Dios está más interesado en nuestro hombre interior que en el exterior. Es por lo que debemos ser bien cuidadosos con nuestro hombre interior.
1 Pedro 3:3,4 ..“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”.
Si nos miramos al espejo podemos ver el hombre exterior, nuestro cuerpo por fuera, rostro, ojos, boca, nariz,etc.pero no podemos ver el interior.Muchas veces nos preocupemos más de cómo nos vemos y dedicamos mucho tiempo a nuestro hombre exterior, nos arreglamos el pelo, las uñas, el cutis, la piel, etc.Sin embargo,nos olvidamos dedicarle un poco de tiempo a nuestro hombre interior y ver cómo estamos por dentro. Debemos preguntarnos ¿Qué estamos almacenando en nuestro hombre interior?
Eso es el corazón…
Proverbios 4:23 …“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”.
Cuando la Palabra dice que del corazón “mana” la vida.La Palabra ”mana” significa brotar, salir, fluir, etc. Cuando la Biblia habla del corazón no se está refiriendo al músculo que palpita sin cesar; sino al alma, al ser interior, al lugar donde se asientan las emociones, los pensamientos, lo más profundo del ser humano, lo que nos mueve a pensar, a actuar, a tomar decisiones y a obrar.
Un corazón corrompido
En cierta ocasión Cristo se disponía a comer con sus discípulos y estos no se lavaron las manos como acostumbraban hacerlo tradicionalmente los judíos, entonces vinieron los fariseos y los escribas y al verles cuestionaron a Jesús.
Jesús les contestó, que el lavarse las manos no tenía nada que ver con la contaminación espiritual del hombre y les contó la siguiente parábola:
“Y llamando así a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la parábola. Y Él les dijo: ¿También vosotros estan así sin entendimiento? ¿No entienden que todo lo que de fuera entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?…Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. Y decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre. Marcos 7:14-23
Al hablar estas palabras, Jesucristo demuestra que Él estaba consciente de la maldad que existe en el corazón del hombre. Es lo que quiere que nosotros sepamos. Lo que contamina al hombre no es la comida que entra por su boca sino lo que sale de ella. La naturaleza del ser humano está inclinada hacia la maldad y el pecado, desde su nacimiento. Todo lo que va en contra de la ley de Dios es lo que al hombre le atrae. Ese dominio pecaminoso en el corazón del hombre le hace revelarse contra Dios y contaminar todo lo que está a su alrededor.
El corazón necesita una transformación
El corazón del hombre se opone a lo de Dios, es desobediente a su ley y no le hace caso alguno.El corazón no acepta modificaciones, es la razón por la cual necesita ser transformado. El hombre no necesita una simple rehabilitación de su conducta externa, el hombre necesita una transformación interna total de manera que cambien sus acciones externas. Si el corazón necesita corrección, debemos estar atentos a las Palabras de Dios, inclinar los oídos a sus razones y guardar sus mandamientos.
“Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22