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El evangelio alborota a unos y hace sedientos a otros

¿Alguna vez te has preguntado porqué el evangelio convierte a unos y otros lo rechazan airadamente? El Evangelio es como el fuego, que derrite la cera, pero endurece el ladrillo; el mismo fuego causa reacciones diferentes en materiales distintos. De esa misma forma, el evangelio produce reacciones distintas en los oyentes. La pregunta es, ¿Qué causa estas reacciones tan distintas?

Hay un componente humano que causa la oposición y un componente divino que vence la oposición del hombre. Jesús ilustró el componente humano en la parábola del sembrador (Mateo 13:18-23). Claramente, Jesús explicó como la condición del corazón determina la respuesta quedamos a la predicación de la palabra, desde el punto de vista humano. En el texto que tenemos por delante, Hechos 17:1-15, la predicación de la Palabra en la ciudad de Tesalónica causó un tremendo alboroto y la misma Palabra predicada en la ciudad de Berea produjo sed por la palabra.

Pablo y Silas fueron liberados de la cárcel en Filipo y se propusieron ir a Tesalónica, la capital de toda la región. Luego fueron a Tesalónica que estaba cerca de Filipo; las dos ciudades estaban comunicadas por una carretera que iba directamente de una ciudad a la otra. 

¿Dónde inició Pablo la presentación del Evangelio?

Aparece al final de Hechos 17:1 que iniciaron en la sinagoga buscando a los judíos para predicar allí primeramente y luego a los gentiles. Era lógico pensar, que la sinagoga sería el mejor lugar donde presentar el Evangelio porque ahí acudía mucha gente cada día de reposo y aquellos que acudían estaban familiarizados con el Antiguo Testamento. En la sinagoga, Pablo les enseñó durante tres días de reposo—tres semanas.

¿Cuál fue la metodología de su enseñanza?

Pablo enseñó de manera interactiva y discutió o razonó con ellos. La palabra en el original es “dialegomai” que tiene que ver con presentar argumentos. 1 Pedro 3:15 dice “que estemos siempre preparados para presentar defensa de la fe que hay en nosotros.” Por un lado, presentamos defensa porque Dios usa esa defensa en algunos casos para traer convencimiento en el otro y traerlos a sus pies. En otros casos, presentamos defensa porque si no lo hacemos, nuestra fe parecería un asunto de sentimientos solamente en vez de ser una fe racional. Finalmente, presentamos defensa para silenciar la boca de los necios que no tienen temor de Dios (Proverbios 26:5).

¿Cuál fue la fuente de autoridad a la que Pablo apeló?

El Hechos 17:2 nos dice que Pablo se basó en las Escrituras. No usó argumentos filosóficos para convencer al incrédulo porque el poder no está en la sabiduría humana; sino en la palabra de Dios. La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Cristo (Romanos 10:17). Dios ha investido Su palabra con poder; representa Su misma esencia y es una extensión de Su ser. Pablo siempre rechazó la sabiduría humana porque la sabiduría humana es deficiente. La sabiduría humana tiene que ver con una forma terrenal y temporal de ver la vida y de vivir la vida. Es egoísta y carnal; es una sabiduría que busca la exaltación del hombre y por tanto le roba la gloria a Dios. Es de esa sabiduría que Pablo estuvo lleno cuando era perseguidor de la iglesia. Por eso Pablo hizo su defensa; discutió con ellos (v.2) y luego explicó (Hechos 17:3), presentando las evidencias que existían en las escrituras.

¿Cual fue el centro o columna vertebral de su enseñanza?

Pablo no solo habló de la muerte y resurrección de Jesús, sino que también enseñó que era necesario que estos dos eventos ocurrieran. La cruz y la resurrección de Cristo eran necesarias para que se cumplieran las escrituras; ambas habían sido profetizadas. Si Cristo no cumple dichas promesas, Dios hubiese quedado como alguien infiel y entonces, no sería Dios. La cruz también fue necesaria para propiciar la ira de Dios y demostrarnos Su amor por nosotros a la misma vez; demuestra justicia y misericordia. Por otro lado, la resurrección de Cristo era necesaria porque un redentor muerto no nos sirve de nada (1 Corintios 15); si Cristo no resucita, aún estaríamos en nuestros pecados.

¿Cuál fue el resultado de la predicación?

Hubo dos resultados: algunos fueron persuadidos y creyeron (Hechos 17:4) mientras que otros se llenaron de envidia (Hechos 17:5-9). El segundo grupo consiguió a algunos hombres malvados que estaban dispuestos a alborotar la ciudad por una suma de dinero. Estos “asaltaron la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo”, pero no encontraron a Pablo ni a Silas. Entonces “arrastraron a Jasón y a algunos de los hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Esos que han trastornado al mundo han venido acá también; y Jasón los ha recibido, y todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús”. Ante las autoridades, ellos hicieron lo mismo que hicieron con Jesús: cambiaron la acusación y en vez de presentar una acusación de índole religiosa, presentaron una acusación política y social.

El evangelio que Pablo proclamó produjo un gran alboroto en Tesalónica y sin embargo, cuando Pablo llega a la próxima ciudad, a Berea, allí el mismo evangelio produjo sed de la Palabra entre quienes el evangelio fue proclamado.

Fuente:
Pastor Miguel Nuñez

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