En 1 Reyes 19, vemos uno de los ejemplos más clásicos en la Biblia de una persona que experimenta un proceso de depresión. Elías llegó a experimentar unos momentos tan profundos de depresión que deseó morirse.
“4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.” 1 Reyes 19:4
Llega un momento en la vida de Elías donde desea no existir simplemente para no sobrellevar el problema que estaba enfrentando. Elías no fue el único que experimentó momentos de depresión y tristeza como este. Job, David experimentaron momentos de depresión; muchos de los salmos fueron inspirados en momentos de depresión. David logró plasmar con su arte esos momentos donde él estaba viviendo esa angustia emocional, y lo plasmó en sus canciones buscando respuesta de lo que Dios le estaba diciendo. Sansón experimentó momentos de depresión; es interesante porque de cierta manera, Sansón cometió suicidio. En su última misión, sabía que iba a morir, y prefirió morir cumpliendo con su misión. Aquel no fue un acto suicida por depresión; el momento depresivo fue otro. Sansón entiende que tiene que cumplir el propósito para el cual fue llamado, estaba preso, no tenía otro remedio o no lo encontró, y decidió derrumbar aquel edificio aunque muriera, pero él acabaría con lo que tenía que acabar. No fue un momento depresivo lo que lo lleva a ese momento de sacrificar su vida, pero sí también vivió otro momento donde lo vemos en ese proceso emocional, espiritual, de tener esa cadena de pensamientos que vamos a ver. Moisés lo vivió también. El mismo Cristo pudiéramos decir, especialmente en el momento del Getsemaní, en el momento de la cruz, experimentó un momento difícil. Jesús botó gotas de sangre por su frente; le pidió a Dios que si había otra posibilidad para hacer el propósito de él, que lo hiciera.
Si comparamos 1 Reyes 19 con 1 Reyes 18, el contraste en gigantesco. En 1 Reyes 18, Elías está batallando con cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. En su enfrentamiento, Elías tiene la victoria y hace que fuego baje del cielo. Durante esta batalla, la actitud de Elías era una muy diferente a la que vemos en 1 Reyes 19.
“27 Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. 28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.” 1 Reyes 18:27-28
El profeta estaba burlándose. Vemos un hombre que reta al mundo, que se burla de sus enemigos. Llegado el momento de él poner el altar, pidió que pusieran el sacrificio y le echaran agua, y luego pidió que le echaran todavía más agua. Pero en cuestión de un día, vemos un hombre totalmente diferente. Aquel hombre que estaba apasionado con el reto, que estaba dispuesto a luchar, de repente, un pensamiento entra en su mente y ahora quiere morirse.
Quizás tú has experimentado un momento como ese. Tienes una grande victoria, pero al otro día te quieres morir, quieres renunciar, abandonarlo todo, no te quieres levantar de la cama. Es bien interesante cómo puede cambiar la actitud de una persona de una manera tan drástica. A diferencia de otros lugares en la Biblia, entre estos dos capítulos no hay días de por medio; hay veinticuatro horas. De un día para otro, un hombre que retaba al mundo estaba ahora lleno de miedo y frustración.
Podemos pensar de forma simplista que lo que ocurrió fue que aceptó la amenaza de Jezabel, quien dijo que acabaría con él; podemos asumir que lo que provoca la depresión fue un pensamiento de miedo, de amenaza, pero no fue así. Hay dos factores que son los que provocan este cambio en la emoción de Elías. Uno de los factores más descuidados de cualquiera de nosotros es el del desgaste físico. Por eso, de las primeras cosas que Dios hace antes de hablarle, es hacerle descanzar.
El dormir de más pudiera ser síntoma de depresión, pero hay algunos que, si durmieran un poco más, saldrían de la depresión. El que duerme de manera excesiva, lo que quiere es obviar el problema; así que no estamos hablando de ese encierro, pero tenemos que aceptar que el desgaste físico te lleva a no procesar correctamente los pensamientos.
Antes de que Jezabel lo amenazara, Elías ya tenía una amenaza; si fuego no bajaba del cielo, tenía cuatrocientos cincuenta personas que acabarían con él. Lo que pasa es que la amenaza anterior era producto de la adrenalina. Todos, cuando estamos en un proceso de victoria, la adrenalina nos eleva. Cuando baja esa adrenalina, te pones a pensar en lo que no hiciste, lo que faltó, analizas los resultados, y lo que te queda es ir a dormir. Pasamos por alto el aspecto del desgaste.
Tú no necesariamente estés clínicamente deprimido, pero puede ser que en un momento dado el desgaste físico de batallar con algo, te esté trayendo este problema en tus pensamientos que no te ayuda a analizar correctamente el momento que estás viviendo y lo que tienes que hacer.
Tiene que haber sido tarea difícil el picarle la cabeza a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. Estar en el monte orando, gritando, haciendo todo esto; imagina el desgaste físico que debe haber tenido aquel hombre. Y una de las primeras cosas que Dios hace es traerle descanso, antes de hablarle.