Los estudiosos aglomeran los dones en tres categorías, una de ellas, los dones de poder. Dentro de esta categoría, hay tres dones: El de fe, el de milagros y el de profecía. Al igual que con la palabra de sabiduría, el conocimiento y el discernimiento, aquí no estamos hablando de una fe cualquiera, sino del don de fe para algo en particular.
En las Escrituras, vemos cuatro clases o categorías de fe: La fe salvadora, la fe general, la fe como fruto del espíritu o el fruto de la fe, y el don de fe.
“8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;” Efesios 2:8
En este verso, el don de Dios no es la fe, sino la salvación que recibes por fe. Hay un momento donde todo creyente, toda persona, necesita activar la fe salvadora. Eso se activa por el Espíritu de Dios. Estás en un servicio, en una campaña de evangelismo, y de repente, se activa en tu interior esa fe. Nadie se puede salvar por sí mismo. Tu salvación es un regalo de Dios porque nadie puede decir que acepta a Dios como Salvador, si Dios no le da en ese instante el don de la salvación porque se activó la fe en ese momento particular. El producto de esa fe es la salvación. Ahora, esa fe hay que madurarla. De lo contrario, ahí te quedaste. Tienes que renovar tu mente, pasar al otro nivel de fe.
“5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” Romanos 4:5
Tú has sido justificado por la sangre de Cristo. Tu pasado ha sido cancelado. Esto por la fe salvadora. Cuando tú comienzas en los caminos del Señor, tú necesitas esa fe, la de entender que de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Tu pasado se acabó, se terminó. Esa fe se activa, y el resultado de esa fe es la salvación.
“38 Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Hebreos 10:38
“3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3
Esta es la fe general. Cada uno de nosotros tenemos una medida de fe, un nivel de fe que Dios nos dio. Y todos empezamos en niveles diferentes, cada uno activa esa fe, la crecemos, la maduramos; Pero el hecho de que tu fe hoy sea más pequeña que la de otros, no quiere decir que no puedas tener grandes resultados con esa medida. El hecho de que tengas una medida no es para compararte con otro. Tu fe, por pequeña que sea, no es menos que la fe de otros, porque se trata de lo que tú haces con la fe pequeña. La mujer sirofenicia dijo: Aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su señor. A lo que Jesús respondió: Grande es tu fe. Pero, ¿qué fe era grande? La fe de una migaja. Hay gente que, con una migaja, hace lo que otros no hacen con el pan completo. La Biblia dice que nuestra fe tiene que ser como un grano de mostaza. Pero, ¿cuál es la fe del grano de mostaza? ¿Está hablando del tamaño? No. Está hablando de lo que llega a ser. Dice que llega a ser la más grande de las hortalizas. En otras palabras, no importa donde empiece tu fe, tú tienes que creer, como el grano de mostaza que, siendo pequeño, se cree que puede llegar a ser un árbol. Es como la parábola de los talentos; A uno le dio cinco, a otro dos, y a otro uno, de acuerdo a la capacidad que podían manejar en ese momento; Pero a los primeros dos, les dio la misma recompensa. Al que le dio uno, como lo escondió, menospreciando su capacidad, lo perdió; Porque la fe que tú no usas, eventualmente la pierdes. Cuando hablamos de esta fe general, Dios nos las da en una medida en particular no porque seamos más ni menos, pero una fe no es más poderosa que la otra. Una persona con una fe pequeña puede mover montañas. Pero sí tenemos una medida, y esa fe tenemos que ir aumentándola.
Esta fe general es la que en la Biblia se cuantifica o se usan muchos adjetivos, entre ellos, la fe que es fuerte y la fe no fingida.
“20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,” Romanos 4:20
“5 Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,” 1 Timoteo 1:5
“5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2 Timoteo 1:5
En Timoteo, se nos habla de la fe no fingida. Hay gente que finge la fe, que son hipócritas en sus acciones de fe. Fingen tener fe, vivir de una manera, pero no es real. Así que está la fe fingida y la no fingida. Dos cualitativos o cuantitativos comunes de la fe que vemos en los Evangelios es: Grande es tu fe. Por otro lado, también Jesús dijo en Mateo 8:26: Hombres de poca fe. Jesús nunca se refirió a la fe de una mujer como poca, por el contrario, en cada ejemplo de fe de una mujer, Jesús admiró su fe. Solo a hombres describió como de poca fe.
Así que, hay una fe que te salva, pero tú necesitas madurar esa fe, hasta llegar al nivel de fe que Dios quiere para tu vida.