“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:21
Nuestro corazón, lamentablemente, naturalmente hablando, nuestro afecto tiende a dirigirse a las cosas materiales, físicas, naturales. Donde hay una inversión financiera en tu vida, hay recuerdos, memorias, y por eso tu corazón tiende a ir hacia esas cosas. Tenemos que corregir nuestras ideas económicas, nuestros pensamientos financieros, de manera tal que cuando tomemos decisiones podamos hacerlo sabiendo que donde tú pongas tu tesoro, ahí estará tu corazón. Así que, si tú quieres que haya más de tu corazón en un lugar, no se trata meramente de decir “te amo”, sino que con acciones tienes que poner tus recursos en ese lugar. Si dices creer, amar algo, pero no hay inversión financiera, no lo demuestras. Tu corazón se dirige a donde están tus riquezas.
Una de las peores cosas que puede pasar es que una persona se torne avaro. Para poder arreglar tu corazón, necesitas eliminar la avaricia, esa ambición desmedida que una persona puede tener por cosas materiales, naturales.
“ Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24
Esa palabra riquezas, según el texto original, habla de una expresión en arameo que representaba a dios de las riquezas, al dios del dinero, de la avaricia. Y Jesús dice que no se le puede servir a él, y también a la avaricia desmedida. Sin darnos cuenta, todos podemos caer poco a poco en el engaño de la avaricia, deseando más cosas naturales que espirituales. Es enfocarnos en lo que tenemos, pensando que es eso lo que determina quiénes somos. Tu corazón, poco a poco, puede ser engañado, llevado a caer en esa dinámica de desear poseer, y que eso sea lo que dé excitación a nuestra vida.
Una de las cosas que hace la avaricia es poner la felicidad de una persona en las cosas materiales. Cuando una persona es avara pospone su felicidad para cuando tenga lo que desea. Hasta que no lo tenga, no es feliz. El problema no es aspirar a más, sino que tu felicidad dependa de obtener aquello a lo que aspiras. Pablo fue muy claro al hablarle a Timoteo, cuando le dijo que se cuidara de no caer en esta tentación porque podía llevarlo a la ruina. Y así hay mucha gente arruinadas en su mente, espíritu y corazón.
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:9
Mucha gente deja de servir a Dios por la búsqueda de las cosas materiales, naturales. Pero lo que Dios te dé y lo que tú puedas obtener, no debe distraer tu corazón de cumplir el propósito de Dios en tu vida.
Una de las cosas que hace la avaricia es que nos lleva a poner nuestra confianza en el dinero, en las cosas materiales. Cuando haces esto, tu paz, tu tranquilidad, depende de tus posesiones. Cuando pones tu confianza, tu fe en estas cosas, estas se mueven y pueden ser destruidas. Mientras le sirvas al Dios que te provee las cosas, no hay problema; el día que haces de las cosas tu dios, entonces todos los cambios en esas cosas harán también que tus emociones fluctúen.