El doctor Néstor Saviñón dijo que en este mes se cumple un aniversario de dos grandes gestas que muchas veces pasan desapercibidas: las batallas del 19 y 30 de Marzo, que fueron la concreción de lo logrado el 27 de febrero.
Manifestó que debemos recordar que al momento de la independencia nacional, la parte este de la isla sólo tenía unos 100,000 habitantes, mientras que Haití tenía mucha más población y riqueza, y tratando de imponer la fuerza de los números, el ejército haitiano, encabezado por Charles Hérard, que es recordado por Price Mars y otros historiadores haitianos como un analfabeto y un incapaz, ingresa en dos columnas, una al sur dirigida por el Presidente y la del norte por Pierrot.
Asimismo, indico que la columna de Herard y la de Pierrot debían unirse en Santo Domingo, pero la fuerza expedicionaria del sur sufrió embates de la naciente milicia nacional, hasta que llegan a Azua de Compostela, una de las villas blasonadas más antiguas del Nuevo Mundo y cabeza de la provincia de Azua o Sur, que es abandonada por los dominicanos, pero luego, el 19 de marzo se combate y gracias a la genialidad de Antonio Duvergé, que ante la carencia de pertrechos y piezas de artillería ordenó una carga de macheteros y lanceros, quienes sembraron el desasosiego en la tropa haitiana, acostumbrada a guerra normal, y no a luchas cuerpo a cuerpo. En medio de este caos, empieza la especie de que Herard había muerto.
El doctor Saviñón explico que la columna del norte, ingresando por el Masacre, llega hasta Santiago, donde recibe el castigo inclemente del fuego de la fortaleza San Luís, y de otras dos edificaciones militares que cubrían el triángulo defensivo de dicha ciudad, y Fernando Valerio, sabiendo los escasos pertrechos y mínimas piezas de artillería, ordena la famosa carga de los andulleros, la cual, sembró el pánico entre la soldadesca haitiana, y al poco tiempo, para más dramatismo llega la noticia, luego comprobada falsa, de la muerte del Presidente, por lo que el general Pierrot decide regresar a Puerto Príncipe con lo restante de su tropa para combatir por la sucesión presidencial y ahí se lleva el chasco que el Presidente sigue vivo, pero poco tiempo después es derrocado, en parte por su incompetencia militar.
Finalmente el doctor Saviñón señalo que ambas batallas sirvieron para ratificar la independencia proclamada en Santo Domingo, el 27 de febrero de 1844.
Y añadió a seguidas sin esas batallas, el naciente Estado hubiese colapsado y hoy fuésemos parte del Estado Haitiano, pero gracias a la hidalguía, genialidad y valor del hombre dominicano, de su genial manejo del machete y la adarga, del uso eficiente de las piezas de artillería y su acendrada fe en Dios y la justeza de su causa, esos hombres y mujeres valerosos, tanto en el norte verde como en el árido sur consiguieron victorias memorables sobre un adversario que le superaba en números y armamentos.