“22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23
Cuando se habla del fruto de la fe, se habla del producto de relación. En Juan 15, Jesús dice: Separados de mí, nada podéis hacer. Si quieres llevar fruto, tienes que estar conectado. El fruto es producto de una larga relación con Dios. Para el don de fe, tú no tienes que llevar una larga relación con Dios para que se active en un momento en tu vida. El problema de muchos es que celebran más a la gente por los dones que por el fruto. Tú debes celebrar más el fruto que los dones. Los dones Dios puede dárselos al que sea, para usarlo en un momento particular, mientras que el fruto demuestra que llevas una relación a largo plazo. Cuando tú manifiestas los frutos, incluido el de la fe, demuestras que estás en conexión con el Espíritu Santo. Cuando te llegan los problemas, tienes tolerancia, paz, gozo, templanza, mansedumbre, tranquilidad. Esto es producto de un largo tiempo de relación con el Espíritu Santo. Pero muchos prefieren la manifestación de los dones que la manifestación del fruto porque el fruto conlleva tiempo.
Cuando hablamos del fruto de la fe, hablamos de una manifestación de fe que se demuestra en una confianza constante en Dios, y una manifestación de esa consistencia es tu fidelidad a Dios. Le eres fiel a Dios porque tu fe – que es producto de tu relación con el Espíritu – te hace serle fiel, vivir constante y consistentemente en tu relación con Dios, y tienes esa certeza de que todo va a obrar para bien a aquellos que aman a Cristo Jesús. Vives con esa fidelidad y confianza, seguridad de que a lo largo de tu vida, todo va a obrar para bien. Ese producto de la fe es producto de la relación con el Espíritu Santo que te da esa seguridad.
Cuando hablamos del don de fe, hablamos de la capacidad sobrenatural de tener la seguridad de que la oración, petición o declaración ha sido contestada antes de que se manifieste. No es tan solo pedir algo por fe, sino la confianza y seguridad de que se realizará lo que se ha declarado. La gente lo confunde con los milagros, pero una gran diferencia es que el don de milagros es instantáneo; Por lo general, se manifiesta al momento. El don de fe declara algo, y el milagro ocurre después, pero tú caminas con una seguridad como que está hecho. Jesús se para frente a la higuera, y dice: Nadie más coma de ti. Y se fue. Los discípulos, al otro día, fueron a ver si la higuera se había secado. Ellos dudaron, pero Jesús se fue confiado de que la higuera se iba a secar. El milagro no ocurrió instantáneamente, sino al otro día, así que lo que se activó fue el don de fe. La multiplicación de los panes y los peces ocurre al momento; Ese es el don de milagros. Uno curre al instante, otro ocurre en el interior tuyo, aunque no siempre se va a ver el resultado instantáneamente; Pero te da esa confianza de actuar, de caminar, de tomar decisiones.
Otro ejemplo de la diferencia entre el don de milagros y el de fe, es el de Daniel y los jóvenes hebreos. Daniel dijo que no iba a adorar, y le dijeron que iría al foso de los leones. Y los jóvenes hebreos, si no se arrodillaban, irían al horno de fuego.
“16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” Daniel 3:16-18
Los jóvenes dijeron: Sabemos que nos puede librar, nos va a librar, y si no, pues algo mejor va a hacer. Eso no es convencimiento mental. Te van a tirar a los leones, al horno de fuego, y tú estás tranquilo, confiado. Calientan el horno siete veces, y tú sigues firme. Ese es el don de fe. El milagro no fue que Daniel no entrara al foso de los leones, sino librarlo dentro del foso; Caminar seguro en aquel lugar, sabiendo que aquellos leones estaban allí. Lo mismo los jóvenes hebreos; El milagro no fue sacarlos del horno, sino librarlos dentro del horno de fuego y que Dios se metiera con ellos en aquel horno. Pero, para eso, tiene que haber esa seguridad interna en tu vida que solo el Espíritu Santo te puede dar.
Tampoco podemos confundir el don de fe, con confianza meramente, con valentía. Mucha gente puede demostrar gran confianza o valentía, dependiendo de otros elementos que no son el espíritu. Tú puedes tener confianza en tus dones o en tus habilidades. Pablo decía: Sé hablar varios idiomas, hago milagros; Pero en nada de eso confío, de nada de eso dependo, mi confianza no está puesta en nada de eso. Pablo decía: Sé tener abundancia, y sé tener poco, mas todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Así que no confiaba en esas otras cosas. La diferencia de Goliat y David es que Goliat confiaba en su espada y en su jabalina, pero David decía: Yo vengo en el nombre del Señor con esta piedrecita. Saúl quería que David usara su armadura, pero David dijo: No, yo voy a usar lo que tengo en mi mano, y con esto será suficiente, aunque parezca poco delante de todo el mundo. A Gedeón, Dios le quitó el ejército de miles, a tan solo trescientos. ¿Para qué confiar en tanta gente si con trescientos podían acabarlos? Dios se molestó, en una ocasión, con David cuando se puso a contar la gente con la que contaba, cuando nunca había podido contar con nadie más que Dios. Cuando haces esto, pasas tu confianza y tu valentía a lo que Dios te dio por fe, en vez de tener fe en el Dios que te lo dio. Tu confianza y tu seguridad no deben venir de lo que has alcanzado, sino de la fe que ha producido que eso ocurra.
El don de fe no es esperanza, no es tener la expectativa de que algo bonito pueda pasar. Tampoco puede ser activado por deseos personales; No se usa para ganancias personales financieras, no es algo que activas un día para que un negocio te salga bien; No funciona así. Tú tienes que usar la fe general para que un negocio prospere; Pero el don de fe, tú no lo activas para eso meramente. Al igual que los otros dones, el don de fe se utiliza en momentos específicos para situaciones determinadas, para algo en particular. Se requiere de un conocimiento de la voluntad de Dios. No se puede activar el don de fe, si no conoces la voluntad de Dios para ese momento en particular. Necesitas conocer qué es lo que Dios quiere para ese momento, porque el don de fe no va a actuar fuera de la voluntad de Dios.