Llevados cautivos a Babilonia por el rey Nabucodonosor, Daniel, Ananías, Misael y Azarías fueron elegidos para ser instruidos en todo para el servicio real.
El rey Nabucodonosor hace una estatua gigantesca y decreta una nueva ley: “Entonces un vocero proclamó: «¡Gente de todas las razas, naciones y lenguas escuchen el mandato del rey! Cuando oigan tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el arpa, la zampoña y otros instrumentos musicales, inclínense rostro en tierra y rindan culto a la estatua de oro del rey Nabucodonosor. ¡Cualquiera que se rehúse a obedecer, será arrojado inmediatamente a un horno ardiente!»” Daniel 3:4-6 (Nueva Traducción Viviente).
Pero habían quienes se reusaban a cumplir esa ley, entre ellos Ananías, Misael y Azarías, popularmente conocidos por los nombres que el rey Nabucodonosor les había impuesto como: Sadrac, Mesac y Abed-nego.
El rey Nabucodonosor se enoja por este hecho y los manda a llamar y les pregunta: “…—¿Es cierto, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que ustedes se rehúsan a servir a mis dioses y a rendir culto a la estatua de oro que he levantado? Les daré una oportunidad más para inclinarse y rendir culto a la estatua que he hecho cuando oigan el sonido de los instrumentos musicales. Sin embargo, si se niegan, serán inmediatamente arrojados al horno ardiente y entonces, ¿qué dios podrá rescatarlos de mi poder?” Daniel 3:14-15 (Nueva Traducción Viviente).
Los tres jóvenes tenían convicción que no eran negociables, ellos tenían claro que podían inclinarse ni servir a otro dios que no fuese su Dios y a pesar de que existía un decreto que castigaba con muerte al que desobedeciera, ellos preferían afrontar las consecuencias que ceder.
Nabucodonosor, pensaba que nadie podía escapar de “su poder”, su desconocimiento del Dios de estos tres jóvenes lo llevaba a pensar de una forma natural. La Biblia dice que el hombre natural no percibe las cosas que son del espíritu, porque para él son locura, porque las cosas espirituales deben discernirse espiritualmente. Era normal que Nabucodonosor creyera que estos jóvenes estaban locos, porque no existía poder, más allá que el de él, que pudiera ayudarlos.
La respuesta de los jóvenes termino de enfurecer al extremo a Nabucodonosor, ellos dijeron: “Sadrac, Mesac y Abed-nego contestaron: —Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. Él nos rescatará de su poder, su Majestad; pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado” Daniel 3:16-18 (Nueva Traducción Viviente).
Tengo que destacar la convicción tan firme de estos tres jóvenes que a pesar de saber que están en peligro de muerte su convicción, su fe, no estaba dispuesta a ser negociable. De esta respuesta podemos destacar varias cosas:
Dios es quien realmente gobierna sobre todo. (“…Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. …”)
- La convicción de que Dios hará algo. (“…Él nos rescatará de su 1. poder …”)
- La incondicionalidad de su FE. (“…; pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado …”)
Yo les pregunto y me pregunto: ¿Seriamos capaces de responder de esa manera, con esa convicción, con esa fe pero sobre todo arriesgando nuestra vida sin saber realmente el resultado?
Y es que debemos de notar la confianza y fe que estos jóvenes tenían, pero aun cuando las cosas no fueran como ellos querían o como pensaban que Dios actuaria, ellos estaban dispuesto a afrontar las consecuencias, ellos decían: “pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado”.
Qué lindo es tener esa convicción, de saber que Dios no está obligado a actuar como nosotros queremos. Qué lindo es aceptar la forma en la que Dios actuara, sin importar que de eso dependa nuestra vida. Leer estas frases de estos jóvenes, me llevan a reflexionar sobre cómo actuamos cuando Dios no obra de la manera que nosotros pensamos o queremos.
¿Qué pasa si Dios no responde como quieres?, ¿Qué pasa si no lo hace en el tiempo que lo necesitas?, ¿Qué sucede, si simplemente nunca responde a eso que tanto quieres que haga?, ¿Cómo vas actuar?, ¿Dejaras de creer?, ¿Dejaras de confiar?, ¿Dejaras de seguirlo?
Nuestra FE en Dios no puede estar ligada a una respuesta, tú y yo no vamos a dejar de creer en Él solo porque no responde cuando yo quiero o como yo quiero, porque aun cuando no nos respondiera, debemos de seguir creyendo y confiando en Él, porque Él si nosotros seguirá siendo Dios, pero nosotros sin Él no somos nada.
La Biblia narra lo siguiente: “Entonces Nabucodonosor se enfureció tanto con Sadrac, Mesac y Abed-nego que el rostro se le desfiguró a causa de la ira. Mandó calentar el horno siete veces más de lo habitual” Daniel 3:19 (Nueva Traducción Viviente).
Dice la Biblia que ordeno a algunos hombres fuertes a que amarraran a los tres jóvenes, y los echaron totalmente vestidos y en el momento que los arrojaron las llamas como eran más fuertes de lo habitual mataron a los mismos soldados que echaban a los tres jóvenes.
De allí viene lo que nadie esperaba, algo totalmente nuevo en la historia, un suceso que quedaría plasmado de generación en generación, uno de esos milagros al mejor estilo de Dios, tal y como nos tiene acostumbrados a actuar, siempre que todo parece en contra y en donde se cree que es tu fin, Dios siempre actúa y lo hace de formas espectaculares.
La reacción de rey ante el suceso que se estaba desarrollando delante de sus propios ojos fue el siguiente: “De pronto, Nabucodonosor, lleno de asombro, se puso de pie de un salto y exclamó a sus asesores: —¿No eran tres los hombres que atamos y arrojamos dentro del horno? —Sí, su Majestad, así es —le contestaron. —¡Miren! —gritó Nabucodonosor—. ¡Yo veo a cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego sin sufrir daño! ¡Y el cuarto hombre se parece a un dios!” Daniel 3:24-25 (Nueva Traducción Viviente).
¡Era otro Milagro asombroso de Dios!, nunca nada igual había ocurrido en la historia, Dios nuevamente estaba mostrando su poder a favor de los suyos. Y es que Dios jamás deja desamparados a los que en Él depositan su confianza, Dios puede actuar de diferentes formas pero con un solo objetivo: Mostrar su poder sobrenatural y cuidar de los suyos.
Pueda que en estos días estés a punto de ser lanzado a un horno de fuego ardiente, pueda que ese horno haya sido calentado no siete veces más de lo normal, quizá diez o veinte veces más, pueda que todo pinte de tal forma que no hay una escapatoria para lo que está a punto de ocurrirte, pero aun en medio de todo ese fuego y de lo que para todos será tu fin, DIOS PUEDE SORPRENDERTE Y ACOMPAÑARTE ALLI MISMO.
Es asombroso, pero sobre todo ¡Que confianza nos da! El hecho de saber que aun en ese horno Dios puede acompañarnos, aun en medio del fuego, Dios estará con nosotros.
El rey Nabucodonosor al ver esto, no puedo hacer más que creer que realmente existía un Dios Altísimo, el dijo: “Entonces Nabucodonosor se acercó tanto como pudo a la puerta del horno en llamas y gritó: «¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan aquí!». Así que Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del fuego” Daniel 3:26 (Nueva Traducción Viviente).
Al salir todo pudieron comprar a totalidad el milagro que acaban de presenciar: “Entonces los altos funcionarios, autoridades, gobernadores y asesores los rodearon y vieron que el fuego no los había tocado. No se les había chamuscado ni un cabello, ni se les había estropeado la ropa. ¡Ni siquiera olían a humo!” Daniel 3:26 (Nueva Traducción Viviente).
¿Recuerdan como habían entrado?, sí, con ropa, la Biblia especifica que el fuego no había dañado absolutamente nada, ¡Ni siquiera olían a humo!, ¡Así es nuestro Dios!
Quizá en algún momento nos tocara pasar por el fuego, pero que lindo y reconfortable es saber que aun allí estará Dios con nosotros y el fuego no nos tocara ni nos hará daño.
No temas, no te preocupes, solo cree sin condición, confía en el Señor, aun cuando las cosas no salgan posiblemente como quieras, no dejes de confiar en Él, que tu convicción, que tu fe jamás sea negociable.
Recuerda:
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. Isaías 43:2 (Reina-Valera 1960)