto, pero tampoco creemos que Dios tenga que repetir los mismos milagros que hizo en el pasado porque no son necesarios hoy. Dios no tiene que abrir el mar para liberarnos porque hay aviones hoy, pero sí hay otras cosas que tienen que ocurrir.
Dios cambia la vara de Moisés en serpiente. Moisés cambia el agua en sangre. Cada una de las plagas fue un milagro de parte del Señor. Más adelante, Josué detiene el sol. Por supuesto, hoy entendemos que no fue el sol lo que se detuvo sino la Tierra; Pero se detuvo para que él pudiera terminar la batalla aquel día. Jesús cambia el agua en vino, alimenta a más de cinco mil personas, multiplicando los panes y los peces. Más adelante, Pedro sana a un paralítico que llevaba mucho tiempo en aquel lugar. Pablo sacude una serpiente venenosa que lo había mordido, y quedó sano. Pudiéramos seguir mencionando milagros. Lo importante es que veamos que los milagros vienen desde el Antiguo Testamento y cruzan hacia la época de los apóstoles. Así que todavía pueden continuar esos eventos en nuestras vidas hoy. Los milagros siguen vigentes. El mismo Dios de Moisés, fue el de Josué, el de Jesús, el de Pedro, el de Pablo. Por lo tanto, vemos la intervención de Dios a través de todos los tiempos de diferentes maneras. En una ocasión, serpientes estaban picando al pueblo de Israel, y Moisés puso una serpiente de bronce que, cuando la miraban, quedaban sanos. Esto es lo mismo que podemos ver cuando Cristo es crucificado en la cruz del Calvario; En ese lugar, él se convierte en una serpiente, en todo el pecado, la enfermedad, y allí es crucificado en la cruz del Calvario para que todo aquel que mire a esa cruz pueda también recibir su sanidad. Por lo tanto, la época de los milagros continúa, y vemos a Dios operar en milagros a través de los tiempos.
Hay varias aclaraciones importantes respecto al don de los milagros:
- No pueden ser hechos los milagros con propósitos egoístas o personales. Jesús es tentado en el desierto, y la primera tentación fue que conviertiera las piedras en pan. Satanás sabía que Jesús podía hacerlo, y Jesús no dice que no pudiera hacerlo, sino que no lo va a hacer, y da una razón para no hacerlo, pero no es que no pudiera. Si cambió el agua en vino, multiplicó panes y peces, ¿no hubiera podido cambiar la piedra en pan? La pregunta es: ¿Por qué sí estuvo bien cambiar agua en vino y multiplicar panes y peces, pero no cambiar las piedran en pan? Si Jesús llega a cambiar las piedras en pan, él sería el único en comer. Todos los otros milagros que vemos en la Biblia, se beneficia más de una persona; Porque todo milagro es para el avance del reino de Dios, no para satisfacer una necesidad personal. Dios puede hacer un milagro en tu vida, pero el don de milagros no es para hacer milagros para ti. Dios puede obrar para ti solamente; Él le dio de comer a la viuda nada más, por ejemplo; No todas las viudas se salvaron. Dios puede hacer un milagro por una persona, pero el don de milagros tú no lo puedes usar para beneficio egoísta. Siempre que se manifestó el don de milagros, fueron multitudes las que fueron bendecidas.
- Los milagros no siempre evitan las consecuencias de las malas decisiones de algunas personas. La misericordia de Dios alcanza a todo el mundo, pero algunas veces pagamos por toda la vida las consecuencias de nuestras malas decisiones. Tú no puedes interrumpir con un milagro la consecuencia de una mala decisión. La misericordia de Dios te puede alcanzar, proteger, guardar, pero tienes que saber que no puedes tratar de obligar a Dios a resolver la consecuencia de una mala decisión con un milagro; No es que Dios no lo pueda hacer, pero no siempre funciona así. Muy pocas veces lo vemos funcionando. María, la hermana de Moisés, habló mal de él y le dio lepra; Pidió perdón, y quedó sana; Se arrepintió sinceramente y se cura, pero la lepra fue consecuencia de lo que había hecho: Hablar mal de Moisés; Ahora, al arrepentirse, el milagro revirtió esa mala decisión. Pero Giesi, el servidor del profeta, cayó leproso él y toda su familia, por avaricia; Pero nunca se volvió a sanar. Hay quienes dicen que fue que nunca se arrepintió. Dios lo usó siendo leproso, porque Dios usa hasta los leprosos; Se entiende que Giesi era el líder de los cuatro leprosos que oyeron la voz de Dios, que debían caminar al campamento, y que cuando lo hicieron, los de aquel campamento salieron huyendo porque oyeron como un ejército; Porque el don que había aprendido estando cerca del profeta, aún con su lepra, funcionaba, pero nunca dejó de ser leproso. Así que no siempre funciona.
- Los milagros no pueden ser realizados para entretener o probarle algo a alguien, aunque sí son demostración de una relación con Dios. La Biblia dice que los milagros nos seguirán, demostrando que tenemos una relación. Pero tú no debes usar el don de milagros para impresionar a nadie. Te deben seguir y ser señales para otros de que Dios está contigo, pero tú no tratas de impresionar a nadie con un milagro.