Gálatas 6-9-11 nos exhorta a no cansarnos de hacer el bien, prometiendo que cosecharemos a su debido tiempo si no desfallecemos. Además, se nos insta a hacer el bien a todos, con especial énfasis en aquellos que comparten nuestra fe. Este pasaje bíblico nos invita a reflexionar sobre la naturaleza y el propósito de nuestras acciones bondadosas, subrayando la importancia de la constancia y la humildad en nuestra labor de hacer el bien.
La Constancia en el Bien Hacer
El versículo 9 nos recuerda que hacer el bien no siempre es fácil y que puede ser agotador. Sin embargo, también nos asegura que nuestros esfuerzos serán recompensados si perseveramos. Esta promesa nos alienta a mantener nuestra dedicación, sabiendo que nuestros actos de bondad no son en vano, incluso cuando los resultados no son inmediatamente visibles.
El Bien se Hace en Silencio
El concepto de hacer el bien en silencio, sin buscar reconocimiento en las redes sociales, complementa perfectamente esta enseñanza. En la era digital, es fácil caer en la tentación de mostrar nuestras buenas acciones para recibir aplausos o aprobación de otros. Sin embargo, la verdadera bondad se manifiesta en acciones desinteresadas que buscan el beneficio de otros sin esperar nada a cambio.
Jesús nos enseñó que nuestra mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha (Mateo 6:3). Este principio nos invita a realizar nuestras acciones de manera discreta, enfocándonos en la esencia del acto de bondad más que en la exposición pública. La autenticidad y la pureza de nuestras intenciones se reflejan mejor cuando nuestras acciones permanecen en el ámbito privado, en lugar de ser exhibidas para obtener reconocimiento.
La Familia de la Fe
Finalmente, el versículo 10 nos insta a aprovechar cada oportunidad para hacer el bien, especialmente hacia aquellos que comparten nuestra fe. Esto nos recuerda que somos parte de una comunidad, y que nuestros actos de bondad fortalecen y nutren este cuerpo espiritual. Al cuidar de nuestros hermanos y hermanas en la fe, no solo cumplimos con un mandato divino, sino que también contribuimos a la unidad y al bienestar de la comunidad.
Gálatas 6:9-11 nos desafía a perseverar en nuestras buenas obras, a realizarlas con un corazón humilde y a enfocarnos en el bienestar de nuestra comunidad de fe. Al practicar la bondad en silencio, nos aseguramos de que nuestras intenciones sean puras y desinteresadas, reflejando así el verdadero espíritu del amor cristiano. En un mundo donde la visibilidad y el reconocimiento a menudo se valoran más que la autenticidad, esta enseñanza nos invita a redescubrir la belleza y el poder de la bondad silenciosa.