EXODO 40:1-8 Luego Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 En el primer día del mes primero harás levantar el tabernáculo, el tabernáculo de reunión; 3 y pondrás en él el arca del testimonio, y la cubrirás con el velo. 4 meterás la mesa y la pondrás en orden; meterás también el candelero y encenderás sus lámparas, 5 y pondrás el altar de oro para el incienso delante del arca del testimonio, y pondrás la cortina delante a la entrada del tabernáculo. 6 después pondrás el altar del holocausto delante de la entrada del tabernáculo, del tabernáculo de reunión. 7 luego pondrás la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás agua en ella. 8 finalmente pondrás el atrio alrededor, y la cortina a la entrada del atrio.
Dios le dio a Moisés indicaciones muy claras y precisas sobre cómo tenía que edificar el tabernáculo de reunión, el lugar donde su presencia habitaría en medio de su pueblo mientras andaba en el desierto camino a la tierra prometida.
La disposición del tabernáculo era primeramente la entrada, luego el atrio, luego el lugar santo y por último el lugar santísimo donde estaba el arca del pacto.
Cuando alguien entraba al tabernáculo primeramente llegaba al atrio, y ahí se encontraba el altar de bronce y la fuente de bronce, luego entraban al lugar santísimo en donde se encontraba la mesa de los panes de la proposición, el altar del incienso y el candelero de oro, y por último una vez al año el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo en donde únicamente estaba el arca del pacto de Dios con su pueblo, y dentro de ella estaban las tablas de la ley.
Pero como podemos ver en los textos que hemos leído, cuando el tabernáculo se levantó por primera vez, las indicaciones del Señor fueron comenzar poniendo los utensilios del tabernáculo de adentro hacia afuera, primeramente, tenían que poner el arca, que representaba la presencia de Dios, dentro de lugar santísimo, y desde ahí poner los demás utensilios hasta llegar a la parte externa del tabernáculo. y eso nos enseña la forma de trabajar de Dios en nuestra vida, la primeramente obra en NUESTRO INTERIOR, desde ahí comienza, y después esa obra de Dios en nuestro interior, en nuestro corazón y nuestra mente, se ve reflejada en nuestro exterior.
Pero normalmente nosotros como cristianos no lo comprendemos, y siempre queremos que nuestro Dios primeramente trabaje nuestro exterior, nuestra salud, nuestras finanzas, nuestro matrimonio, la relación con nuestros hijos, etc. Pero tenemos que comprender que el Señor conoce y sabe todo de nuestra vida y sabe que muchas de las situaciones que estamos enfrentando son causadas por lo que hay en nuestro corazón y muchas veces también los obstáculos que no permiten que los milagros del Señor sean una realidad en nuestra vida están en nuestro interior.
Veamos hoy por medio de la palabra de Dios que es lo que nuestro Dios tiene que obrar primeramente en nuestro interior para poder transformar nuestro exterior:
I) PRIMERAMENTE DIOS TIENE QUE SANAR LAS HERIDAS DE NUESTRO CORAZÓN (JEREMÍAS 30:17) Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.
Muchas veces solamente queremos que el Señor trabaje con las enfermedades de nuestro cuerpo, pero posiblemente lo que está más dañado en nuestra vida es nuestro corazón, y la palabra del Señor nos enseña que, si algo tenemos que cuidar es nuestro corazón, pues del estado de nuestro corazón depende nuestra vida (Proverbios 4:23) Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Dios tiene que sanar primeramente nuestro corazón que está herido por el abandono, por las decepciones, por los sueños rotos, por la indiferencia, por las pérdidas que hemos tenido en la vida. Porque esas heridas son las que afectan nuestro matrimonio, son las que nos llevan a una vida llena de tristeza y depresión, y lastimosamente muchas personas creen que lo que necesitan es tener mejores salarios, un mejor empleo, etc. cuando en realidad el verdadero problema está en sus corazones.
II) DIOS TIENE QUE QUITAR PRIMERAMENTE LAS RAÍCES DE AMARGURA CAUSADAS POR LOS RESENTIMIENTOS Y RENCORES DE NUESTRO CORAZÓN (HEBREOS 12:15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
Cuando en nuestro corazón hay resentimientos y rencores porque no queremos perdonar a las personas que nos han ofendido, que nos han dañado, ese rencor y resentimiento poco a poco se va enraizando en nuestro corazón y se convierte en amargura.
Tenemos que comprender que esa amargura de nuestro corazón es un estorbo muy grande para que la gracia del Señor se manifieste en nuestra vida obrando milagros, como lo vemos en el texto que hemos leído.
Nuestro Dios no quita las raíces de amargura, como muchas veces nosotros se lo pedimos, lo que él hace es hacernos comprender que tenemos que PERDONAR de una forma incondicional a las personas que nos han ofendido, que nos han fallado, que nos han traicionado o dañado (Colosenses 3:13) soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Tenemos que saber que nuestro Dios tiene muchas formas para hacernos entender que TENEMOS QUE PERDONAR, lo hace por medio de su palabra, por medio de un sermón, por medio del testimonio de algún hermano, y hoy lo está haciendo por medio de este mensaje que está llegando a tu vida.
CONCLUSIÓN: Para nuestro Dios no hay nada imposible, él puede transformar las situaciones que estamos enfrentando para nuestro bien, pero él sabe que lo que verdaderamente necesitamos es que primero haya una transformación en nuestro interior para que haya un cambio real en nuestra vida y por eso lo primero que transforma es nuestro interior, nuestro corazón (Ezequiel 11:19) Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,