Aún sabiendo que has sido llamado por Dios, ¿Te has sentido incapaz de realizar tu ministerio de liderazgo, te sientes deprimido, debilitado, sin ganas de seguir adelante, fracasado? Espero que esta reflexión bíblica te ayude a recuperar nuevas fuerzas. De acuerdo a la Biblia el Dios que envía te comisiona y equipa para el desempeño de un ministerio eficiente y victorioso. Observamos esta verdad en el encuentro entre Dios y Moisés.
El Dios que envía te comisiona
Empecemos por recordar que el pueblo de Israel se había desarrollado en Egipto hasta llegar a ser un gran pueblo. Fueron oprimidos por los egipcios. Dios entonces dice “El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.” (Éxodo 3:9). Dios vio la aflicción de su pueblo y se acordó del pacto con los patriarcas. Entonces, Él prepara un encuentro con Moisés en el Monte Horeb y en una teofanía le dice: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo…” (Éxodo 3:10). Dios envía a Moisés con una comisión, es decir, con un encargo o tarea específica, la de liberar al pueblo israelita de su esclavitud.
Jesús le ha dado también a los discípulos una Gran Comisión: Hacer discípulos. Los líderes de las iglesias estamos para ayudar al pueblo de Dios guiándoles a cumplir dicha comisión.
El Dios que envía te equipa
En las respuestas a dos de las objeciones que Moisés expuso ante Dios vemos cómo El equipa a sus siervos. Dios te equipa para cumplir con la comisión a través de su presencia.
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? (Éxodo 3:11).
Moisés no se sentía competente para la tarea asignada. Pensaba como muchos otros: “Ya lo he intentado todo y he fracasado; no sirvo para nada”; “¿Quién soy yo para…”. Es cierto que Dios conoce tus limitaciones y debilidades pero también tus fortalezas, iniciativa y determinación. El sabe que puedes hacerlo y por qué tú eres el indicado para la tarea a que te ha llamado.
Si te sientes incapaz de realizar el ministerio que se te ha encomendado, entonces ¡Recuerda que no estás solo en la tarea! Dios le respondió a Moisés: “…Ve, porque yo estaré contigo…” (Éxodo 3:12). ¡Qué promesa más poderosa y de profundas implicaciones para los líderes! Alguien podría decir: “Esta promesa fue sólo para Moisés”. ¡Claro que no! La Biblia tiene muchísimas referencias a esta promesa. La continuidad de la tarea de Moisés cayó en manos de su servidor Josué a quien Dios le dice: “como estuve con Moisés, estaré contigo” (Josué 1:5).
En el Nuevo Testamento se repite esta promesa aplicándola a los cristianos, “porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Y ¿Quién puede olvidar la promesa de Jesucristo? “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). El hacer discípulos se realiza en una interacción entre la autoridad del Señor, manifestada en la Gran Comisión, y su presencia.
Sí, el Dios que envía te acompaña con su divina presencia ¡Qué gran alivio para los líderes que se sienten incapaces, cargados y abandonados!
Dios te equipa respaldándote con los recursos necesarios
El Dios de los patriarcas y de Moisés es el mismo a quien servimos. Él te respalda proveyendo los recursos que necesitas para realizar tu ministerio. Los recursos pueden parecernos insignificantes e insuficientes pero en las manos de Dios cobran nuevo significado. En Éxodo 4:1-9 vemos que Dios usa tres cosas muy simples consideradas desde la perspectiva humana: una vara, una mano, y un poco de agua del río. ¿Qué se puede hacer con tan poco? Sin embargo, Dios obró de una manera poderosa a través de estos tres recursos: La vara se convierte en culebra, la mano se vuelve leprosa y después es sanada y el agua se convierte en sangre. Dios equipa a los líderes con los recursos necesarios para realizar lo que Él les dirige a hacer.