Lo primero que tiene que pasar en tu vida es entender que estás en paz con Dios porque, cuando algo causa enemistad, nos encerramos. Mientras en nuestra conciencia haya un pensamiento de que Dios está en contienda con nosotros, de que hay algo en nosotros que causa enemistad entre nosotros y Dios, permaneceremos a puerta cerrada.Por eso, los discípulos, luego de negar al Señor, de haberlo dejado, de haberlo abandonado, se encerraron. Pero, luego del sacrificio, Dios les dice: Tranquilos, yo acepté el sacrificio, ya no hay más contienda entre nosotros, porque el sacrificio fue aceptado. Cuando los discípulos entendieron esto, el resultado fue gozo, porque ya no tenían que pelar ni esconderse más.
Entonces, Jesús les dice una vez más: Paz entre nosotros; como el Padre me envió, así mismo yo los envío; reciban en este momento el Espíritu Santo. Este es el momento perfecto de transición y de salir de detrás de esa puerta donde se habían estado escondiendo. La primera revelación en estas palabras de Cristo es que Dios no está peleando contigo. No importa lo que haya pasado, Dios no está peleando contigo. El segundo paso es entender que Dios tiene propósito con tu vida. El quiere darte razón de ser.
Cuando el hombre encuentra paz con Dios, se da cuenta del propósito que Dios tiene con su vida. Hay demasiado potencial dentro de ti como para estar encerrado detrás de tus puertas. Tienes propósito más allá de todo lo que has estado pasando. Esto fue lo que pasó con Elías, cuando fue y se metió en aquella cueva; estaba escondido, por miedo, y Dios le dijo: No he acabado contigo; es momento de que salgas de aquí.
Cuando encuentras paz con Dios, sales de tu cueva y te das cuenta de todas las cosas grandes que Dios quiere hacer contigo. Cuando un hombre y una mujer tienen sentido de propósito, no porque quieran alcanzar algo, sino porque viene de la profunda convicción del corazón de que Dios le has dicho que tienen que hacer algo, las puertas se abren.
Cuando Dios despierta ese sentido de propósito en ti, luego sopla al Espíritu Santo sobre tu vida. Dios te está dando lo mismo que el Padre le dio a Él. No importa lo que pasa, de la misma manera que Dios envió a Cristo, así mismo Dios te envía a ti. Y Dios no te ha pedido que hagas nada en tu vida, sin ya él haber soplado el espíritu de vida que tú necesitas.
Detrás de la puerta, no puedes descubrir al Espíritu Santo. El problema de la iglesia es que experimenta al Espíritu Santo encerrada detrás de las cuatro paredes y piensa que experimentar al Espíritu Santo es dentro de un servicio. El Espíritu Santo no es para estar encerrado, sino para cuando tú salgas, tengas la capacidad de saber qué tienes que hacer. Tú no sabes con qué te vas a enfrentar, pero hay algo dentro de ti que te da el poder y la autoridad de sobrepasar todas esas cosas.
El Espíritu Santo sopla sobre ti para que salgas y te vayas a hacer lo que fuiste enviado a hacer, y a alcanzar el propósito de Dios en tu vida. Dios mismo es quien te envió y te dijo: Hay algo que tienes que hacer, y no te voy a dejar solo. Hoy más que nunca el Espíritu Santo se va a hacer real en tu vida para que puedas hacer todo lo que Él dijo que vas a hacer, para que puedas alcanzar todo lo que Él ha dicho que vas a alcanzar.
En la iglesia no es donde las cosas cambian; las cosas cambian cuando tú sales de las cuatro paredes y le dices al mundo: No me avergüenzo. Las cosas cambian cuando dices: Ahora me atrevo a hacer lo que antes nunca me hubiese atrevido a hacer.
Dios te está enviando a algo más grande de lo que tú jamás has pensando y, a través del Espíritu Santo, te ha dado la autoridad para hacerlo. Sal de detrás de las puertas cerradas, no en tus capacidades, sino con la seguridad de que contigo va el mismo que iba con Cristo a dondequiera que él fuera. Dios te está enviando.
Lo que te hace caminar con seguridad es saber por qué has sido enviado y por quién has sido enviado. Dios te llamó para algo más poderoso. Cuando nadie puede dar testimonio de ti, Dios va a dar el testimonio tuyo. Dios te acepta y te recibe en la condición en que estás. Si tú experimentas el amor de Dios, eventualmente, las cosas malas de tu vida se van. Dios te va a sacar de todo aquello que el mundo te ha acusado.