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El Ministerio de Jesús es un ministerio saturado por el Espíritu Santo

Quiero continuar estas lecciones que hemos estado examinando concerniente a la vida del Espíritu Santo, la vida del creyente ungido y lleno con el Espíritu Santo a fin de tener una vida efectiva y fructífera en las cosas del Señor.

Ya llevamos muchos programas que hemos estado dedicando exclusivamente a este tema del Espíritu Santo, el bautismo del Espíritu Santo, el Ministerio del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y de los creyentes. Y como ustedes habrán notado, me he limitado sobre todo al Antiguo Testamento como una forma de prepararnos para entrar en lo que en realidad, en un sentido, es más importante para nosotros y más aplicable en la vida de la Iglesia después de la Venida de Cristo Jesús y Su ascensión, por medio de lo cual nosotros debemos entender cómo usar efectivamente ese don poderoso que Dios nos ha dejado, del Espíritu Santo, para llevar a cabo la obra que Dios nos ha encomendado a través de Su Hijo Jesucristo.

Entonces lo que quiero en estos próximos estudios es dejar con ustedes algunas reflexiones concernientes a cómo funciona el Espíritu Santo en esta dispensación de la Iglesia, en este tiempo ahora en que la Iglesia está sobre la Tierra llevando a cabo la gran comisión que Cristo nos dejó, ¿cómo podemos nosotros usar efectivamente ese poderoso don del Espíritu Santo?

Así que de aquí en adelante, me voy a limitar sobre todo al Nuevo Testamento, aunque quizás usaré algunas ilustraciones del Antiguo. Hemos visto sin embargo, estudiando la vida de Saúl y cómo el poder de Dios se movió en la vida de Saúl, un hombre muy imperfecto, pero que esto nos ayuda inclusive a entender mucho mejor este Ministerio del Espíritu Santo porque, después de todo somos gente imperfecta y el mover del Espíritu Santo en la vida de los creyentes es algo extremadamente dinámico. No es unidimensional y fácil de catalogar o definir, sino que tiene muchos aspectos interesantes.

El Poder de Dios, la llenura y la Obra del Espíritu Santo interactúan y se relacionan con la vida del creyente que es una vida imperfecta, limitada, cambiante, progresiva, y el Espíritu Santo siempre está ahí al lado de nosotros acompañándonos a través de los zigzagueos y los vaivenes de la jornada espiritual de cada creyente.

Entonces yo creo que Saúl, un creyente entre comillas, «muy imperfecto» nos puede ayudar. Y también hemos visto en la vida de David ese mismo tipo de situación donde David, un hombre tremendamente imperfecto también, y cómo el Espíritu de Dios, por medio de la unción que recibió a través de la impartición de parte del profeta Samuel, también David se benefició de ese mover del Espíritu Santo, aunque también era un hombre extremadamente imperfecto que cometió también muchos errores, y todo esto nos ayuda a entender en nuestra propia vida cómo el Espíritu Santo también se mueve en nosotros.

Ahora cambiamos, al Nuevo Testamento sobre todo, y vemos allí que el propósito del Señor Jesucristo siempre fue que la Iglesia se moviera en la unción y en el Poder del Espíritu Santo. Inclusive vemos que en el mismo Ministerio de Jesús, el Espíritu Santo jugó un papel absolutamente clave desde el inicio mismo de Su Ministerio.

Vemos por ejemplo en pasajes como Lucas, donde en el capítulo 4 apenas el Señor comenzando Su Ministerio dice allí, capítulo 4 versículo 1 Lucas: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto.» Vemos también que el Espíritu Santo estuvo allí en el mismo nacimiento de Jesús, posándose sobre la vida de su madre, María y engendrando la vida de Dios plena en el cuerpo de Jesús hombre, que entonces vino a ser hombre perfecto, Dios perfecto, conviviendo en una sola persona.

Vemos también que el Espíritu Santo estuvo allí cuando Simeón y Ana recibieron revelación de que ese niño que había nacido de José y María era en efecto el Mesías anticipado. Y en Lucas capítulo 2 versículo 5 dice que: «Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo, y piadoso, y esperaba la consolación de Israel» queriendo decir, el Mesías «y el Espíritu Santo estaba sobre él; Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viniese el ungido del Señor.» Ungido, Mashiach era el ungido de parte del Espíritu Santo, lleno del Poder y de la unción del Espíritu Santo, que era Jesucristo.

Y dice que Simeón, movido por el Espíritu, vino al templo. Es decir que vemos allí en esa escena de Simeón y Ana cómo el Espíritu Santo estaba operando continuamente. Acerca de Ana se dice que, en el versículo 36, Lucas capítulo 2, que: «Estaba también allí Ana, profetiza» es decir, Ana tenía el don de la profecía. Es interesante como vemos ahí claramente, aún en el Nuevo Testamento en ese tiempo de transición entre el nacimiento del Mesías y la plena vida de la Iglesia de Jesucristo, había el don del Espíritu Santo tanto en Simeón recibiendo Palabra profética, recibiendo revelación de Dios, Ana, moviéndose en el don profético, todo esto alrededor de la Persona de Jesucristo.

Vemos Juan, estaba lleno del Espíritu Santo también. Y vemos también que, cuando el Señor se bautiza, el Espíritu Santo desciende sobre Él y se acerca al Señor en forma de paloma, y unge al Señor Jesucristo con la llenura del Espíritu Santo.

El Señor también, en Su primera comparecencia pública, toma el Libro de Isaías, el rollo de la Escritura y habla de que: «El Espíritu del Señor está sobre Mí, y me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, a los encarcelados, a los afligidos de espíritu.» Es decir, el Señor se movía en el Poder, en la unción del Espíritu Santo en Su forma encarnada y el Espíritu Santo estaba con el Señor Jesucristo donde quiera que Él iba.

Inclusive vemos también que, en el pasaje cuando el Señor resucita y se acerca a los discípulos ya en Su forma crucificada, les dice que: «Recibid el Espíritu Santo» y asumimos que si el Señor dijo: Recibid el Espíritu Santo, estos hombres en ese momento recibieron un toque, una unción del Espíritu Santo.

Juan habla de Jesucristo también como aquél que bautiza, es el que bautiza en el Espíritu Santo. Juan 1:32, simplemente para citarlo, para que ustedes lo puedan tener para sus propios estudios, habla precisamente acerca de eso diciendo: «También dió Juan testimonio diciendo: ví al Espíritu que descendía del cielo como paloma y permaneció sobre Él.» Y el Espíritu Santo le dice a Juan: «Sobre quien veas descender al Espíritu y que permanece sobre Él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo.»

Qué interesante que el Ministerio de Jesús es un ministerio rodeado, saturado, cubierto, acompañado por el Ministerio del Espíritu Santo y que el Señor mismo se tuvo que mover, en Su forma encarnada, en ese misterio de la encarnación y de la Trinidad también, Dios mismo que mora en el cuerpo de Jesús, el Hijo, el Padre pero también el Espíritu Santo se requiere para estar allí, y como que Jesús se especializa, según dice Juan, en bautizar; ese es el que bautiza en el Espíritu Santo. En otro pasaje Juan habla de que Jesús es el que bautiza con Espíritu Santo y fuego, mientras que Él solamente se limita al bautismo en agua.

Entonces el Espíritu de Jesucristo está caracterizado por esa Presencia, esa compañía, ese mover del Espíritu Santo. Y el último pasaje que me viene a mente ya para que tengamos ya esa enseñanza como una sola unidad, es que el Señor Jesucristo, cuando está despidiéndose ya prácticamente de Sus discípulos, creo que es en Juan capítulos 14 o capítulo 15 pueden buscarlo allí, Él habla de que: «Yo me voy pero enviaré a vosotros un consolador» el paracletos ¿no? y Él os enseñará todas las cosas, es el Espíritu de Dios que Dios ha de enviar a la Iglesia cuando el Señor ascienda para que ese Espíritu los acompañe, los nutra, los anime, los estimule, los fortalezca, los dote de poder y autoridad. Todas estas cosas están relacionadas con el Ministerio del Espíritu Santo.

Yo espero que esto les ayude un poco a entender que el Ministerio de Jesús es un ministerio que tiene que estar caracterizado por una Presencia y un mover del Espíritu Santo, y eso tiene que ver mucho como veremos más adelante, con nuestras propias vidas, nuestros ministerios y el ministerio de la Iglesia con i mayúscula en toda la Tierra.

 

Fuente:
predicas.org

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