Hay un lugar santo que te dirige a caminar hacia tu libertad; otro, que te dirige camino hacia tu tierra prometida. Estas fueron las experiencias de Moisés y Josué, respectivamente; pero hay unas diferencias en estas.
En la versión en inglés, cuando Dios le pide a Moisés que se quite el calzado de sus pies, en Éxodo 3, se lo dice en plural. En Josué 5, Dios se lo dice a Josué en singular. A Moisés, le dijo: Quítate el calzado de ambos pies; a Josué, le dijo: Quítate el calzado de tu pie – de uno solo. Es una diferencia muy grande. El pueblo de Israel tenía una costumbre muy importante. Muchos, en algún momento, hemos dicho: Si tú estuvieras en mis zapatos. Tú lo que quieres es que esa persona sienta lo que tú estás sintiendo. En el libro de Rut, se nos da la explicación de lo que esto representa. El lugar santo de Moisés, es uno de libertad; pero el de Josué, uno de conquista. Son dos experiencias diferentes. Un día tú tienes que llegar a un lugar donde tú digas: Desde aquí yo soy libre. Pero no basta con ser libre, si te vas a quedar dando vueltas en el desierto. Tienes que llegar a otro lugar donde tú digas: Ya soy libre, ahora esto es lo que quiero y lo voy a alcanzar. Pero la experiencia de conquistar, tiene que ir a la par con la experiencia de saber que alguien camina contigo, en tus zapatos.
“6 Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir. 7 Había ya desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel. 8 Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato. 9 Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.” Rut 4:6-9
Noemí, suegra de Rut, pierde a su marido y a sus hijos. Rut decide caminar con Noemí y regresar a su tierra. En aquel tiempo, se suponía que, si Noemí tuviese otros hijos, entonces Rut se casara con alguno de ellos, para que las propiedades se quedaran en la familia y para proteger a la mujer, para que no quedara nunca sin heredad. Pero no había hombre que redimiera aquella tierra, por lo que estaban a punto de perderlo todo. Solo había un pariente cercano, pero no quería nada con Noemí ni con Rut, y estaba adueñándose de las propiedades. Pero llega Booz, quien se enamora de Rut y le dice a Noemí: Yo las voy a redimir. Booz era un hombre rico, no necesitaba las propiedades; pero por amor, las redime. La tradición decía que para que Booz las pudiera redimir, tenía que quitarse el zapato del exesposo de Noemí, quien había muerto, pero el pariente estaba caminando en los zapatos del exesposo de Noemí. Así que ahora el pariente se quita el zapato, y Booz se lo pone y camina la tierra con los zapatos del que era marido de Noemí, y mientras él caminaba, lo que aquello estaba diciendo era: Todo esto me pertenece, es de nosotros; me caso con Rut, y mientras camino por esta tierra, recupero todo lo que se había perdido.
Este hombre se metió en los zapatos de una sirvienta, de una viuda, como Dios se metió en tus zapatos cuando vino Jesucristo. Tú no necesitas que nadie en esta tierra camine en tus zapatos, porque ya hubo alguien que lo hizo; lo único que te hace falta a ti es caminar con un pie de Cristo y uno tuyo. Si tú no te mueves, él no se mueve, pero por dondequiera que tu vayas, vas con la presencia de Dios, reclamando lo perdido, lo que se iba a perder. Él se metió en tus zapatos para que tú aprendieras a caminar por esta tierra y poseer la tierra prometida. Solo hace falta que tú decidas atreverte a caminar por donde nadie más lo ha hecho porque Él se metió en tu zapato y tú puedes conquistar esta tierra, tu educación, tu carrera, tu matrimonio, tus hijos y todo lo nuevo que Dios tiene para tu vida.
El acto de Josué – a diferencia del de Moisés, que era uno de libertad – fue uno de posesión. Tú ya eres libre, pero cuánto a Dios le gustaría que tú poseyeras tus promesas. Tú ya eres salvo, pero el cielo no es lo único importante; la pregunta es: ¿Cómo tú vas a caminar en esta tierra? Eres libre porque Él te libertó, pero esta tierra solo la posees si te esfuerzas y eres valiente.
Atrévete a caminar en los zapatos de Cristo porque él ha caminado en los tuyos. Atrévete a poseer lo nuevo que Dios tiene para tu vida. Tú estás en un lugar santo; ojalá lo pudieras ver. ¿Has tenido pérdidas? Ese es tu lugar santo. Donde estás hoy es más santo que donde estuviste, porque lo de antes lo conocías, pero lo que tienes hoy no lo conoces ni lo que vas a tener; todavía no sabes por dónde vas a pasar, pero una sola cosa tú sabes: Dios va contigo, y Él está metido en tu zapato, caminando contigo.