“El Espíritu del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el ano agradable del Señor”, (Lucas 4:18).
Muchas naciones oprimidas y personas esclavizadas por otras potencias han pagado un precio muy alto por su libertad, y para recobrarla han luchado y derramado mucha sangre tras apreciar la importancia de ser libres y soberanos, que es un derecho inalienable del hombre.
Los Estados Unidos de Norteamérica y las naciones latinoamericanas son ejemplos vivos de la lucha que emprendieron para liberarse de sus opresores ingleses, franceses y españoles, entre otros, durante los siglos del 17 al 19.
Los países latinoamericanos, colonizados por España, tuvieron que emprender una larga jornada de luchas para liberarse del yugo español. La madre patria perdió todas sus colonias, las cuales se declararon libres y soberanas, tras largas lucha de liberación.
Hombres como George Washington, Simón Bolívar, San Martin, José Martí, Juan Pablo Duarte y Gregorio Luperon amaron la libertad y se sacrificaron por ella, para liberar a sus respectivos países oprimidos por las grandes potencias de esa época.
En el caso dominicano, se libero del yugo español y del haitiano. Estos hombres escribieron grandes páginas en la historia por su heroísmo y sacrificio para lograr la libertad de sus respectivos pueblos.
Uno de los conflictos en que se vio envuelto la humanidad, en los tiempos modernos, fue la Segunda Guerra Mundial, que comenzó en el 1939 como un enfrentamiento bélico europeo entre Alemania y la coalición franco-británica, que se extendió hasta afectar a la mayoría de las naciones del planeta y cuya conclusión en 1945 supuso el nacimiento de un nuevo orden mundial dominado por Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS).
La Segunda Guerra Mundial requirió la utilización de todos los recursos humanos y económicos de cada Estado y fue un conflicto único en los tiempos modernos por la violencia de los ataques lanzados contra la población civil y por el genocidio (el exterminio de judíos, gitanos, homosexuales y otros grupos) llevado a cabo por la Alemania nacionalista (nazi) como un objetivo especifico de la guerra.
Los aliados tuvieron que batallar duramente para liberar a los países bajo el dominio despiadado del régimen alemán, encabezado por Adolfo Hitler, lo que se logro en el 1945.
Sin embargo, hay todavía una esclavitud mayor que lleva a los hombres a la perdición de su alma, la cual ninguna institución humana puede liberarlo.
Y eso lo revela Jesús, el Hijo de Dios, cuando dice que “todo aquel que hace pecado esclavo es del pecado”, (Juan 8:32), y con esa opresión venimos desde que nacemos, al heredarla de nuestros primeros padres Adán y Eva, quienes al desobedecer a Dios, permitieron que ese principio malo, que es la rebelión, entrara al mundo, “y con el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres”, (Romanos 5:12).
El rey sabio Salomón dice que “prenderá al impío sus propias iniquidades, y retenido será con la cuerda de su pecado”, (Proverbios 5:22). Pero Dios en su infinita misericordia, “amo de tal manera al mundo que envió a su Hijo amado, para que todo aquel que en El cree nos e pierda, mas tenga vida eterna”, (Juan 3:16).
Jesucristo pago el precio de tu libertad en la cruz del calvario, y ese sacrificio sigue hoy siendo eficaz para ti, amigo lector. Esto es lo que Dios el Padre quiere que usted sepa que conozca “la verdad, y la verdad os hará libres”, (Juan 8:32).
Jesús dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida, nadie viene al Padre, sino por mi”, (Juan 14:6). Cuantos hombres andan en busca de ser liberados de los demonios que lo agobian, tales como las drogas, el alcohol, el sexo ilícito y otros vicios que corrompen su alma y los mantienen esclavizados, ignorando que la solución está en Cristo.
Amigo lector, recibe en este momento a Jesucristo como tu Señor y Salvador, esta es tu oportunidad de arrepentirte, y serás liberado de la condenación del pecado y así podrás disfrutar de la verdadera libertad.
Dios te bendiga.