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Dios llenará hasta el borde toda tu carencia

El presente pasaje de Filipenses podría ser traducido así: «Mi Dios llenará hasta el borde toda tu carencia.» La ilustración que explicará mejor el significado es la de una mujer cuyos hijos iban a ser vendidos por su acreedor para que pagara las deudas de su difunto marido. Ella no tenía nada que pudiera llamar propio excepto unas vasijas vacías para aceite, y el profeta le ordenó que las colocara en orden, y que trajera el poco aceite que quedaba en el recipiente. Ella así lo hizo, y él le dijo luego: “Vé y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.” Ella acudió a un vecino y a otro hasta que hubo llenado su aposento por completo de estas vasijas vacías, y luego el profeta le dijo: “Echa en todas las vasijas.” Ella comenzó a echar de su casi vacía vasija de aceite en todos los demás recipientes, y, para sorpresa suya, llenó hasta los recipientes más grandes. Entonces fue a otra vasija, y la llenó, y luego a otra y a otra. Así estuvo llenando todas las vasijas de aceite, hasta que por fin le dijo al profeta: “No hay más vasijas.” Entonces cesó el aceite, pero no fue sino hasta entonces.

Lo mismo sucederá con lo que les haga falta. Ustedes estaban atemorizados por tener muchas carencias justo ahora, ¿no es cierto? Pero ahora tengan la bondad de pensar que las tienen, pues sólo se trata de varias vasijas vacías que han de ser llenadas. Si la mujer sólo hubiese pedido prestadas unas cuantas vasijas, no habría podido recibir mucho aceite; pero entre más vasijas vacías tenía, más aceite obtenía. Entonces, entre más carencias y más necesidades tengan, si las llevan ante Dios, será mucho mejor, porque Él las llenará hasta el borde, y pueden estar agradecidos de que haya tanto espacio que llenar. Cuando no tengas más carencias, (pero, oh, ¿cuándo será eso?) entonces el suministro cesará, pero no hasta entonces.

¡Cuán gloriosamente da Dios a Su pueblo! Antes necesitábamos perdón: Él nos lavó, y nos hizo más blancos que la nieve. Necesitábamos ropas, pues estábamos desnudos. ¿Qué hizo Él? ¿Nos dio algún tosco vestido de algún tipo u otro? ¡Oh, no!, sino que dijo: “Sacad el mejor vestido, y vestidle.” Fue algo afortunado que el hijo pródigo tuviera sus vestidos hechos harapos, pues entonces necesitó ropa, y fue sacado el mejor vestido para él. Es algo grandioso estar consciente de las necesidades espirituales, pues todas serán remediadas. Una necesidad consciente a los ojos de Dios, ¿qué cosa es sino una solicitud prevaleciente para una nueva misericordia? Algunas veces le hemos pedido que nos consuele, pues estábamos muy abatidos; pero cuando el Señor nos ha consolado, nos ha llenado de tal manera de deleite que hemos estado inclinados a clamar con el antiguo teólogo escocés: “¡Espera, Señor, espera! Es suficiente. No puedo soportar más dicha. Recuerda que soy sólo un vaso de barro.” Nosotros, al aliviar a los pobres, generalmente no damos más de lo que podamos evitar, pero nuestro Dios no se detiene para contar Sus favores, sino que da como rey. Derrama agua sobre el que está sediento, y corrientes de aguas sobre la tierra seca.

Fuente:
spurgeongems

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