«Confortará mi alma» dice la Palabra de Dios en el Libro de los Salmos capítulo 23 versículo 3. El salmista David pronunció esta expresión en tiempo en que se encontraba agobiado a causa de la persecución que el rey Saul ejercía contra él, y movido por su confianza en Dios, se cobijaba en las promesas que Su Señor le había prometido.
En otra ocación declaró: «La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo.» Salmos capítulo 19:7, Biblia de estudio Nueva Versión Internacional.
Quién puede decir que no ha experimentado o experimenta algún tipo de persecución por ser un siervo o sierva al servicio de Su Rey y Salvador Jesucristo en este tiempo? ¿Quién no necesita ese vigor espiritual, ánimo, Consuelo en el momento de vivir una prueba? ¿Quién no ha tenido una situación en la que su alma no haya necesitado ser vigorizada, apoyada, consolada, tonificada, animada en momento de tristeza o adversidad?.
Cuando Rut tuvo un hijo de Booz el cual fue llamado Obed, las mujeres dijeron a Noemi su suegra: «Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Libro de Rut capítulo 4, versículos 14 y 15.
Dios nos confortará a ti y a mi cualquiera sea la circunstancia en que nos encontremos, sea espiritual, financiera, física, emocional, situaciones incómodas en la Iglesia, obstáculos a la ejecución de una cosa, enfermedades, o problemas de salud, lo que sea que esté estorbando, Dios ha prometido aderezar nuestras mesas frente a la adversidad. Gloria a Dios!!!.
«Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel a los que lo envían, Pues al alma de su señor da refrigerio». Dice Dios en Proverbios 25:13.
El Señor dijo de Israel: «He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados». Isaías 57:18. Y cumplió Su promesa en Jesucristo a este pueblo alcanzándonos también a nosotros por Su Gracia y Misericordia.
Somos los elegidos de ÉL, y a los que ÉL guarda no se pierden, sino que estamos protegidos bajo Sus Alas, lo dijo Jesús mientras oraba al Padre: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese». San Juan 17: 9-12.