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El Día de Dios

Una manifestación divina en medio del tiempo humano

“El Día de Dios” no es un día común, ni una fecha marcada solo por el calendario.
Es el momento en que Dios decide hacerse sentir, cuando Su presencia se manifiesta con claridad frente a una necesidad colectiva, una generación confundida o un tiempo decisivo.

A lo largo de la Escritura, el Día de Dios siempre ha sido: Un día de Intervención, Un día de repuesta.Un día de revelación.Un día en que Dios dice. Yo estoy aquí.

No es un día creado por el hombre, sino un día señalado por Dios, donde Él afirma con autoridad que nada de lo que está ocurriendo escapa a Su gobierno.

“Lo que está pasando no está fuera de Mí”

Este tema nace de la oración profunda de los ministros y del clamor del pueblo. Dios inquietó los corazones para declarar que, aun en medio de los tiempos difíciles, de la confusión espiritual, de las pruebas personales y de las luchas nacionales y globales: Dios no se ha apartado.Dios no está ausentes . Dios no ha perdido el control.

“El Día de Dios” proclama que Él sigue reinando, que Su mano sigue extendida, y que Su propósito continúa firme sobre Su pueblo.

Un llamado al altar

Este día convoca al pueblo no solo a reunirse, sino a volver al altar:

  • Con humildad
  • Con arrepentimiento
  • Con adoración sincera
  • Con expectación santa

Es un llamado a presentarnos postrados en Espíritu y en Verdad, reconociendo que necesitamos Su presencia más que cualquier respuesta humana.

Un día de afirmación y esperanza

“El Día de Dios” también es un mensaje de consuelo y esperanza:

  • Para el que ha esperado en silencio
  • Para el que ha orado sin ver respuesta
  • Para el que ha sido fiel en medio del cansancio

Dios afirma a Su pueblo y le recuerda que la recompensa no viene del hombre, sino del cielo.

Un acto profético para iniciar el año

Comenzar el año proclamando “El Día de Dios” es declarar que:

  • Este año no se inicia sin Él
  • Las decisiones no se toman sin Él
  • El futuro no se camina sin Su presencia

Es reconocer que antes de cualquier agenda, plan o expectativa, Dios debe ocupar el primer lugar.

Cierre espiritual

“El Día de Dios” es una convocatoria santa para recordar que cuando Dios se manifiesta, todo cambia.
Es el día en que Su pueblo reconoce:
“Estamos aquí porque Tú estás aquí.”

Por eso, este encuentro no es tradición, es obediencia.
No es costumbre, es respuesta.
No es solo un evento, es un momento señalado por Dios,expresa en su llamado el Pastor Ezquiel Molina hijo.

Fuente:
TPD

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