En estos momentos no solo el país, sino todo el mundo está atravesando por momentos difíciles en el orden político, económico, social, moral y ambiental. Los problemas políticos se han agudizado en el Medio Oriente con conflictos bélicos en Irak, Afganistán, Siria y Egipto.
En el orden económico hay malestar en países de la Euozona, como España, Grecia, Francia e Italia y América Latina, como Argentina, Venezuela, Perú, México y Haití, entre otros.
Asimismo, en cuanto a lo moral se ha legalizado el uso de la marihuana, el aborto y el matrimonio entre parejas del mismo sexo en Estados Unidos, en países de Europa y de América Latina. Además, el mundo atraviesa por problemas del narcotráfico, de la trata de blanca, ecológicos, medio ambientales en los polos Norte y Sur, en la Amazonia, Brasil, y Perú.
El alto costo de la vida, la desocupación, la desaceleración económica, la inminente desaparición de la clase media, el aumento de la miseria, inciden en varios países, incluyendo en el nuestro, pese a los esfuerzos que viene haciendo el Gobierno para detener la inflación y la devaluación monetaria.
Ante tan angustiosos problemas el mundo está inmerso en una situación de temor y en cualquier momento podría desatarse un conflicto bélico colosal o fenómenos naturales, como terremotos, tsunamis, huracanes. Estos factores mantienen en una actitud expectante a toda la humanidad, como lo han predicho profetas de los tiempos bíblicos y actuales.
Pero, en la Biblia, Dios dice «no tengas miedo, porque he pagado tu rescate, te he llamado por tu nombre; eres mío. Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán». Isaías 43:1-2.
Tenemos que reconocer que siempre hay algo de qué preocuparse, el miedo está por todas partes, además los medios de comunicación nos agobian tratando siempre este tema. La multiplicación de las catástrofes, sumadas a los problemas económicos y ecológicos, también son factores que contribuyen a mantener el temor entre nosotros.
La palabra temor en el diccionario, es definida como un sentimiento de inquietud o angustia que mueve a rechazar o a tratar de evitar las cosas que se consideran arriesgadas o peligrosas. También es considerada como una señal de alarma, que nos permite escapar del peligro, aunque la mayoría de las veces nos paraliza.
Pero existe otro tipo de temor, que es positivo, el cual la Biblia lo define como el principio de la sabiduría. Este es el temor a Dios, que nace cuando somos conscientes de la grandeza de nuestro creador y del hecho de que un día él juzgará nuestras vidas.
Éste temor nos aparta del mal y hace que vivamos cada momento agradándole a Dios, porque tenemos siempre presente que su amor es perfecto, no depende de las circunstancias ni de lo que cada uno haga o deje de hacer, pues Dios es amor.
Y si tememos desagradarle a Dios porque lo amamos, entonces buscaremos cada día su presencia, tendremos el ferviente deseo de vivir siempre más cerca de él, echando fuera de nuestras vidas la angustia y la ansiedad.
La Biblia no nos dice que los peligros anunciados por los medios de comunicación son imaginarios, pero si nos revela a un Dios que tiene planes de paz y felicidad para cada uno de nosotros, un Dios que quiere darnos razones para tener esperanza.
¿Si siempre Dios nos muestra su fidelidad y bondad, por qué tendríamos ahora que dudar de su protección, guía y provisión? Dios existe y nos ama, por dichas razones es que podemos vivir sin temor, depositando nuestro futuro y sueños en sus manos y aunque tengamos que enfrentar situaciones difíciles, tengamos presente que Dios siempre estará a nuestro lado, dándonos el aliento, la fuerza y dirección necesarias para superarlas.