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“El evangelio me vivificó”

Arturo Pérez, ingeniero industrial, pastor, autor de libros y colaborador frecuente de Coalición por el Evangelio, ha partido a la presencia del Señor el pasado miércoles 24 de julio luego de una lucha contra el cáncer de páncreas y testificar de la paz de Dios en medio de la prueba.

Fue miembro del board de directores de Knox Theological Seminary, donde obtuvo su grado de Maestría en Estudios Bíblicos y Teológicos. Como vocación profesional, Arturo trabajó en Microsoft durante más de dos décadas. Por muchos años sirvió «tras bambalinas» en ministerios cristianos de amplio alcance, aportando su extenso conocimiento bíblico y de historia de la iglesia. Fue uno de los colaboradores para la traducción y edición de La Biblia de Estudio de La Reforma, además de la voz de Stephen Nichols en español para el podcast 5 minutos en la historia de la iglesia.

«Recordaremos a Arturo como un gran hombre de Dios, un erudito con una sabiduría tan grande como su humildad y corazón de servicio», escribe Josué Barrios, director editorial de Coalición por el Evangelio y quien pudo servir con Arturo en otros ministerios.
Una batalla en el corazón

Oriundo de República Dominicana, creció rodeado de amor por sus familiares y amigos, involucrado en muchas actividades y aplicado a sus estudios, como comparte en su historia personal (la cual citaremos en el resto de esta nota). Sin embargo, desde temprana edad meditaba en lo inevitable de la muerte y ese pensamiento lo hacía sufrir secretamente. Esta fue una batalla que se libró en su corazón por varios años.

Siendo un adolescente, asistió a la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en Santo Domingo. Allí entendió el evangelio y se entregó a Jesús. Creció y sirvió en dicha iglesia por los siguientes veinticinco años, junto a su esposa Jeannie y su hija Priscilla.

Sin embargo, a pesar de ser un cristiano maduro, fue atormentado nuevamente por sus pensamientos en lo que él definió como una «angustia existencial». Enfrentó lo que muchos cristianos de años enfrentan: olvidar y dar por sentado el evangelio. Dejar de mirar a Cristo y Su obra le llevó a centrar su vida en sus propios esfuerzos para agradar a Dios:

Esta situación me llevó a dudar de mi fe porque mientras más estudiaba la Escritura para entender cómo agradar a Dios de manera más precisa, más lejos me veía de cumplir las demandas perfectas de la santa ley de Dios.

Por razones laborales se trasladó con su familia al sur de Florida, en los Estados Unidos. Mientras disfrutaba de su relación con Dios, aún peleaba con sus propios pensamientos de ser cristiano y mantenía férreas luchas espirituales en su corazón y su mente: «No podía entender cómo siendo creyente todavía detectaba evidencias de pecado en lo más profundo de mi corazón». Como confiesa, llegó al punto de dudar de su salvación.

Como otros hombres de fe antes que él, estaba experimentando una fuerte sensación encontrada: mientras más conocía a Dios, más consciente era de su condición. Sobre esa etapa de su vida, Pérez reflexionaba:

Pienso que una de las razones por las que llegué a esta situación fue porque, en mi deseo de «agradar a Dios», dejé a Cristo atrás. Estaba confiando en mi propia justicia que es conforme a la ley en lugar de confiar en la justicia de Cristo que es conforme a la fe.

Sorprendido por la gracia
En medio de esta lucha interna, fue sorprendido por la gracia que había olvidado casi sin darse cuenta. Fue recordado del evangelio, lo que tocó fibras de su corazón que no habían sido tratadas desde la niñez. Todos sus temores, dudas y ansiedades se fueron, mientras el mensaje de las Buenas Nuevas calaba hondo en su corazón, en una dimensión que probablemente no había sucedido antes.

Todo lo que sabía sobre las Escrituras adquiría un sentido más profundo en él, mientras recordaba el evangelio de la justicia de Dios. «El evangelio me vivificó», confiesa en su testimonio. Desde allí recordó que la vida cristiana no se trata de la obra imperfecta del redimido, sino de la obra perfecta del Redentor.

El gozo y la paz que sentí en el momento en el que salí de mi amnesia espiritual… me hizo entender más claramente quién soy: soy un amado del Señor, no en virtud de mi obediencia imperfecta, sino en virtud de la obediencia perfecta de Jesucristo en mi lugar.

Aquella experiencia de avivamiento personal lo llevó a poner este redescubrimiento por escrito en su libro: ¡El problema soy yo!: Mi lucha con el pecado, la ley que me acusa y el evangelio que me libera. También sus últimos artículos apuntan a exaltar la belleza del evangelio, abordando su relación con la ley y nuestra continua necesidad de Cristo.

Arturo Pérez encontró su sentido de suficiencia en el evangelio de la gracia de Dios en Jesús, y eso fue lo que siempre quiso destacar con su trabajo y vida. Así lo resumen sus propias palabras en su último artículo:

El evangelio no es solo para los perdidos, sino también que es el pan diario de los cristianos. Debido a que somos tentados a confiar en nuestros logros imperfectos para construir una justicia propia, necesitamos ser expuestos a la ley y al evangelio: la ley nos recuerda que no somos suficientes, y el evangelio proclama que la obra perfecta de Jesús es acreditada a nuestra cuenta, por medio de la fe sola, dándonos el verdadero sentido de suficiencia que anhelamos.

Una última batalla
En septiembre de 2023, Arturo Pérez fue diagnosticado de cáncer de páncreas. Aunque no fue una noticia fácil de enfrentar, Dios le llenó con esa paz que sobrepasa todo entendimiento, y guardó su corazón y su mente en Cristo Jesús (Fil 4:7). Como él mismo cuenta en su testimonio sobre su batalla contra esta enfermedad, Dios fue su fortaleza en todo tiempo.

Desde Coalición por el Evangelio damos gracias a Dios por su vida y testimonio, y oramos para que Cristo sea la fortaleza de su familia y seres queridos.

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