En 1 Tesalonicenses 5-21-22, se nos enseña a «examinadlo todo; retened lo bueno. Abstenerse de toda especie de mal». Esta exhortación nos recuerda que cada cristiano tiene la responsabilidad de ejercitar su discernimiento, un don que no solo nos permite identificar la verdad, sino también evitar el engaño. En tiempos de confusión espiritual, donde muchos aparentan ser genuinos siervos de Dios, el discernimiento espiritual se vuelve esencial para detectar lo que es de Dios y lo que no lo es.
La Palabra de Dios, en 1 Juan 4:1, también nos advierte de «no creer a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios». Esto subraya la necesidad de someter cada manifestación espiritual a la prueba de la verdad bíblica, ya que «muchos falsos profetas han salido por el mundo». Estos falsos profetas no solo traen mensajes distorsionados, sino que pueden generar confusión y desviar a los creyentes de la verdad de Cristo.
Hoy en día, este don es más relevante que nunca. A través del discernimiento, podemos identificar el verdadero carácter de las personas, reconocer si una manifestación espiritual es genuina o si proviene de fuentes contrarias a Dios. Esto no es algo que el ser humano pueda hacer por sus propios medios, sino que es un regalo del Espíritu Santo, quien nos guía a toda verdad (Juan 16:13).
Recibir la palabra «discernimiento» a través de un sueño en una iglesia es significativo. Dios está mostrando que en medio de Su pueblo, es vital estar alerta y con una mente y corazón sensibles a la guía del Espíritu Santo. Así como el enemigo puede disfrazarse de ángel de luz (2 Corintios 11:14), también puede intentar sembrar semillas de confusión dentro del cuerpo de Cristo. Pero, al usar el don del discernimiento, podemos detectar lo que está oculto y exponer cualquier mal que pueda estar operando.
Es impresionante cómo el Espíritu de Dios nos advierte y guía, incluso en sueños. No debemos ignorar estos llamados. En lugar de dejarnos llevar por la apariencia externa de las situaciones, estamos llamados a someter todo al discernimiento espiritual, pidiéndole al Señor claridad y sabiduría para identificar Su voluntad en cada circunstancia.
Al final, el discernimiento no solo nos protege, sino que también nos ayuda a mantenernos alineados con la verdad de Cristo, guardándose del error y guiándonos hacia una relación más íntima y pura con Dios. Pidamos al Señor que continúe afinando nuestros sentidos espirituales para que, en todo momento, podamos distinguir lo que es de Él y lo que no lo es.