
Cuando los tiempos se llenan de incertidumbre y el miedo intenta robar nuestra paz, el salmista nos enseña una declaración de fe poderosa: hablar con certeza que Jehová es nuestra esperanza y fortaleza. Salmo 91-2-
No es solo un pensamiento interno, sino una confesión verbal: decir con nuestra boca que Dios es nuestro castillo, nuestra protección y refugio seguro. Cuando lo hacemos, nuestra fe se fortalece y el enemigo pierde terreno, porque la declaración de un hijo de Dios tiene autoridad.
En este final de año, aunque el camino haya estado lleno de desafíos, tenemos un refugio seguro en Dios. Podemos levantar la voz y declarar:
“Señor, Tú eres mi esperanza, mi castillo y mi Dios fiel. En Ti confío.” SALMO 91-2-
Este acto de fe nos conecta con Su poder y nos recuerda que no estamos solos, que nuestra confianza no es en vano y que Él cumplirá Su palabra a favor de quienes le aman.
Oremos.
Señor, hoy declaro que Tú eres mi esperanza y mi fortaleza.
Eres mi castillo, mi refugio seguro, y en Ti confío sin reservas.
Cuando el miedo se acerque, que mi boca proclame Tu fidelidad y mi corazón descanse en Tu amor En el Poderoso nombre de Jesús. Amén.
 
					