A veces, ponemos nuestra esperanza en el lugar incorrecto. Hay quien sobreestima cómo se va a sentir al alcanzar lo que espera y, al lograrlo, no se siente como pensaba. Nada de lo que te propongas te asegura felicidad; Lo que llena es la esperanza de algo más grande que puedes alcanzar en Dios. Por otro lado, hay quien minimiza la posibilidad de problemas al perseguir su meta; Saben que va a ser difícil, pero creen que no tanto. Nada de lo que aspiras se consigue sin esfuerzo; Si piensas que no hay problemas en el camino de la fe, de la esperanza, eventualmente te desilusionas; A veces, van a ser más grandes de lo que tú piensas. También hay quien sobreestima sus habilidades; Confían más en lo que ellos pueden hacer, pero ningún sueño grande se alcanza solamente por tus fuerzas. No hay nada malo con tú estar preparado, listo, con tú actuar y confiar en ti mismo, pero es cuando tus habilidades terminan que el poder de Dios obra en tu vida; Su poder se perfecciona en tu debilidad; Cuando termina tu sabiduría humana, el Espíritu Santo obra en tu vida, dependes de Él. Mientras lo puedas hacer todo, no hay espacio para que Dios haga algo. Mientras Sara no podía tener hijos, pero Abraham todavía sí, él se acostó con la sirvienta; Como él podía, confiaba en su fuerza. No fue hasta que Abraham no podía, que Dios le dio su hijo; Ahora, del único que podía depender era del Dios Todopoderoso. Tu esperanza no está en tus habilidades; Dios ve tu mayor esfuerzo, y se encarga de hacer la diferencia.
Te preparas, pero tus habilidades son limitadas; Tú dependes del favor y la gracia de Dios; Y va a haber un nivel que otros tendrán que ayudarte para lograrlo. En la NBA, los jugadores se mueven de equipo, buscando ser estrellas; Escogen ser la estrella de un equipo mediocre, en vez de jugar para el mejor equipo. Se mudan pensando que otro los opaca, sin ver que ese otro les ayudó a hacer lo que no hubieran hecho por sí solos.
Otros pierden la esperanza porque no saben cómo arreglar sus errores. En la Biblia, dos hombres que cometieron un error similar, pero tomaron decisiones diferentes; Uno se suicidó, el otro fue restaurado. Judas y Pedro amaban a Jesús, y vieron en él la esperanza cumplida que los profetas habían dicho. Sabían que Jesús era el Mesías, pero esperaban una revolución natural; Pedro andaba espada en mano, listo para picarle la cabeza al que fuera; Pensaban que Jesucristo, el Revolucionario, se levantaría y formaría una revuelta. Cuando llegaron los soldados romanos, Pedro sacó la espada, y cuando preguntaron: ¿Quién es Jesús? Y Jesús contestó: “Yo Soy”, Pedro le tiró a uno y le cortó la oreja; Y Cristo se la pegó. ¿Tú crees que no había confusión en ellos? Seguro pensaron: Pero, ¿Qué es esto?; ¿Este es nuestro Libertador? Pero el camino de Jesús, no era el camino de ellos. El camino de Jesús no les dio esperanza a ellos, sino a Jesús. Ver a su Mesías sacrificarse no era lo que ellos esperaban. Deben haber pensado: Luché por tres años y medio, dejé mi familia, dejé todo, y este hombre se va a dejar morir. Pedro intentó con sus fuerzas; Dijo a Jesús: Estaré contigo hasta lo último. Jesús le dijo: Me vas a negar tres veces. Pedro dijo: Nunca haré eso. Cuando una persona se pone así de arrogante y dice: Nunca me va a pasar; allí comienza su caída; Cuando el orgullo se mete en ti, dependes de tus fuerzas y haces las cosas a tu manera, ahí es que tú fallas. Y, si malo es tú sentir que has fallado, peor es tratar de arreglarlo por tus fuerzas. Pero Dios te devuelve la esperanza; Si has errado y has tratado de arreglarlo y no has podido, tú necesitas un encuentro con Él.
“3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.” Mateo 27:3
Judas ve lo que estaba pasando, y entiende que falló; Devuelve las monedas intentando deshacer su error. Cuando sabes que has errado y tratas de arreglarlo por tus fuerzas, terminas asfixiado. No hay manera que, por tus fuerzas, repares el error, con todas sus consecuencias; Y eso le quita la esperanza a cualquiera. Pedro, por el contrario, lloró amargamente. Judas trató de hacer algo para arrepentirse; Pedro se arrepintió de corazón. Y Pedro volvió a las barcas, pero no pescaba nada; Y Jesús llegó allí, a encontrarse con él. A la distancia, les dijo: Hijitos, tiren la red a la derecha. Lo hicieron, y pescaron muchos peces. Juan dijo: ¡Es el Señor! Y Pedro fue el primero en llegar a la orilla. Allí el Maestro les cocinaba un pescado para que comieran. Los discípulos se sentaron y no decían nada, aunque sabían que era Jesús. Qué maravilloso cuando tú puedes estar en su presencia y nadie tiene que hablar, pero sabes que Él está ahí. Cuando no oyes nada, no dices nada porque no sabes qué decir, pero estás en su presencia; Ese es el momento cuando Él te puede restaurar. Jesús, delante de todos los discípulos, preguntó a Pedro: ¿Me amas? Y Pedro respondió: Señor, te amo. Luego, preguntó una segunda vez, y Pedro respondió igual. La tercera vez, Pedro dijo: Señor, tú sabes que te amo. Cristo quería que Pedro cancelara cada una de las veces que le negó. Los discípulos sabían el error que Pedro había cometido, lo que había dicho; Jesús hizo que Pedro lo hablara en público, porque delante de todo el mundo, fracasó; Y delante de todo el mundo, Jesús lo restauró. Lo que nadie puede hacer, Él lo hace por ti y te devuelve la esperanza, te deja saber que tu error, lo que te quitó la esperanza, no es para toda la vida; En público, te devuelve la esperanza. En Hechos, dice que Pedro predicó lleno del Espíritu Santo y miles de personas se convirtieron. ¿Tú crees que Cristo podía usar a Pedro para predicar, si públicamente no lo restauraba? La primera predicación de Pedro fue: Te amo, te amo, tú sabes que te amo; Y, en público, Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas; Haz el trabajo que siempre te he pedido, te devuelvo tu posición, aquello por lo que dejaste las barcas, te devuelto todo lo que tú piensas que no tienes y que no vas a recuperar.
Hay esperanza para tu vida. Las cosas no han salido como tú pensabas; Pero cree una vez más, porque Dios tiene un camino, que tú no conoces, pero será el que te dará la respuesta. Si has fallado, solo Dios te puede restaurar y darte esperanza. En público fallaste, y en público Él te restaura para que, cuando hables, des esperanza a otros. No hay error de tu pasado que te deba quitar la esperanza; Ve ante Jesús, y deja de intentar arreglar todo; Él es el que puede enmendar tu vida, y darte un nuevo comienzo.