«Sin embargo, todo eso no vale nada mientras vea al judío Mardoqueo sentado allí, a la puerta del palacio»» Ester 5:13 (NTV)
Amán era un hombre rico y orgulloso, lo vemos jactándose con sus amigos y esposa de cuánto tenía, sin embargo, no era feliz. Su orgullo, su gran ego, no lo dejaba ser feliz, pues Mardoqueo no le reconocía su grandeza. Él quería ser líder para ser servido, para ser reconocido y para tener de qué jactarse. Su valor estaba allí y por eso nunca pudo sentirse pleno.
¿Dónde está nuestro valor? ¿En logros? ¿En bienes materiales? ¿En relaciones? ¿En fama o poder? Si nuestro valor está en cosas vanas, en lo externo, tendremos problemas, pues todo eso es cambiante y circunstancial. Nuestro valor debe estar en Cristo, que no cambia y es el único que puede satisfacer cualquier necesidad, es agua viva y pan de vida que nos nutre y sostiene cada día. Su sangre poderosa nos compró… ¿Habrá algo más valioso? Cuando Él es nuestro centro y nuestro valor se fundamenta en Él, no importarán las circunstancias, ni lo material… ¡Él lo llenará todo!
Oración
Gracias Señor por darme valor eterno y llenar todo vacío que había en mí. Gracias Señor, porque le has dado verdadero sentido a mi vida y Tu gozo y paz me inundan. ¡Te alabo Jesús… Te amo con todo mi ser. ¡Amén!