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Dios sana las heridas del corazón para que amemos más y mejor

A veces queremos amar, pero se nos dificulta, ¿por qué será? ¿Qué nos enseña Dios en su Palabra? ¿Seremos capaces de amar? 

«De la abundancia del corazón habla la boca», nos enseña Jesús, en el Evangelio de Lucas (6:45b RVR). La esposa y su esposo dicen cosas que salen del corazón. Si se experimenta la dulzura del amor, las palabras son dulces como el primer beso; si se experimenta amargura, las palabras son lanzas y anzuelos que causan dolor. En últimas, el problema no es lo que decimos, sino el porqué. Las palabras reflejan lo que llevamos dentro.

A veces sin saber por qué, nos pasamos los días escupiendo amargura a diestra y siniestra. Pronunciando dolor, caiga quien caiga. Resoplando daño de sol a sol. Sin saber que es nuestro corazón herido por los años, nuestro interior bañado en el descontento y los pecados del alma, su única razón. Nuestra pareja —simplemente por el hecho de compartir con nosotros el tiempo y el espacio— termina pagando una cuenta que no debe.

Por eso, para decir con el alma que te amo, hay que sanar por dentro. Para decir de corazón que te quiero, hay que sacar la amargura del alma. Así podremos amar de verdad, expresando lo que sentimos de corazón, con dulces palabras, todo el tiempo. Pronunciando bendiciones, diciendo frases cariñosas, sacando amor de la abundancia de nuestro corazón.

Porque nos debemos a nosotros mismos —y a Dios— la deuda del amor, hay que preparar el corazón para amar. La Palabra de Dios nos invita a acercarnos a Dios y traerle a Él las heridas de la infancia, las experiencias pasadas, la amargura adquirida con los años; y pedirle que nos permita tener un corazón nuevo para estrenarlo con la persona a quien hemos prometido amar todos nuestros días. Dios es amor y es a través de su Palabra como aprendemos a amar.

He aquí algunos consejos de la Palabra para sanar el corazón herido:

Lucas 6:45 El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca.

Ezequiel 36:26 Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil.

Salmos 147:3 Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas.

Te invito a leer la Palabra de Dios para que, a través de tu vida, sus palabras te ayuden a tener un matrimonio donde el amor brota desde el corazón.

Fuente:
Juan Rojas-Hernández

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