
Ningún padre quiere ser un mal padre. Es por eso que el deseo de aprobación en la ardua tarea de la crianza es muy común, en parte porque entendemos lo que está en juego. ¡Somos partícipes activos y esenciales en la formación de una vida!
Pero para no caer preso de las opiniones y el temor al hombre, es importante que sepamos hacer una autoevaluación constante. Es fácil perderse en el ajetreo diario y nunca detenerse a reflexionar en el curso de nuestras vidas para cambiar de carril cuando haga falta. Los padres sabios serán padres conscientes de sus limitaciones y dispuestos a evaluarse con honestidad.
Un papá o una mamá que realmente crece en su labor se identifica por una actitud de humildad que le lleva a escuchar más y juzgar menos
Pero ¿con base en qué debemos evaluarnos? ¿Cómo saber si estamos creciendo en nuestra labor de crianza como padres cristianos?
El mundo tiene algunas características que busca celebrar en un papá o una mamá que está «mejorando» en su crianza. Quizá serían cosas como:Ganas más dinero que hace algunos años y por eso puedes darles mejor educación y más cosas a tus hijos. ¡Eres mejor padre!Tus hijos sacan mejores calificaciones que antes. ¡Has logrado algo importante como mamá!Tu hija ha tenido el valor de decidir que no es una mujer sino un hombre. ¡Felicidades a papá y mamá por criar tan abiertamente!
Incluso en nuestros ambientes cristianos podríamos evaluar a otros como «buenos padres» con base en cosas como:
Aplicas la vara u otra forma de disciplina con más frecuencia que antes. ¡Eres un padre fiel y firme, como la Biblia manda!
Tus hijos son más obedientes en público que antes. ¡Seguro es resultado de tanta instrucción bíblica de parte de una mamá piadosa!
A tus hijos les encanta cantar himnos y hablar sobre lo que aprenden en la iglesia. ¡Algo hemos hecho bien para que tengan semejante interés espiritual desde tan chiquitos!
Es cierto que hay evidencias de gracia en la vida de nuestros hijos que podemos y debemos celebrar, pero ellas no indican necesariamente nuestro crecimiento como padres. Las características de un buen crecimiento en la tarea de crianza son, en realidad, muy parecidas a las que deben identificar a cada cristiano en su proceso de madurez. Por eso te invito a considerar cuatro características bíblicas de padres que están creciendo:
1. Eres más consciente de tu limitado conocimiento y tu capacidad de cometer errores.
Por mucho tiempo pensé que el crecimiento cristiano se debía sentir como nada menos que perfección. Si estoy creciendo, no debo pecar más ¿verdad? En cierto sentido, sí, el crecimiento en santidad implica tener victoria sobre el pecado, pero esto no significa creerme incapaz de pecar (1 Jn 1:8). De hecho, una marca esencial de la madurez cristiana es la humildad (Ef 4:2) y ella siempre reconoce: «Puedo estar equivocado».
La crianza bíblica no se trata de mejorar la imagen de papá o mamá, sino de dirigir el corazón de nuestros hijos a Dios
Puede ser que no haya tratado bien a mi hijo y deba pedirle perdón. Puede ser que no sepa todos los factores sobre lo que pasó entre mis dos hijos y deba hacer buenas preguntas. Un papá o una mamá que realmente crece en su labor se identifica por una actitud de humildad que le lleva a escuchar más, juzgar menos y vivir de acuerdo a la prudencia y la sabiduría bíblica.
2. Te preguntas con más frecuencia: ¿Qué dice Dios en Su Palabra que puedo aplicar a esta situación?
La crianza que quiere ser bíblica debe tener sus bases en la Palabra de Dios. Los padres que día tras día buscan fundar sus decisiones sobre lo que Dios ha dicho crecerán tanto en su vida espiritual personal, que esto impactará también su rol de instruir a sus hijos.
Por esto es crucial que conozcamos y confiemos tanto en las prescripciones bíblicas como en los principios bíblicos.
Hay cosas que la Biblia prescribe con claridad y que debemos enseñar a nuestros hijos, como por ejemplo, no mentir (Éx 20:16). Sin embargo, en muchas situaciones de la vida familiar, la Biblia no ofrece una solución textual, como «No permitirás a tu hijo inscribirse en clases de boxeo los domingos» o «No disciplines a tu hija cuando tiene malas actitudes sobre su propia imagen corporal». En casos como estos, debemos guiarnos por principios bíblicos, como la importancia de la iglesia local en el plan redentor y la verdad del diseño de Dios para nuestros cuerpos.
Entonces, una señal de crecimiento en nuestra tarea de crianza es una mayor confianza en la suficiencia de las Escrituras, que se traduce en una mayor lectura y estudio para buscar en ella la sabiduría que Dios promete a quienes lo buscan (Pr 1:7; Stg 1:5).
3. Tienes menos reacciones emocionales a la conducta de tus hijos y respondes más a las actitudes de sus corazones.
Cuando nuestros hijos manifiestan una conducta indeseada o preocupante, es fácil para nuestros corazones débiles tener reacciones emocionales. Pero recuerda: la ira descontrolada y el desorden emocional son dos enemigos de la disciplina bíblica y el discipulado amoroso.
Por ejemplo, nos enojamos por la inconveniencia o la vergüenza que nos produce la conducta de nuestros hijos, nos amargamos porque nada sale como habíamos imaginado o nos tomamos los errores de nuestros hijos como una ofensa personal. Este tipo de reacciones es contrario al evangelio, porque se centra en nosotros mismos (Fil 2:3-4).
Dios quiere usar la crianza no solo para impactar a tus hijos, sino también para obrar en cada padre y madre, haciéndote más a la imagen de Cristo
La crianza bíblica no se trata de mejorar la imagen de papá o mamá. Más bien, se trata de dirigir el corazón de nuestros hijos a comprender su conducta, sus actitudes y sus pensamientos a la luz de quién es Dios y de lo que Él requiere de Sus criaturas. Cuando los padres podemos quitarnos del centro y hacer de la crianza una herramienta para bendecir a nuestros hijos y dar gloria a Dios (Col 3:20), entonces estaremos creciendo en nuestra tarea. Ser padres es tener la oportunidad y el privilegio de dirigir el corazón del niño a la fuente de todo bien: Cristo.
4. Corres más pronto a la presencia de Dios y dependes más del Espíritu Santo.
Si crecemos en la humildad necesaria para reconocer nuestros errores, estimamos la Palabra de Dios como la fuente principal de sabiduría y enfocamos nuestra crianza en el corazón de nuestros hijos, también comprenderemos la importancia de cultivar una dependencia creciente de Dios en oración (1 Ts 5:17).
¿Te encuentras levantando oraciones silenciosas y breves durante los momentos de estrés en la crianza? ¿Lo haces con mayor frecuencia que hace un par de años atrás? ¡Eso es verdadero crecimiento! Todo lo que te fuerce a correr a la presencia de Dios en dependencia espiritual, emocional o física es una herramienta para tu crecimiento.
Criar hijos en un hogar cristiano con todos los recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición es un privilegio y una bendición. Y Dios quiere usar la crianza no solo para impactar la vida de tus hijos, sino también para obrar en cada padre y madre, haciéndonos más a la imagen de Cristo. ¡Ánimo en tu labor de la crianza!