Voz del Tabernáculo

El eco que ahoga el susurro del Espíritu

Hay un eco resonando en muchas mentes y corazones: voces del pasado, urgencias del presente, preocupaciones que se filtran como ruido constante. No es un ruido escandaloso, sino un eco persistente, disfrazado de normalidad, de ocupaciones, de pensamientos sueltos… pero lo suficiente para ahogar el susurro del Espíritu.

El Espíritu Santo no grita. Él susurra. Habla con ternura, con precisión, con dirección. Pero cuando estamos rodeados de “ecos” —opiniones ajenas, exigencias diarias, emociones desordenadas, noticias alarmantes o simplemente el bullicio interno—, ese susurro puede volverse imperceptible.

El enemigo lo sabe. No siempre necesita oprimirnos con ataques evidentes. A veces, lo único que busca es llenarnos de ecos, para que no escuchemos la voz que da vida. El eco que distrae, que repite mentiras disfrazadas de verdades; el eco que nos convence de que no hay tiempo para orar, que no es tan urgente buscar su rostro; el eco que reemplaza la intimidad con el deber.

Pero el Espíritu sigue hablando. En lo íntimo, en lo secreto, Él sigue susurrando:
«Ven. Apaga el ruido. Entra. Escucha. Aquí estoy.»

Hoy es tiempo de discernir: ¿qué voces estamos dejando entrar? ¿Qué ecos han reemplazado el susurro divino? Es tiempo de silenciar el alma, de cerrar puertas al ruido innecesario, de volver al lugar donde Su voz no compite con ninguna otra.“Y tras el terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y tras el fuego, un silbo apacible y delicado. 1 Reyes 19-12)

Porque solo en ese susurro hay vida, dirección, corrección, consuelo y paz.!!

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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