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Dios te escuchó

“14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” 1 Juan 5:13

Si tú tienes confianza de que Dios te oye, sabes que, lo que pediste, Dios lo va a hacer. Si tú oras conforme a la voluntad de Dios, Él te oye; y, si Él te oye, sabes que Él lo va a hacer. Y la confianza que tú tienes para caminar en esta tierra es que Dios te oye. Tú no sirves a una religión. Tú tienes una relación con un Dios real que escucha tu oración, tu petición; que, cuando tú te inclinas y oras –conforme a su voluntad – Él te oye. Hay quienes no oran, simplemente porque no tienen esa certeza, esa seguridad en su corazón. Pero hay unos que caminamos en esta tierra, seguros de que Él nos escucha. Tenemos certeza de que, cuando pedimos conforme a su voluntad –no para gloriarnos, ni para nuestros deseos carnales – Él nos oye. Aunque las cosas se compliquen en tu vida, hay una cosa que tú tienes segura: Dios te escuchó, Él te oyó; y, si Él te escuchó, esto no va a terminar de la manera que el mundo ha dicho.

En Juan 11, vemos el momento en que Jesús levanta a Lázaro de los muertos. Cuando le llega la noticia a Jesús de que Lázaro está enfermo, Jesús dijo: Esa enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios. Cuando Jesús llega, Lázaro llevaba 4 días en el sepulcro. María dijo a Jesús que si él hubiese estado allí, su hermano no habría muerto; también los que estaban con ella cuestionaban si, habiendo curado al ciego, no hubiera podido también impedir que Lázaro muriera. Jesús se conmovió y lloró; pidió que quitasen la piedra que estaba frente al sepulcro, a lo que Marta respondió: Hiede ya, porque es de cuatro días. Y Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

“41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.” Juan 11:41-42

Jesús dice que él sabe que el Padre siempre le escucha. Por eso es que Jesús podía caminar con tanta seguridad en la tierra; porque él sabía que el Padre siempre le escucha, y si Él te oye, tú sabes que tienes las peticiones de tu corazón. Jesús no se conmueve porque Lázaro esté muerto, sino por la condición emocional y espiritual de todo el que está a su alrededor; aquella gente estaba desesperada y ansiosa, cuestionando quien él era. La tristeza de Jesús era que la gente no conociera quien él era, porque entonces no conocían al Padre. Jesús dice: Padre, oré para que los otros me escuchen. Lo importante de esta expresión es que, en otros evangelios, cuando Jesús enseña a orar, dice que no ores para que otro te escuche; pero Jesús estaba hablándole a la gente hipócrita. En esta ocasión, Jesús dice: Yo oré para que otros me escuchen. ¿Cuál es la diferencia?

Cuando Jesús enseñó a orar sin que otros te escuchen, lo que enseñaba era acerca de la hipocresía de los fariseos, que oraban, pero no para obtener un resultado más allá del simple hecho que la gente pensara que ellos eran más espirituales. Oraban con palabrerías, y no había propósito detrás de su oración, más allá que la mirada de la gente. Por eso, Jesús dice que, si oras así, tienes tu recompensa; pero la recompensa no es la oración contestada, sino la mirada de la gente. Hay gente que ora para que tú creas que saben orar, pero no están buscando resultado en esa oración. Jesús dice que oró para que lo escuchen, pero por una razón: La oración que Jesús quería contestada no era que Lázaro se levantara, sino que la gente creyera quien él era y la relación que él tenía con el Padre.

Jesús oró también en público cuando se multiplicaron los panes y los peces; él dijo: Gracias Padre, porque tú siempre me oyes. Oró en público porque Jesús siempre quiso que la gente entendiera que él no hacía nada en esta tierra sin la autoridad del Padre. La oración que Dios responde es aquella que da gloria a Dios y no marca tu vida como alguien especial delante del mundo. Tu oración debe hacerle saber al mundo que tú dependes única y exclusivamente del Dios Todopoderoso. Esas son las oraciones que Dios responde. La gente tendrá que conocer quién es Dios por causa de tu oración y del resultado de esa oración.

Jesús oró de esta manera para que la gente entendiera que todo lo que él hacía, lo que era, lo que tenía, era para la gloria del Padre. La gente estaba criticando a Jesús, diciendo: Tanto que amaba a Lázaro, y no lo sanó. Porque, muchas veces, oramos y las cosas no se ponen mejor; oramos, y de primera intención, no se ve todo lo que oramos. Jesús había dicho que Lázaro no iba a morir, pero murió. Y Jesús llegó para encontrarse con el cuestionamiento de todos. Quizás te ha pasado que has llegado a algún lugar donde la gente ya le ha dado final a todas las cosas, ya no hay nada que se pueda hacer. Y quizás se pudiera haber hecho algo, si no fuera porque otros ya le dieron punto final. Quizás, a tu país, ya otros le han puesto la piedra frente a la tumba porque piensan que hiede ya, que no queda nada que hacer; pero otros caminamos con la certeza de que Dios nos oye, y algo va a pasar. Tú caminas con la seguridad de que vas a llegar a Betania, a tu lugar de destino, y que las oraciones que habías hecho, ya Dios las había escuchado.

Si Dios te había dicho que te iba a dar un negocio, pase lo que pase, Él te escuchó; y, aunque otros han dicho que no se puede, tú sabes que Dios te escucha y, si Él te escucha, tienes la confianza de que, aunque la situación –como a Jesús – te entristezca, Dios te escuchó.

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