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El momento intermedio de la resurrección – el tiempo de la fé

Imagínense ustedes este par de mujeres, madrugada, domingo, ellas van deprimidas y tristes porque el Señor ha sido crucificado, ha muerto, no están pensando en su resurrección ni cosa que se parezca. Para estas mujeres la muerte de Jesús es algo rotundo, inapelable, definitivo, y van simplemente a adorar el cuerpo del Señor con unas especias aromáticas, envolverlo, en los lienzos apropiados conforme al tiempo, prepararlo completamente su cuerpo para su estadía permanente en una oscura cueva donde Él ahora mismo yace apresuradamente puesto allí después de su crucifixión, en estas mujeres no hay ningún tipo de esperanza ni sospecha siquiera de que algo trascendental ha sucedido.

Cuando llegaron al sepulcro encontraron algo extraordinario, y es que encontraron removida la piedra del sepulcro, había sido quitada, una piedra pesadísima que se rodaba en un riel y cerraba la entrada al sepulcro. Y entrando en la tumba no hallaron el cuerpo del Señor Jesús, ¿por qué?, porque el Señor ya no estaba allí, había resucitado. Dice que «estando perplejas, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes», y ellas entendieron que estos eran seres sobrenaturales. Dice que como tuvieron temor y bajaron el rostro a tierra en reverencia y temor, estos dos seres angelicales les preguntaron, y aquí es donde quiero que usted medite, «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?, no está aquí, si no que ha resucitado».

Este pasaje nos introduce a lo que yo llamo el momento intermedio de la resurrección. La resurrección de Jesús ya era un hecho pero todavía no se había dejado sentir en todas sus manifestaciones públicas, había sucedido algo que cambiaría la historia para siempre, pero nadie se había enterado de este hecho todavía, era simplemente una realidad ontológica, pero no había ningún observador que la constatara.

Quiero hablar precisamente de eso. Cuando Dios hace cosas y todavía nosotros no nos hemos dado cuenta de que Él las ha hecho, y continuamos viviendo como si Él no las hubiera hecho. Cuando Dios hace cosas transformadoras, a veces en nuestra vida, a veces en la historia, y Él las hace soberanamente, y en el mundo espiritual eso ya es una realidad innegable, es una estructura del universo, pero todavía en el mundo del tiempo y del espacio, de las circunstancias todavía eso no se ha hecho patente, no se ha hecho totalmente observable y real, ¿y qué pasa en ese tiempo intermedio, en el tiempo en que Dios dá su palabra y eso se transmite al mundo nuestro y nosotros nos percatamos de ello, qué pasa en ese tiempo?. Ese tiempo desierto, ese tiempo de definición, ese tiempo de limbo en un sentido, de ese tiempo es el que yo quiero hablar. Eso es lo que yo llamo el tiempo de la fé.

A veces Dios hace cosas trascendentales, en el ámbito de su Espíritu, de su Reino, de la eternidad, en el cielo, a veces Él hace cosas transformadoras en el mundo, opera sobre la realidad, pero se toma algún tiempo para que ese hecho de Dios se transmita al ámbito en que nosotros vivimos, el ámbito del tiempo y del espacio. Por ejemplo, cuando Cristo resucitó dice la Biblia que, Él allí en la cruz derrotó a los principados y potestades, le quitó el dominio al diablo sobre el universo. Ya el yugo de esclavitud en que vivía la humanidad fué quitado, y la libertad del ser humano, del hombre fué hecha posible por la resurrección, el Reino de Dios vino y habitó en medio de nosotros, de hecho cuando Cristo vino a la Tierra yá el mundo había cambiado radicalmente, había esperanza para la humanidad, cosas podían darse que no se podían dar de otra manera.

Dice que el Reino de Dios yá está dentro y en medio de nosotros, sin embargo, nosotros sabemos que la historia continúa todavía con su locura, todavía niños mueren prematuramente, todavía hay guerras, todavía hay explotaciones en el mundo, hay enfermedad. Hay un tiempo de desconexión y de desajuste, entre el acto de Dios, en el ámbito espiritual, y la manifestación plena de las consecuencias de ese gesto de Dios, esa acción de Dios en el ámbito del tiempo y del espacio.

Muchas veces Dios dá una palabra pero se toma tiempo para que esa palabra se cumpla en el ámbito de la realidad, eso es lo que yo llamo el territorio de la fé, y nosotros siempre estamos viviendo en una manera u otra en ese territorio a través de nuestras vidas. El Señor había hecho algo poderosísimo, había resucitado a su Hijo, esa tumba fué iluminada con una luz poderosa. Pero no había nadie que lo viera, el milagro se dió pero hubo un tiempo hasta que la gente se percató de ello. Mientras tanto vivieron en un tiempo como de tristeza, de luto, de decepción, de sentirse que Dios no había hecho todo lo que les había prometido. Entonces vemos que a veces Dios hace cosas trascendentales en el ámbito espiritual y se toma tiempo para que nosotros lo podamos percibir en el tiempo y el espacio.

A veces oramos por algo y Dios dice sí, pero se toma tiempo para que ese milagro se efectúe, porque Dios obra sobrenaturalmente a través de lo natural, lo vemos repetidamente, es un secreto que nos enseña este pasaje.

Cuando Dios dice algo hay que creerlo, si Dios dice Yo voy a hacer algo tú tienes que creer, esperar y vivir dentro de la promesa de Dios. Si Dios ha dicho Yo voy a hacer florecer tu vida, yo te he preñado con una promesa, créelo, y vé al banco y espéralo, porque vendrá ciertamente, aunque la visión se tarde espérala porque se cumplirá dice Abacuc capítulo 2, tenemos que creerle al Señor, tenemos que creer que Él es fiel, y mientras esperamos el momento de la resurrección y el domingo que vemos la tumba abierta hay que pedir y confesar, Dios lo dijo, Él lo va a cumplir.

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