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El Balance entre tu Prosperidad y tu Necesidad

En relación a las finanzas y al dinero, al igual que en todo aspecto de la vida, los extremos son malos.  Aquellos que tienen una mentalidad de necesitados y siempre están extendiendo la mano para que les dé, siempre son víctimas de sus circunstancias y situaciones; se vuelven gente manipuladora y dependiente, y eventualmente pierden hasta la autoestima porque cuando alguien no es capaz de producir, pierde el norte hasta de quien es y lo que puede lograr.  Suena fuerte, pero es la realidad.  Del otro lado están los ricos que llegan al punto de pensar que no tienen necesidad de nada porque las riquezas les llenan y les satisfacen, por lo que no se dan cuenta de lo importante de tener un balance con lo que es ser un necesitado.  ¿Cuál sería el balance?  ¿Cuál es la manera correcta de balancear la posición de sentir que necesitas algo, pero en el orden correcto para que no caigas en un extremo?  ¿Cómo alcanzas el balance correcto de saber que tienes necesidad para que, basado en eso, puedas entonces acercarte a Dios?

17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”  Apocalipsis 3:17-20

Estas son palabras poderosas del apóstol Pablo, quien le dice a la iglesia de la Odisea: Tú tienes un gran problema; dices que no tienes necesidad de nada.  Y ese es el balance que debemos ver hoy.  Hay gente que se ven necesitados, y gente que piensa que no tiene necesidad de nada; mientras que nosotros tenemos que estar, básicamente, en el lugar correcto para que no se dañe nuestro corazón y nuestra relación con Dios.

La reprensión a esta iglesia es que decían ser ricos y tener todo lo que necesitaban y que no necesitaban de Dios.  No hay que ser rico para tener esta actitud; hay quienes tienen buena casa y buen auto, y dicen: Yo no necesito de nada, yo estoy bien.  Es el pensamiento de que no necesitas nada de Dios, lo que te lleva a depender de las cosas naturales, llevándote a desvirtuar tu propósito y depender de cosas de las que no tienes que depender.

Así que, hay dos extremos.  El primero, la persona que se vuelve un necesitado, el que necesita algo veinticuatro horas al día.  Hay gente viviendo momentos difíciles, duros; naciones que llevan años bajo opresión económica, viviendo momentos de gran dificultad.  También nosotros hemos vivido momentos en que hemos pensado que perderíamos todo.  Pero las circunstancias a tu alrededor no deben meterse en tu interior y convertirte en una víctima del asunto.  Ese es un extremo y es un problema.  Gente necesitada con la actitud incorrecta, de víctima, de que todos tienen que hacer algo por ellos, lo cual hace que su corazón desfallezca, que no aspiren a más ni estén dispuestos a hacer lo que tienen que hacer.  Tienes que romper con eso.

El otro extremo, son aquellos que les importa poco lo que pase en el mundo, lo que le pasa a otro, porque ellos están bien.  No hay que ser millonario para acomodarnos de manera tal que no tengamos necesidad de depender de Dios.  Una mentalidad de víctima, al igual que la mentalidad de que no necesitas nada, te llevan a poner tu dependencia en el lugar incorrecto.  Cuando haces esto, eres dirigido a cosas innecesarias y verás pocos resultados.

En Apocalipsis 3, Dios reprende al rico.  El problema de esta iglesia es que, por las riquezas que habían llegado a tener, ahora decían: No necesito nada de Dios.  El otro extremo es aquel que, en medio de su necesidad, se vuelve un necesitado, una víctima.  Entonces, tenemos la víctima que depende de los hombres, y el rico o acomodado que depende de sus riquezas.  En ambos hay fracaso.  El próspero que Dios ha bendecido nunca puede perder de su corazón el entendimiento de que tiene que depender de Dios.  Todo lo que tú tienes, lo que has alcanzado, proviene de Dios.  El próspero tiene que saber que tiene que extender ayuda al necesitado.  Es parte de lo que hacemos como creyentes, somos empáticos con los demás.  Pero, sobre todas las cosas, no ponemos nuestra dependencia en las cosas naturales porque sabemos que son cambiantes.  El que pone su confianza en esas cosas, cuando estas fluctúan, así mismo cambian sus emociones, sus pensamientos.

Tú tienes que entender que Dios es tu fuente, que Él es primero porque de Él es que tú dependes.  Cuando tú entiendes esto, haces tesoros en los cielos, no te involucras en cosas incorrectas porque dependes del Dios Todopoderoso y no de tus riquezas.

Del otro lado, está aquel que ha enfrentado tanta dificultad, necesidad, que se le ha metido en el corazón el pensamiento erróneo de ser un necesitado.  Te has visto como un necesitado, como un dependiente; estás dependiendo de lo que el mundo pueda hacer por ti.  Pero tú no eres cualquier cosa, sino un hijo de Dios.  Camina como tal.  Tú eres parte de la simiente de Abraham, que aparece en Génesis 12, cuando Dios lo llama y lo saca de tierra de su parentela y le dice que le prosperaría.

Aunque Dios va a usar hombres y mujeres para bendecirte, tú tienes que cambiar tu consciencia en tu interior y entender que tú no eres un necesitado, una víctima.  Puede que estés pasando por un momento difícil, duro, y no necesariamente las cosas vayan a cambiar de un día para otro; pero si sacas de tu corazón ese pensamiento negativo y te das cuenta que Dios tiene grandes planes para tu vida, podrás moverte en una nueva dimensión de victoria y de gloria para alcanzar todo lo que Dios te ha prometido.  El balance es no volverte un necesitado, una víctima ni depender de las riquezas.  Es saber que no dependes de lo que los hombres puedan hacer por ti, y tu seguridad no está en lo que las riquezas pueden hacer por ti.  Tú tienes que saber que lo que Dios va a hacer en tu vida, lo va a hacer por una sola razón: Porque él es tu Dios y tu dependencia está solamente en Él.

Comienza a declarar su palabra que dice: Mi Dios pues suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria.  Date cuenta que Dios tiene un plan para tu vida, un propósito para ti.  Las circunstancias no son las que controlan tus emociones, tus pensamientos; tú vives completo en el Dios Todopoderoso, sabiendo que Él te da la victoria, te colma de bendiciones día tras día, y es Él quien te trae abundancia, poder, y te lleva a vivir es vida de bendición.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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