Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32
Ninguna relación humana puede sobrevivir sin ejercer el perdón, y mucho menos prosperar. Sea cual sea el problema, el perdón libera a ambas partes, de esta manera le quitamos un arma a satanás y abre la puerta para que Dios intervenga en la situación. En el seno familiar, es el entorno donde el perdón más se necesita; es más fácil perdonar a un enemigo al que apenas se ve, que a un ser querido con quien tienes que convivir a diario. Y esto no es negociable, tenemos que perdonar.
Pablo nos enseña que, Vestíos, pues… de entrañable misericordia, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Col 3:12
En nuestros hijos fomentemos el perdón, entender que Dios desea que vivamos en amor, que perdonemos a los que nos ofenden. Sin embargo, sabemos que se generan graves situaciones en las que nos parece imposible perdonar, aun así, cuando perdonamos, entregamos a Dios todo nuestro dolor, seguros de que Él se encargará de hacer justicia en su momento.
Cuando perdonamos en lugar de buscar venganza mostramos que el Espíritu de Dios mora en nosotros y que con su poder y su amor vencemos al odio y al rencor. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7. Amados, hoy solo elige perdonar con la ayuda de Jehová. El Señor bendiga tu día en amor y misericordia, Amén.