En el mundo natural, se favorecen los finales porque extender algo, darle continuidad, se vuelve aburrido. Hay películas que tienen secuelas, pero la segunda y tercera parte no son tan buenas como la primera. Y hay cosas que se deben terminar, pero la obra de Dios nunca se va a quedar a mitad. Así que, no podemos entrar en esa mentalidad de Hollywood de estirar algo que no tenemos que estirar porque la continuidad, en el mundo natural es aburrido. En lo natural, nosotros queremos ciertos finales porque la continuidad en la mente del hombre se vuelve demasiado repetitiva y aburrida, pero Dios no piensa como tú piensas. Él quiere que tú pienses en continuidad, pero con un sentido de realización personal, con el sentido de que completaste lo que te tocaba a ti, pero sabiendo que todavía hay más que hacer.
Hay que decirles a las próximas generaciones: a ti te toca cumplir y completar la tarea que Dios te dio a ti porque yo completé la mía.
Jesús dijo: consumado es. Pero tú sabes que no todo terminó allí. Cuando él dijo estas palabras, terminó su tarea, su misión. Y la continuidad a lo que él hizo allí se la dieron los discípulos, se la damos nosotros hoy. Cada vez que ganas un alma para Cristo, cada vez que discipulas, que le predicas a alguien, le estás dando continuidad. Tú no tienes que morir por nadie, él hizo esa tarea por ti, pero tú tienes que darle continuidad hasta la eternidad. Lo que él hizo no tendría el mismo valor si no hubiera gente hoy que saliera sabiendo que Jesús completó su carrera y decidieran tomar ellos ahora la carrera para seguir haciendo lo que él comenzó a hacer y ganar almas para el Señor. Por eso es que necesitamos ese espíritu de conquista.
La pregunta es cómo y de dónde sale eso. ¿Cuál debería ser el verdadero motivo para que eso ocurra en nuestra mente? ¿Cuál debería ser el verdadero motivo para que haya un espíritu de conquista en tu corazón? ¿Qué debería impulsarte para buscar nuevas fronteras? ¿Qué debería impulsarte a levantar una nueva empresa, a hacer algo nuevo? Debe haber algo más que el simple hecho de sentirte realizado. La realización es maravillosa, pero debe haber un factor más poderoso que la mera realización personal.
En la Biblia hay un hombre que experimentó eso.
“Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor,” 2 Samuel 7:1
David tuvo reposo de todos sus enemigos. Y los que conocemos la historia de David, sabemos que se las tuvo que pelear siempre. Sus hermanos lo rechazaban, su papá no lo quería; cuando pensó que tendría el amor de su familia porque mató a Goliat, ahora se ganó el desprecio de su familia más todavía, y se ganó el desprecio de Saúl y de su esposa. En varias ocasiones lo buscaron para matarlo; es impresionante. David tuvo que pelear toda tu vida. Y pelear toda tu vida por sobrevivir y conquistar algo, te desgasta. Y un día, David está en su casa, y dice: tengo reposo.
“Después de esto, aconteció que David derrotó a los filisteos…” 2 Samuel 8:1a
El capítulo anterior nos dice que ya tiene a todos sus enemigos derrotados, pero aquí se nos dice que derrotó a los filisteos y a unos cuantos más que se le metieron en el camino. Un joven que había peleado toda su vida, que podemos pensar que quería reposo, algo ocurre que en el capítulo 8 es como si él dijera: ahora no es que yo tenga enemigos, es que me los voy a buscar; ya de los que yo tenía antes, Dios me libró; ahora déjame ver a quién le tengo que picar la cabeza. Y lo interesante es que David conquistó lo que Josué no conquistó; los filisteos, los jebuseos. La pregunta es qué fue lo que motivó a David.
“Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor,2 dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. 3 Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo.” 2 Samuel 7:1-3
David se dio cuenta de cuánto Dios lo había prosperado, y dice: la casa de Dios está sin construir. En su corazón, dice: yo voy a construir la casa de Dios, voy a darle algo grande por todo lo que Él me ha dado. Y Natán se va a orar.
“4 Aconteció aquella noche, que vino palabra de Jehová a Natán, diciendo: 5 Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? 6 Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. 7 Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: Por qué no me habéis edificado casa de cedro?” 2 Samuel 7:4-7
Dios le está diciendo: yo no te he pedido esto.
“8 Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel;9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. 10 Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, 11 desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. 12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. 14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; 15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.” 2 Samuel 7:8-15
Dios le está diciendo: yo te saqué cuando tú eras nada, y yo soy el que va a hacer que tu trabajo no se pierda. Tus hijos van a fallar, pero yo los voy a corregir con misericordia; no me voy a olvidar de tus hijos. Le está diciendo: yo te voy a dar continuidad; yo soy el que va a hacer que esto continúe, que esto siga hacia adelante. Imagina que Dios te diga: yo no me voy a apartar nunca de tus hijos; aunque ellos se descarrilen, mi misericordia los va a alcanzar dondequiera que estén y yo no me voy a olvidar de ellos. Recuerda el contexto; David era un niñito a quien Dios llamó y lo sacó de detrás de las ovejas; por eso Dios le dice: fui yo el que te sacó.
“17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. 18 Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? 19 Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir.” 2 Samuel 7:17-19
Dios no tan solo tiene promesas para tu casa, sino para la casa que viene, para tu familia. Y David dice: Señor, ¿quién soy yo? Qué tristeza que en nuestra vida casual damos por sentado lo que tenemos y lo que somos, y te olvidas que hubo alguien que te sacó de detrás de las ovejas. La gente hoy busca reposo en vez de realización; buscan finales, en vez de continuidad. Y damos por sentado quienes somos y lo que tenemos. Pero David le dice a Dios: ¿quién soy yo?
Tú has luchado, has trabajado, pero un día tienes que entender que en cada batalla que tú has dado, ha sido Dios quien ha derrotado a tus enemigos. No pienses que con una piedra tú matas a un gigante. Es con una piedra con el respaldo de Dios. porque todo el mundo tira piedras, pero solo las piedras ungidas matan a Goliat. Porque Dios respalda la piedra que tú tiras. David un día realizó eso, y dijo: Señor, ¿quién soy yo, y quién es mi casa para que tú te acuerdes de mí? Y cuando se terminó esto, nos dice el capítulo 8, que David derrotó a todos sus enemigos. Cuando él oyó estas palabras de Dios, básicamente, dijo: yo no lo voy a construir, pero voy a buscar los recursos para que mi hijo lo complete.
Tu tarea es realizarte en el plan de Dios, y saber que hay un plan que continúa, uno más poderoso, más grande. Por eso es que tienes que conquistar nuevas fronteras. Tienes que llegar a los últimos días de tu vida, realizándote, y que Dios te diga: lo completaste todo. Tienes que dejar suficiente hecho para que las próximas generaciones realmente puedan completar su tarea. Que tú no seas de los que atrase a las próximas generaciones, sino que tus próximas generaciones tengan futuro, avance, y puedan completar la tarea que Dios les da. Esa debe ser tu misión. Pero esto no surge por ambición, sino por amor.
No te predicamos nuevas fronteras para provocar ambición en tu vida. Porque el que persigue cosas por ambición nunca tiene descanso, pero aquel que ama, sabe por qué tiene que luchar, sabe qué es lo que tiene que perseguir. Y la pregunta es ¿qué tú amas hoy? David sabía lo que era el toque de Dios. David estaba agradecido que un día Dios lo tocó, y sintió algo que no había sentido antes. Su papá lo había tocado, su mamá lo había tocado, sus hermanos también; pero lo que había sentido era rechazo, odio, rencor. Pero un día, cuando llegó el profeta y lo ungió y lo tocó, allí por primera vez sintió amor. Sintió que alguien lo quería, que era especial, que alguien podía coger un simple pastorcito y hacerlo rey en poco tiempo.
David realizó lo que era el amor de Dios. Y David amaba tanto la casa de Dios por lo que había recibido en ella. David decía: es mejor estar un día en tus atrios, que mil fuera de ellos. Cuando tú amas la casa de Dios, tienes que llegar, así sea a los atrios. Nada como el lugar que Dios usó para sacarte de atrás. Nada como el lugar que Dios usa para hablar a tu vida.
Tú tienes que conquistar más por amor a la casa de Dios. Y por tu deseo de amar la casa de Dios, Él te dice: yo voy a construir la tuya; me voy a encargar de que la tuya permanezca; tus hijos tendrán un hogar, los recursos, lo que necesiten. Ve y conquista, completa lo que te queda; ve y lucha, busca los recursos por amor a la casa de Dios.