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Dios camina contigo en la tierra

“3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.”  1 Juan 1:3 

Tú no fuiste creado para tener intimidad con Dios en el cielo.  El mayor grado de intimidad con Dios no lo tenemos en el cielo, sino aquí en la tierra.  Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se dará otro tipo de relación.  En su presencia, no tendremos que luchar con todo lo que batallamos hoy.  Nuestra relación entra en otra atmósfera, en otra dimensión.

Adán salió de Dios; por lo tanto, estaba en el cielo.  Si sale de Dios, estaba en el cielo; y Dios lo pone en la tierra, y decide caminar con él en la tierra.  Dios decidió caminar con Adán aquí en la tierra, y tener esa intimidad, esa relación, esa experiencia.  Para mucha gente, la experiencia humana es el peor enemigo de la intimidad con Dios, sin darse cuenta que porque tienes una experiencia de humanidad es que puedes tener intimidad con Dios.  Los ángeles no entienden por qué razón nosotros celebramos, y Dios celebra, cuando alguien se convierte.  No saben lo que es el gozo de la salvación, porque nunca han estado perdidos.  No saben lo que es convertirse, salvarse; no tienen esa experiencia, ese nivel de relación.  Los ángeles solo dicen “Santo, Santo, Santo”, pero nosotros aquí en la tierra podemos escoger qué decir; y si tú escoges decir “Santo, Santo, Santo”, es un grado de relación diferente para Dios.

No se trata de menospreciar el cielo, pero son experiencias diferentes.  Delante de la presencia del Señor, ¿cuánta más revelación tú necesitas?  ¿Para que la vas a usar?  Es aquí en la tierra, en tu humanidad, cuando tú aspiras a esa relación y vives en esa intimidad, que tienes la mayor expresión de esa conexión con Dios.

En Éxodo 33:11-23, se nos habla de Moisés.  En un encuentro con el Señor, él hace de su prioridad la presencia de Dios, y le dice: Si nos vas a llevar a la tierra prometida, no nos saques si tu presencia no va conmigo.  En el desierto, el pueblo de Israel tuvo una experiencia con la presencia; pero en la tierra prometida, tenían que depender de la presencia porque no iban a tener las mismas experiencias.  En el desierto, cuando tenían calor, Dios les mandó la nube; cuando tenían frío, les mandó el fuego; cuando tenían hambre, les mandó pan; querían carne, y les mandó codornices; se abre el mar; en la tierra prometida nunca se abrió un mar, el sol no se detuvo, nunca cayó maná.  Hay gente que cuestiona su relación con Dios hoy porque no se abre el mar, pero la gente no entiende que abrir el mal fue un grado de experiencia para un grupo de personas, pero que eso no es lo más grande; eso era lo que necesitaba esa gente en el nivel que se encontraban; en la tierra prometida, se tenía que depender no de la experiencia, pero sí de la presencia de Dios.  Porque en la tierra prometida se tenía que pelear, luchar, sembrar, creer por fe; creer que la lluvia caería; era otro tipo de relación, un nivel de conciencia totalmente diferente.

“11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo. 12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. 13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. 14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. 15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. 16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? 17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. 18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. 21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.”  Éxodo 33:11-23 

Se nos dice que Jehová le hablaba a Moisés cara a cara, pero entonces cuando Moisés le pide que le muestre su rostro, la respuesta es que nadie verá el rostro de Dios y vivirá.  Es contradictorio; o al menos eso parece.  Cuando dice que Jehová hablaba a Moisés cara a cara, es una expresión que nos describe el grado de revelación que le daba Dios a Moisés.  Lo que Moisés está pidiendo es otra cosa.  Moisés, a causa de lo que Dios está diciendo, va cada vez, poco a poco, pidiendo más y más.  Dios le estaba hablando a Moisés a un nivel que no le hablaba a cualquier persona; pero llega el punto en que Moisés pide algo demasiado grande todavía para el tiempo que Moisés estaba viviendo.  Aunque Moisés no pudo llegar a lo que le pidió a Dios, lo que debes ver es su búsqueda, su deseo de conocer cada vez más.  Moisés no se satisfizo con que Dios le hablara cara a cara.  Él quería más.

Era tal el deseo de Moisés de tener relación con Dios, que movió la carpa llevándola fuera del pueblo.  El templo se encontraba alrededor del pueblo, pero cuando él bajó del monte los encontró adorando un becerro de oro; y Moisés se llevó el tabernáculo a lo lejos.  La gente miraba al tabernáculo para ver la señal de que Dios estaba hablando con Moisés.  Si tú quieres tener intimidad con Dios, tienes que remover tu vida de todo aquello que pueda distraer tu atención, y que todos tengan que prestar atención a tu relación con Dios.  La acción de Moisés de remover la carpa lo que decía era que tenía que separar un tiempo, irse afuera, al otro lado.  Tú no puedes pensar de la misma manera que estás pensando, y tener intimidad con Dios.  No puedes estar rodeado de un grupo de personas que no reconocen la presencia.  Si van a ser de distracción para tu vida, tienes que hacer el esfuerzo de sepárarte con Dios, irte al otro lado, y que la gente vea el momento en que tú te reúnes con Dios.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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