Cuando entendemos que el carácter es nuestra propia marca, entonces hay que preguntarnos ¿qué es lo que la gente está viendo de nosotros? Una cosa es el carácter y otra cosa distinta es el carácter cristiano, aquel que ahora es dirigido y regulado por Dios.
Cuando somos del mundo y hemos tenido una educación desde la niñez, la formación de nuestro carácter ha sido forjada posiblemente con disciplina, pero donde existe la disciplina pero falta la moralidad, el carácter está deformado.
Pedro ha dejado una marca imborrable en la historia del inicio de la Iglesia. El marco con sus acciones la imagen que para muchos de nosotros hoy es la única forma de entender quién era. Un hombre con acciones impulsivas, fácil para airarse, difícil para contenerse de no decir lo que pensaba, e imposible de detener sus acciones aunque estas lo comprometieran.
Ese era el carácter de uno de los doce, ese es el carácter de más de uno de los que hoy seguimos al Maestro. Pero al igual que Pedro nuestra vida entera y carácter deben de llegar a la madurez en la cual muestre al mundo que hemos sido forjados en la mesa del Eterno Alfarero, y que han sido sus manos las que ha dado forma a lo que hoy somos.
No será un proceso fácil, no será un camino corto y no será de la noche a la mañana. Forjar las grandes obras llevan años de proceso, pero después de haber sido terminadas también son años los que sobrevivirán.
Creo que por eso Dios nos dio la vida, para que durante ella pueda formarnos a su imagen poco a poco tal como lo vallamos entendiendo y aceptando.
Cada vez que él hace una obra en nosotros, si queremos que perdure, deberemos estar de acuerdo con lo que él hizo en nosotros. De lo contrario terminaremos arrancando de nosotros mismos, aquello que nos hacía parecernos más a Él.
Por eso cuando venimos a Jesucristo y moldea nuestro carácter y nos pone compasión, cuando nos miramos actuando con compasión y no nos gusta terminamos por dejarla. Cada vez que Jesús haga una obra en nosotros, somos nosotros mismos quienes decidiremos si queremos parecernos más a Él.
Marcos 14:26 Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
27 Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas. 28 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
Primero que nada quiero resaltar el momento en el que Jesucristo refiere estas palabras. Han pasado tres años y medio.
Pedro ha caminado con el Maestro día y noche. Ha llegado a escuchar sus enseñanzas, hasta que estas podía decirlas de memoria. Había visto en el rostro del Maestro su compasión por las gentes, su amor por los que estaban en necesidad, su misericordia para los que habían caído y su mano extendida para quienes se encontraban en el poso de la desesperación.
El carácter del impetuoso Pedro había sido confrontado con el Carácter del Maestro que en lugar de sus arrebatos, encontraba silencio ante los agravios.
Había tenido la oportunidad de ser altamente entrenado, y formado su carácter, con los eventos que había vivido al lado de su Señor.
(Hace unos días platicando con alguien me dice mi esposa: te he escuchado hablar tantas veces pero todavía no puedo explicar las cosas como tú lo haces. Aprender los conceptos y los valores le conteste)
Para que usted llegue a que su corazón, a través de su carácter; deje una marca de la que este orgulloso de decir que es suya, habrán pasado muchos años.
Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas. 28 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
En ese particular momento el carácter de Pedro seria enfrentado ante la tragedia de su Maestro. Ahora su propia vida estaría en riesgo, sería el momento de probar su carácter cristiano. Quiero decir, su entrega a Jesucristo.
Y contesta y dice: 29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no.
La única forma de probar nuestro carácter, es cuando es confrontado, es cuando es puesto a prueba, es cuando es llevado fuera de nuestra zona de confort.
Pedro, tal parece hablo espontáneamente. ¿Cuántas veces hemos caído en un error, por haber hablado de esta manera? Hay que saber controlar nuestras emociones, nuestras reacciones y también nuestras palabras. Pedro siempre mostró su afán por hacer cualquier cosa por su Maestro, pero no sabía a ciencia cierta; ¿cómo respondería cuando el momento de poner en riesgo su propia vida llegara?
Ahora estamos ablando del carácter Cristiano. ¿Cuándo otros abandonan, adonde estas tu? Pedro ya daba por sentado que él ya estaba listo para cualquier prueba que le viniese en el camino de Jesucristo. El decía que su carácter ya había sido forjado a la manera de Cristo. Tres años de enseñanza ahora se enfrentarían a la prueba. Pedro le estaba diciendo a Jesucristo: Yo ya estoy listo, para hacer cualquier cosa por ti.
Aunque las cosas se pongan mal yo no te abandono. Yo no te dejare, caminare contigo todo el camino. Esta es una promesa grande, Pedro estaba empeñando toda su persona.
Y creo que hoy es un gran día para hacer nuestra declaración de vida. Es posible que tu corazón, tu carácter y tu temperamento te digan todavía no puedo hacerlo, te voy a decir algo; Hazlo por Fe. Hay quienes dijeron no estoy listo para bautizarme, hoy te digo hazlo por fe. Haz lo que hizo Pedro “si eres tú, manda que yo vaya” el no estaba seguro que fuera su Maestro, pero al oírlo hablar reconocería su voz.