Tú estás esperando que alguien te dé la mano, que te ayuden, cuando Dios lo que está esperando es que tú te levantes y digas: si toda potestad le fue dada a Él y por causa de Él yo soy libre del pecado y ya la culpa, la condenación, los problemas que yo cargaba fueron puestos en la cruz del Calvario, yo debo caminar con libertad y vivir en esta tierra tomando dominio, autoridad, poder, caminando hacia todo lo que Dios me prometió.
Ocupa tu espacio y tu lugar.
No pretendas cambiar tu país, si no has cambiado tu vida primero. Deja de estar dando opiniones, si tú todavía no has dominado sobre tus finanzas, sobre tu casa, sobre lo que tú tienes que hacer. Por eso Cristo decía: deja de estar mirando la paja que hay en otro, y mira la viga que está en tu ojo. Toma autoridad sobre tu vida. Mientras estés esperando que otro venga, que otro haga, que otro diga, estarás perdiendo el dominio que tienes en esta tierra.
Es todavía el deseo de Dios que tú tengas dominio sobre la tierra. Por eso es que tenemos que predicar el Evangelio.
El Evangelio lo que hace es empoderarte. Cuando tú recibes mensajes como este, tú sales con ganas de hacer algo, de tomar autoridad, de no seguir dominado por las emociones. El Evangelio te empodera, te activa, te pone en posición de poder y autoridad. Lo mejor que hace la iglesia no es dar comida, sino sacarte de la fila de necesidad, de la fila de pedir comida, para que seas tú el que ayude a otros. Lo mejor que hace la iglesia es que, cuando te das cuenta que hay que cumplir con tus impuestos, haces las cosas en orden, de la manera correcta, en línea. Pablo decía que cuando llegara alguien a la iglesia, el que robaba, que no robe más, y el que no trabajaba, que trabaje porque el que no trabaje, que no coma.
El Evangelio te transforma en todas las áreas de tu vida, te hace responsable, te empodera, te lleva a tomar dominio y autoridad, a caminar en la perfecta voluntad de Dios; no en perfección porque no vas a ser perfecto. Cuando cometes un error, acudes a tu Adán que tiene autoridad federal, que es Cristo, y te das cuenta que por nada de lo que tú hagas eres justificado, pero por lo que él hizo, siempre eres justificado por la gracia de Dios sobre ti.
En Génesis 1, cuando Dios se refiere a sí mismo, lo hace como Elohim, mientras que en Génesis 2, lo hace como Jehová. Por qué?
“31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.” Génesis 1:31
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.” Génesis 2:1-3
Elohim es un nombre con el que Dios se describe como el Todopoderoso, el que puede hacer todas las cosas, es el Dios que crea todas las cosas, pero Yahweh o Jehová es el nombre que Él siempre usó para establecer su pacto con el pueblo. Él no dice que Elohim te provee, sino que Jehová Jireh te provee. No dice Elohim Nisi, sino Jehová Nisi; Jehová es tu estandarte, el Dios de pactos es tu estandarte. Jehová Rafa es el Dios que te sana; Él tiene un pacto para sanarte, esa es su palabra. La diferencia entre el término que Dios usa en el primer y segundo capítulo, es que el del segundo es uno que demuestra pacto, y lo demuestra cuando completa su obra del capítulo 1 y comienza ahora a formar al hombre. Pero no es Elohim, sino Jehová. El mismo Dios, pero dos proyecciones diferentes. Es el Dios que está ahora haciendo un pacto. Jehová Yahweh es el que ahora comienza a formar al hombre, a prepararlo, para después soplar en él aliento de vida. Así que ahora Dios hace una transición de relación, de ser el Dios que crea, a ser un Dios de pactos. Y Dios comienza esa relación desde Génesis 1 y 2. Dios siempre ha querido tener un pacto con el hombre y que el hombre entienda que tiene un pacto con Él. En estos versos, Dios termina la creación, con la intención de crear al hombre, y es luego de esto que comienza entonces a formarlo.
“30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” Juan 19:30
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Elohim termina toda la obra y dice: terminé, ahora puedo formar al hombre, ahora puedo poner aliento de vida en el hombre. Jesús, en Juan 19:30, dice: acabé, ahora vendría el Espíritu Santo y soplaría aliento de vida sobre sus discípulos. Jesús muere, resucita, al tercer día sube al cielo, vuelve y está con los discípulos por cuarenta días, enseñándoles. No se registra ningún milagro en ese tiempo porque ahora toda la autoridad él se las quería dar a ellos, así que solo les enseña y les dice lo que tienen que hacer. Él los manda al aposento alto para que el Espíritu Santo venga como aliento de vida y sople en ellos y les empodere y les dé autoridad para ir a hacer discípulos a todas las naciones. Por eso cuando Pedro predicó, la gente comenzó a hablar en otras lenguas; no eran lenguas angelicales, sino diferentes idiomas. Por eso la gente comenzó a entender y se convirtió un montón de gente porque todos entendieron en su idioma lo que Dios estaba diciendo. Dios estaba haciendo lo contrario que hizo cuando estaban en la torre de Babel. Allí Dios confundió los lenguajes para que no tuvieran un mismo lenguaje. Pero cuando Jesús termina la creación, cuando acaba, cuando dice que completó su obra, ahora forma al hombre, le da autoridad para que llegue a todas las naciones porque en este tiempo no estamos construyendo una torre sino discípulos a través de todo el mundo, por medio de la palabra de Dios. La obra de lo que es la Gran Comisión es parte de la continuación del pacto de Dios con Adán.
Dios no tiene un plan b.
El primer Adán, Dios quería que dominara; y el último Adán domina. El último Adán quiere lo mismo que siempre Dios ha querido desde el principio: que tú vivas a su imagen y te reproduzcas en esta tierra, haciendo discípulos. Por eso, la Gran Comisión es parte del cumplimiento del pacto de Dios sobre nosotros, dándonos autoridad. Cuando tú caminas en ese pacto, tienes una promesa: que Él va a estar contigo hasta el fin del mundo.
Mientras tú estés haciendo discípulos, Dios no se va a ir de esta tierra, su presencia te va a acompañar; Dios continuará manifestándose en esta tierra.
La Gran Comisión es nuestra responsabilidad porque es la continuación del pacto de Dios en este mundo. Este mundo tiene esperanza. El pensar que no la tiene, es decir que lo que Cristo hizo no tiene poder o valor alguno. El Evangelio tiene el poder de transformar vidas.
Pídele a Dios que te use para llegar a otros, y vive conforme a lo que Dios dice para tu vida.