Gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que siguen cumpliendo su ministerio de preparar a la Iglesia de Cristo para el inminente retorno del Señor a las bodas del Cordero.
La fe, la esperanza, la justicia y el amor de Dios continúan extendiendo el Evangelio a toda la tierra, recordándonos la verdad viva de Juan 3-16- Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Pueblo de Dios, nación santa: busquemos al Señor con reverencia y temblor. Seamos ejemplo de un sacerdocio digno y consagrado, íntegro por dentro y por fuera; hombres y mujeres que militan en la fe de Cristo como verdaderos soldados, combatiendo con fervor las batallas espirituales contra el enemigo.
No desmayemos. Perseveremos por las almas que se han extraviado, intercediendo con amor y compasión para que vuelvan al camino de la salvación. Que nuestras vidas sean testimonio de fidelidad, y que nuestros nombres permanezcan inscritos en el Libro de la Vida.
“El amor de Dios no solo salva, también nos levanta para pelear con fe hasta el final.