«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro…»
Isaías 9:6
Cristo vino con un gobierno eterno, no político, sino espiritual. Un Reino que no se ve con ojos humanos, pero que transforma realidades. Ese gobierno no se limita al trono celestial, sino que ha sido confiado también a su cuerpo: la iglesia. Él es la cabeza, nosotros somos los miembros.
Hoy más que nunca, este gobierno debe manifestarse en la tierra a través de una iglesia alineada con los cielos. No podemos seguir construyendo nuestras propias agendas, buscando fama, números o comodidad. El Reino de Dios tiene su propia estrategia: justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).
Pero muchos han soltado el manto de gobierno para tomar el de la conveniencia. Se predican planes humanos, se buscan seguidores en redes, pero se olvidan de que sobre nuestros hombros descansa una responsabilidad sagrada: manifestar la voluntad del Rey.
Es tiempo de volver a levantar ese gobierno espiritual con oración, obediencia, intercesión y santidad. No podemos seguir ignorando el peso que reposa sobre nosotros. No es el peso del mundo, es el peso de Su gloria.
Oración
Señor, hoy reconocemos que hemos sido llamados a llevar el peso de tu gobierno, no en fuerza humana, sino en la gracia de tu Espíritu. Perdónanos por las veces que hemos seguido nuestras propias agendas y hemos ignorado tu llamada. Hoy rendimos todo plan personal y nos alineamos con tu voluntad.
Haznos una iglesia obediente, que te adore en espíritu y en verdad, que interceda, que ame la justicia y camine en humildad. Despiértanos a la urgencia de estos tiempos y úsanos como instrumentos de tu Reino. Que tu gobierno se manifieste con poder a través de nosotros, para tu gloria.
En el nombre de Jesús, Amén.
